Nací y crecí en Binh Phuoc con mis abuelos, mi tía y mi tío. Mis padres se separaron cuando tenía poco más de dos años. En ese entonces, mi madre tuvo que irse de casa para trabajar y ganar dinero para cuidarme. Cuando estaba en décimo grado, mi madre se volvió a casar. Aunque no vivimos cerca, el vínculo de amor maternal sigue siendo fuerte y completo. Mi madre está presente en cada paso de mi camino, preguntando constantemente por mí en cada videollamada, cada mensaje de texto, cada reunión.
Al entrar por la puerta de la universidad en Ciudad Ho Chi Minh, solía pensar que dejar el hogar familiar también era algo normal. Todos tenemos que madurar y ser independientes. Pensé que me adaptaría rápidamente a la nueva vida. Los primeros días pasaron rápido entre el ajetreo de estudiar y conocer nuevos amigos. Pero por la noche, en la habitación alquilada vacía, volvía a mí una oleada de amor y nostalgia. Extrañaba a mi tía, que siempre me comprendía, me escuchaba y me animaba. Extrañaba las cálidas llamadas de mis abuelos, las comidas familiares. Extrañaba la confianza, los consejos y las expectativas de mi tío: «Solo estudiando se llega al éxito más rápido». Recibí apoyo, enseñanza y protección de personas que, aunque no eran mis padres, me querían con todo su corazón. Ese amor y esa profunda influencia me ayudaron a tener más confianza para seguir adelante.
Dieu Hien (con camisa blanca) con su tío, tía y primos
La computadora se ha convertido en una amiga íntima. No solo es un medio de aprendizaje, sino también un depósito de recuerdos, un puente que me conecta con mi ciudad natal. El fondo de pantalla es una foto de toda la familia junta: un momento feliz poco común que atesoro. En la foto están: mi madre, mis abuelos, mi tío y mi tía con una sonrisa radiante.
Cada vez que enciendo la computadora, miro esa foto un buen rato para que la calidez se expanda en mi corazón. Aprendo a convertir el vacío en motivación. El simple hecho de ver rostros familiares en la pantalla cada día me da más confianza para seguir adelante. No importa lo difícil que sea, no me desanimaré cuando haya un cielo tranquilo detrás de mí en el que refugiarme. No puedo decepcionar las expectativas de mi madre, quien, a pesar de estar ocupada con su vida, siempre sigue cada paso. No puedo decepcionar a mis tíos cuando han pasado toda su juventud guiándome. No puedo entristecer a mis abuelos. Hago todo lo posible por volver a casa algún día, en un futuro cercano, con el orgullo de toda la familia, no solo con una licenciatura, sino también con una mejor versión de mí mismo y una gratitud infinita por mi familia.
Creo que los jóvenes no necesitan estar "ocupados" todo el tiempo para ser buenos. Lo importante es saber organizarse bien para que cada día tenga sentido, manteniendo la salud, el ánimo y la motivación para seguir intentándolo.
El escritor (portada derecha) coloca una foto familiar como fondo de pantalla en su computadora para recordar que siempre debe tener compañía, creando condiciones para que se desarrolle de acuerdo con sus intereses y habilidades.
Fuente: https://nld.com.vn/diem-tua-quy-gia-19625051020501687.htm
Kommentar (0)