Hay una melodía conmovedora y muda que resuena en el radiante verano, como la dulce confesión de un corazón que ama con todo su corazón. Es el canto de las cigarras en el hermoso cielo, desahogando sus corazones tras meses de estar en las profundidades del subsuelo. El canto de las cigarras resuena apasionadamente, como si despertara, llamando a las almas en armonía para que alcen el vuelo juntas.
Oh, el canto de la pequeña cigarra conmueve todo en la naturaleza. La luz del sol brilla con un brillo dorado, las hojas verdes estiran sus músculos, las hermosas flores florecen, los pájaros cantan en las ramas, las coloridas mariposas revolotean... todo entonando una dulce y vibrante melodía. Sin embargo, durante los largos años que pasa escondida bajo tierra, la cigarra solo espera el verano para volar y cantar, como muchas otras especies que usan sus sonidos para marcar su presencia en la vida. La cigarra gorjea, canta día y noche sin parar. Canta como si todos los pensamientos que ha atesorado durante media vida se liberaran para compensar los días oscuros y tranquilos.
A veces la gente se resiente por los cantos interminables y ruidosos de las cigarras, pero pocos comprenden que tienen derecho a vivir, a volar libremente y cantar sus propias canciones. Las cigarras cantan con toda su fe y ardiente deseo, porque mientras canten, se sienten vivas. Es triste que el canto jubiloso sea el primero y también el último ritual antes de que las cigarras se acuesten. Aunque sus alas aún se mueven débilmente, el canto aún quiere elevarse...
Me culpaba a mí mismo en mi infancia, intentando atrapar cigarras en las tardes de verano con la pegajosa savia del jackfruit. Las cigarras luchaban con sus alas, sus gritos eran intermitentes y luego se apagaban en sus traviesos juegos infantiles. Poco a poco, crecí con las siestas de las tardes de verano y el familiar y evocador sonido de las cigarras. Había algo en ese sonido que parecía atormentarme y desgarrarme el corazón, haciéndome querer llorar muchas veces. Las cigarras cantaban en silencio una canción para sí mismas, sin necesidad de un escenario brillante, sin necesidad de ser recibidas con alegres aplausos. Solo deseaban cantar libremente en el vasto cielo. Compadecían la corta vida de las cigarras por no poder vivir una vida plena y pacífica. La gente competía por atrapar cigarras para hacer un bocadillo "especial". Las frágiles y temblorosas cigarras emergían de sus cascarones secos como un niño pequeño recién nacido del dolor extremo de su madre. Las cigarras aún no habían tenido tiempo de saludar al mundo, ni siquiera de desplegar sus alas, antes de verse privadas de su libertad de vivir. La palabra "cigarra" siempre va acompañada de una profunda tristeza. Pero es una tristeza radiante la que alegra el verano.
Las cigarras no solo cantan, cuentan la historia de sus vidas. La historia de la oscuridad que se transforma en un día resplandeciente, la historia del canto zumbante que surge del viaje silencioso. Ese canto resuena día y noche, para no lamentar los momentos sagrados en los que pudimos vivir un breve lapso. Entonces, una mañana, tras una noche lluviosa, las cigarras yacían silenciosas sobre las raíces de los árboles y el suelo. Ya no se oía el zumbido agudo y grave de la canción; el verano se inclinó y abrazó a las escasas cigarras restantes con un lamento lloroso. Las cigarras dedicaron sus vidas a apasionadas canciones de amor y luego se fueron satisfechas, sin guardar nada para sí salvo sus cuerpos demacrados. Quizás las pequeñas cigarras, con su canto intenso y persistente bajo el sol y el viento, demostraron lo que alguien escribió: «La muerte no es el final, si hemos vivido una vida plena».
La vida de una cigarra es una profunda lección sobre el valiente viaje de vivir con sinceridad, con su propio canto único. La cigarra no elige vivir en silencio para ganarse el amor y la compasión. Aunque la eviten o la odien, usa su canto para vivir con sinceridad, para emprender. El canto de las cigarras no es solo el alma del verano amado, sino también el deseo ardiente de perseverar en el camino de la vida. Es el canto de las pequeñas cosas que no aceptan ningún arreglo a su alrededor.
Ve, si un día renaces, canta con todo tu corazón para que la vida pueda resonar plenamente.
Contenido: Moc Nhien
Foto: Documento de Internet
Gráficos: Mai Huyen
Fuente: https://baothanhhoa.vn/e-magazine-khuc-hat-doi-ve-248891.htm
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