Sin ostentación ni ostentación, los trajes tradicionales del pueblo La Chi de Hoang Su Phi, provincia de Ha Giang, poseen la sencilla belleza del tranquilo color índigo. En cada hilo de algodón, cada puntada lleva la imagen de la madre, de la abuela, de cada generación de mujeres La Chi. Y, silenciosa y pacíficamente, el pueblo La Chi luce sus trajes tradicionales a diario, como los recuerdos sin palabras que la tierra y su gente han escrito juntos.
Ban Phung, con sus terrazas que se extienden como tiras de seda, entrelazadas con las nubes y el cielo. En medio de esa inmensidad, aún se puede ver con facilidad la imagen de las mujeres La Chi con sus trajes tradicionales. La gente de La Chi no espera las festividades para vestir sus trajes tradicionales; los usa a diario, ya sea en el campo, en el mercado o trabajando en el campo.
Para confeccionar un traje tradicional, éste debe pasar por 13 etapas manuales con herramientas rudimentarias.
La sencillez a primera vista del traje tradicional del pueblo La Chi resulta ser resultado de un proceso manual que dura toda una temporada. Todas las etapas son autosuficientes: el pueblo La Chi no solo teje ropa para sí mismo, sino que también teje solidaridad.
En la tierra cuidadosamente seleccionada, el algodón se planta en febrero. Si el clima es favorable, después de seis meses, el algodón florecerá en racimos redondos, anunciando la temporada de cosecha. Todo el pueblo parece vivir al unísono, cada par de manos se turna para cosechar y secar el algodón, compartiendo el trabajo, entrelazándose rítmicamente como una sinfonía.
Las mujeres La Chi que vivían cerca se reunían en pequeños grupos, algunas enrollando algodón, otras recogiéndolo, algunas hilando hilo, algunas tejiendo telas al mismo tiempo. Las risas se mezclaban con el crujido de los telares y con el aroma a índigo de la tela secándose que llegaba con la brisa de las laderas lejanas.
Traje tradicional de las mujeres de La Chi.
Cada pieza de tela se tiñe de índigo y se seca una y otra vez para que el índigo impregne gradualmente la tela con un color intenso y oscuro. El aroma del índigo es como un sello distintivo de la temporada de tejido de algodón, extendiéndose por el espacio, llenando el cielo. A la hora de bordar, junto al fuego rojo en medio del palafito, las mujeres se reúnen, con las manos en movimiento rápido, la mirada fija en cada hilo, cada patrón sencillo pero cariñoso, como si se conectaran entre sí a través de hilos frágiles pero resistentes. Algunas se susurran cómo hacerlo, cómo combinar colores, patrones de flores de cuatro pétalos o delicados bordes; otras escuchan atentamente, cada palabra lenta pero profunda. Porque, para el pueblo La Chi, el bordado y la costura son uno de los criterios principales para evaluar la calidad, la moralidad, la destreza y la diligencia de las mujeres.
Usar ropa hecha por uno mismo es una forma de afirmar que la cultura no solo se preserva, sino que se adapta a los nuevos tiempos. Cuando la sociedad cambia, mucha gente busca ropa confeccionada, pero los La Chi siguen optando por confeccionar su propia ropa para preservar su identidad.
Las mujeres La Chi son tranquilas y resilientes; no solo son las cuidadoras de la familia, sino también las narradoras con pasión. A través de cada hilo de algodón y cada puntada, narran la historia de un pequeño grupo étnico en las altas montañas, sin perder nunca su alma ni su carácter.
Khanh Linh (periódico Ha Giang)
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Fuente: https://baophutho.vn/cau-chuyen-tu-soi-bong-nguoi-la-chi-227894.htm
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