Un equipo normal podría necesitar varias ventanas de fichajes para renovar su plantilla. Pero el Chelsea de Todd Boehly es diferente: cada verano supone una reestructuración financiera de gran envergadura, con jugadores que van y vienen a un ritmo vertiginoso y listas de convocados tan largas como un almanaque.
El verano de 2025 traerá consigo otra gran limpieza, y esta vez la cifra de más de 170 millones de euros es solo el principio.
Cortar para vivir, vender para sobrevivir
Enzo Maresca ni siquiera había jugado un partido cuando se vio obligado a resolver un dilema: ¿cómo entrenar a una plantilla de más de 40 hombres? La respuesta simple: imposible. El Chelsea tenía que vender, y lo hizo con la rapidez y la determinación de un fondo de capital riesgo.
João Félix, Noni Madueke, Kepa, Petrovic, Bashir Humphreys, Mathis Amougou… se marcharon uno tras otro, aportando al Chelsea casi 175 millones de euros, principalmente de nombres que en su día se consideraron "el futuro del club". Pero en Stamford Bridge, actualmente, el "futuro" es un concepto muy volátil: basta con un nuevo entrenador y unos pocos contratos millonarios para acabar con una generación.
Desde que Boehly asumió el control, el Chelsea ha gastado más de 1.600 millones de euros en más de 50 jugadores. Y para evitar infringir el Fair Play Financiero, no les queda otra opción que convertir a los jugadores en mercancías; aquellos que ya no tienen cabida en sus planes son puestos inmediatamente a la venta. En cierto modo, Stamford Bridge es como una empresa de logística: importa y exporta constantemente, rota constantemente el flujo de jugadores.
La locura llegó a su punto álgido cuando el Chelsea entró en el verano de 2025 con... 17 delanteros en la lista de inscritos. Enzo Maresca comprendió que para construir un buen equipo, lo primero era reducir el número de jugadores.
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Raheem Sterling está a punto de dejar el Chelsea. |
Raheem Sterling, Armando Broja, David Datro Fofana, Deivid Washington: todos están fuera de los planes y a la espera de marcharse. Nicolas Jackson, quien se esperaba que fuera el "nuevo número 9", ha perdido su puesto tras una serie de actuaciones irregulares y dos expulsiones. Christopher Nkunku, si alguien pregunta, también está "abierto a negociar".
Marc Guiu, de 19 años, antes considerado de confianza, ahora está cedido al Sunderland. Mientras tanto, contratos costosos como los de Estevão, João Pedro o Jamie Bynoe-Gittens se mantienen, a pesar de no haber jugado ni un solo minuto en la Premier League. Lógica muy propia del Chelsea: quien llegue siempre tiene prioridad.
Exceso y superávit
No solo el ataque, la defensa del Chelsea también está teniendo problemas debido a la sobrecarga de jugadores. Disasi, Badiashile, Chilwell y Caleb Wiley están en la lista de jugadores que serán expulsados. Mientras tanto, jóvenes como Mamadou Sarr y Anselmino podrían tener que salir cedidos para ganar experiencia, porque incluso el banquillo está... sobrecargado.
El mediocampo tampoco es inmune a la guadaña de Maresca. Ugochukwu, Dewsbury-Hall y Chukwuemeka (aunque juegan bastante bien en el Dortmund) pueden irse. No les falta talento, simplemente... no hay espacio. Con un equipo que ficha jugadores casi continuamente durante todo el año, nadie puede estar tranquilo.
Se dice que Enzo Maresca tuvo plena libertad para construir el Chelsea a su antojo. Pero para "construir", se vio obligado a "limpiar" sin piedad. Todos los planes de personal de la temporada anterior fueron prácticamente anulados. Contratos que antes se esperaban se esfumaron silenciosamente, como si nunca hubieran existido.
El Chelsea, bajo la dirección de Boehly, abandonó el concepto de estabilidad. En su lugar, adoptó la filosofía de la "inversión flexible": comprar rápido, vender rápido, reducir pérdidas y rotar el capital. Pero el fútbol no es solo un balance. Una plantilla necesita tiempo para estabilizarse, un entrenador necesita tiempo para definir su filosofía. Si el Chelsea sigue dando vueltas en este ciclo de compra-venta-liquidación-reposición de sangre, ¿cuándo volverá a ser él mismo?
Mudryk no está seguro de su futuro en el Chelsea. |
Entre los nombres restantes, el caso de Mudryk es un "problema sin resolver". Comprado por casi 100 millones de euros, con un rendimiento mediocre, un salario altísimo, y nadie quiere comprarlo. Quedárselo es un desperdicio; venderlo no vale la pena. Mudryk es ahora un símbolo de un Chelsea atrapado entre la ambición financiera y la realidad futbolística.
Es innegable que el Chelsea está haciendo un gran trabajo vendiendo jugadores, una habilidad que solía ser su punto débil. Pero si el club se reduce a un lugar de "reestructuración" trimestral y los vestuarios se convierten en hojas de cálculo de Excel, ¿cuánto queda del fútbol, el arte emocional?
Enzo Maresca intenta limpiar el desastre que dejó su predecesor. Pero necesita algo más que una simple limpieza. Necesita tiempo, confianza y, lo más importante: un plan consistente. Porque si sigue cambiando el equipo cada temporada, Stamford Bridge seguirá siendo una obra inconclusa, sin fin a la vista.
Fuente: https://znews.vn/chelsea-qua-ky-la-post1573705.html
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