Prediciendo la política de Estados Unidos hacia China bajo el liderazgo de Trump 2.0
Báo Dân trí•25/11/2024
El presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump (Foto: AFP). Tras las fuertes declaraciones del expresidente Donald Trump sobre China durante su campaña de reelección, sumada a las tensiones en las relaciones entre Estados Unidos y China durante su primer mandato, se prevé que el regreso de Trump a la Casa Blanca suponga un desafío importante, complejo y complejo para las relaciones bilaterales en los próximos cuatro años. Bajo la presidencia de Joe Biden, Estados Unidos y China se han esforzado por controlar y estabilizar sus relaciones tras un período de tensión bajo la administración de Trump. La administración Biden ha aplicado una política de "competencia responsable" hacia China, basada en tres pilares: mantener un diálogo de alto nivel (que culminó con una reunión entre el presidente Joe Biden y el presidente Xi Jinping en San Francisco en noviembre de 2023), buscar la cooperación en áreas de beneficio mutuo y gestionar los desacuerdos de forma controlada, manteniendo así la presión sobre Pekín en cuestiones clave y buscando la cooperación en posibles áreas como el cambio climático y la salud global. Sin embargo, persisten desacuerdos en diversas áreas, desde el comercio y la tecnología hasta la geopolítica . De hecho, el modelo "Chimérica", término acuñado por el historiador Niall Ferguson para referirse a la simbiosis económica entre Estados Unidos y China, parece estar desintegrándose gradualmente. En su lugar, surge una nueva forma de relación que combina cooperación y competencia, donde el elemento competitivo cobra cada vez mayor relevancia. Nuevos recursos, nuevas tormentas. El presidente reelegido Donald Trump ha nombrado al senador Marco Rubio como secretario de Estado y al congresista Mike Waltz como asesor de Seguridad Nacional. Ambos mantienen una postura firme hacia Pekín. Trump también planea restituir al exrepresentante comercial Robert Lighthizer, quien mantiene una postura firme hacia China. Con un personal tan conocido por su firmeza hacia Pekín, las relaciones entre Estados Unidos y China durante el mandato de Trump 2.0 probablemente se enfrentarán a dos nuevos desafíos principales: uno es la posibilidad de una guerra comercial. Trump ha anunciado repetidamente que impondrá un impuesto del 60 % a todas las importaciones procedentes de China y restringirá la exportación de productos de alta tecnología, especialmente chips semiconductores, para limitar el desarrollo de China. No solo eso, el propio expresidente también declaró con mucha franqueza que "China nos ha arrebatado el 31% de nuestra industria automotriz", lo que demuestra que Estados Unidos aumentará la protección a la fabricación nacional, acompañada de impredecibles medidas de represalia por parte de Pekín. Además, existen numerosos desacuerdos entre ambos países sobre los subsidios industriales y los derechos de propiedad intelectual. En segundo lugar, surgen nuevas incertidumbres sobre la seguridad regional. Estados Unidos podría aumentar su apoyo a Taiwán, incluyendo la ampliación de la cooperación militar y el incremento de las actividades de patrullaje en el Estrecho de Taiwán. En el Mar del Este, Estados Unidos podría realizar más operaciones de libertad de navegación (FONOP) e incrementar su presencia militar . No solo eso, es probable que Estados Unidos intensifique la cooperación militar con aliados regionales como Japón, Corea del Sur y Australia, y amplíe la competencia geopolítica con China a otras regiones como África y Latinoamérica. Interdependencia inevitable. A pesar del aumento de las tensiones, la realidad muestra que Estados Unidos y China aún mantienen una profunda interdependencia en muchos aspectos. En cuanto al comercio y la inversión: Las últimas cifras muestran que China sigue siendo el principal socio comercial de EE. UU., con un volumen de comercio bilateral que superó los 690 000 millones de dólares en 2023. EE. UU. sigue siendo el principal mercado de exportación de China, representando aproximadamente el 17 % de las exportaciones totales. Un estudio del Instituto Peterson de Economía Internacional estima que una ruptura total de las relaciones comerciales podría reducir el PIB de ambos países entre un 1 % y un 2 %. En cuanto a la inversión, los datos de Rhodium Group muestran que la inversión directa total acumulada entre ambos países alcanzará aproximadamente los 240 000 millones de dólares para finales de 2023, incluyendo numerosos proyectos importantes en los campos de la alta tecnología, las energías limpias y la fabricación avanzada. En cuanto a las cadenas de suministro y la tecnología: China desempeña un papel clave en la cadena de suministro global de muchas industrias importantes. Según un informe de McKinsey, aproximadamente el 80 % de los componentes electrónicos, el 70 % de los dispositivos médicos y el 60 % de los ingredientes farmacéuticos mundiales se originan o pasan por China. Esto supone un importante desafío para los esfuerzos de EE. UU. por desvincularse de China. En el campo de la tecnología, especialmente la IA, ambos países lideran el mundo con sus propias ventajas. Estados Unidos destaca en investigación básica y desarrollo de software, mientras que China es sólida en aplicaciones prácticas y big data. La interdependencia en este campo dificulta el cumplimiento de la política estadounidense de separarse completamente de China. Factores que afectan el futuro de las relaciones entre Estados Unidos y China: Se prevé que las relaciones entre Estados Unidos y China bajo la administración Trump 2.0 sigan enfrentando numerosos desafíos, pero la profunda interdependencia obliga a ambas partes a mantener cierto nivel de cooperación. Sin embargo, los avances en el futuro dependerán de muchos factores. En primer lugar, la preparación de China. Por consiguiente, cuanto mejor se prepare China, más cauteloso deberá ser Estados Unidos y más selectivas deberán ser sus medidas restrictivas. De hecho, China ha realizado preparativos bastante exhaustivos en tres puntos destacados: primero, implementar la estrategia de "Doble Circulación" para reducir la dependencia de los mercados de exportación y la tecnología extranjeros. Según datos del Banco Mundial , la participación de las exportaciones en el PIB de China ha disminuido del 36% en 2006 a aproximadamente el 20% en 2023. Pekín está invirtiendo fuertemente en investigación y desarrollo, con un presupuesto para actividades de investigación y desarrollo que en 2023 alcanzará los 372 mil millones de dólares, equivalente al 2,5% del PIB. En segundo lugar, se centra en el desarrollo de capacidades nacionales, especialmente en áreas clave como semiconductores, inteligencia artificial y tecnología cuántica. Según un informe del CSIS, el número de patentes chinas de inteligencia artificial se ha triplicado en los últimos cinco años, superando a las de Estados Unidos. En tercer lugar, se diversifican activamente las alianzas internacionales, especialmente con economías emergentes y países en desarrollo; se elevan las relaciones con Rusia a una "asociación estratégica integral", mientras que la cooperación con los países BRICS y la Organización de Shanghái se ha fortalecido, expandiéndose a muchas nuevas áreas. A continuación, la fortaleza de la administración Trump 2.0 en su lucha contra China también depende de varios factores. En primer lugar, factores internos dentro de Estados Unidos. Según una encuesta del Pew Research Center de 2023, el 82% de los estadounidenses tiene una visión negativa de China, la más alta de la historia. Al mismo tiempo, legisladores bipartidistas en EE. UU. también están promoviendo numerosos proyectos de ley para reforzar el control sobre la inversión y la transferencia de tecnología con China. La recuperación del control de ambas cámaras del Congreso por parte del Partido Republicano también podría influir en el fortalecimiento y la decisión del presidente Trump en la implementación de sus políticas y estrategias hacia China. En segundo lugar, está la capacidad de ambos países para controlar los puntos conflictivos geopolíticos, especialmente la cuestión de Taiwán. Según expertos de Brookings Institution, la capacidad de mantener la estabilidad en este tema será clave para determinar el nivel general de tensión en la relación bilateral entre EE. UU. y China. En tercer lugar, está la eficacia de los canales de diálogo de alto nivel que ya existen desde hace tiempo. La experiencia del primer mandato de Trump demuestra que mantener mecanismos de diálogo regulares, especialmente en los ámbitos económico y de seguridad, desempeña un papel importante en la prevención de conflictos y la gestión de desacuerdos. En cuarto lugar, está la influencia de terceros países. La postura de la UE y los aliados occidentales de EE. UU. en cuestiones como los controles a las exportaciones de tecnología o las cadenas de suministro tendrá un impacto significativo en la eficacia de las medidas económicas que EE. UU. aplique a China. Además, el desarrollo de la guerra en Ucrania en general y la cooperación entre Rusia y China también tendrán un impacto significativo en la relación entre EE. UU. y China. En resumen, se prevé que las relaciones entre EE. UU. y China bajo el Trump 2.0 sigan enfrentando numerosos desafíos, pero la profunda interdependencia obliga a ambas partes a mantener cierto nivel de cooperación. Con la personalidad y la especial capacidad de negociación del "empresario Trump", es posible que EE. UU. y China alcancen un acuerdo integral. Sin embargo, esta sigue siendo la relación más contradictoria y compleja del mundo, ya que no solo existen factores puramente económicos y comerciales, sino que también se esconde una competencia latente pero feroz por el liderazgo mundial, con profundos impactos en la situación mundial y las relaciones internacionales.
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