En la década de 1990 y principios de la década de 2000, los mercados bursátiles de todo el mundo se movieron al "redoble de tambor" de Wall Street, mientras que los bancos centrales siguieron el ejemplo de la Reserva Federal de Estados Unidos (Fed) o se enfrentaron a la entrada o salida de "dinero especulativo" que ponía en riesgo los valores de las divisas y la estabilidad de los precios.
Sede de la Reserva Federal en Washington, EE. UU. (Fuente: Getty Images) |
La situación en las principales economías es muy diferente. En Estados Unidos, el problema de los últimos dos años ha sido la inflación pospandemia. Europa ha estado bajo una presión similar, agravada por el conflicto en Ucrania, que ha cortado el suministro de gas ruso barato. En Japón, se espera una mayor inflación, señal de que la débil economía del país podría estar recuperándose. En China, el problema no es que los precios sean demasiado altos, sino demasiado bajos.
Como resultado, muchos bancos centrales se mueven a distintas velocidades, o incluso en distintas direcciones. La Reserva Federal ha tardado en subir los tipos de interés cuando la inflación es alta, y en recortarlos cuando la inflación es moderada.
El Banco Central Europeo y el Banco de Inglaterra, así como muchos bancos centrales de mercados emergentes, han comenzado a recortar los tipos de interés antes que la Fed. En China, en cambio, las autoridades intentan frenar un colapso inmobiliario discreto y apuntalar las acciones. En cuanto al Banco de Japón, están subiendo los tipos en lugar de recortarlos.
Cuando los bancos centrales eligen caminos diferentes, ocurren cosas extrañas. Por ejemplo, el yen japonés cayó en el primer semestre del año, se disparó en verano y volvió a desplomarse ante la posibilidad de que la Fed y el Banco de Japón tomaran rumbos diferentes.
Las fluctuaciones monetarias tienen consecuencias. Un yen más débil implica mayores ganancias para las empresas japonesas y un alza en el Nikkei. Cuando el yen se fortalece, las acciones japonesas caen un 12 % en un solo día en agosto de 2024.
En los mercados globales, el carry trade de 4 billones de yenes (26.800 millones de dólares) —donde los inversores piden préstamos a bajos tipos de interés en Japón e invierten en activos de alto rendimiento en otros países— es un factor clave. Cuando la subida del yen hizo que estas operaciones dejasen de ser rentables, los inversores retiraron rápidamente su dinero, lo que afectó a todo tipo de activos, desde las acciones estadounidenses hasta el peso mexicano y el bitcoin.
La Fed se enfrenta a una pérdida de influencia global. La estructura de la economía mundial ha cambiado, y Estados Unidos y sus aliados representan una participación menor. En 1990, Estados Unidos representaba el 21 % del PIB mundial y el Grupo de los Siete (G7) el 50 %. Para 2024, estas cifras se habrán reducido al 15 % y al 30 %, respectivamente.
El dólar estadounidense sigue siendo la principal moneda de reserva mundial, pero ya no es tan fuerte como antes. Según el Fondo Monetario Internacional, la participación del dólar en las reservas de divisas de los bancos centrales mundiales disminuyó del 72 % en 2000 al 58 % en 2023. Los datos del Banco Popular de China (el banco central) muestran que el país ahora liquida una cuarta parte de su comercio en yuanes, frente a cero hace más de una década.
No sorprende que el atractivo de Estados Unidos haya disminuido. Otras economías, especialmente China, están empezando a ganar más influencia. El ritmo y la magnitud de los recortes de tipos de la Reserva Federal serán cruciales en los próximos meses.
Pero el paquete de estímulo de China podría ser más significativo. El paquete que China anunció a finales de septiembre de 2024 añadirá unos 300 000 millones de dólares al PIB mundial el próximo año, e incluso más si el Ministerio de Hacienda chino implementa medidas de estímulo fiscal.
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Fuente: https://baoquocte.vn/cuc-du-tru-lien-bang-my-fed-doi-mat-voi-su-suy-giam-anh-huong-toan-cau-290748.html
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