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Se acerca el verano, mi corazón está lleno de añoranza por el postre de semillas de tamarindo.

Llega el verano, y el calor del sol parece traer más nostalgia, añorando lo familiar. Y en ese recuerdo, es imposible olvidar la sopa dulce de semillas de tamarindo, un sabor típico, asociado a los días de verano de la infancia, llenos de risas.

Báo Bà Rịa - Vũng TàuBáo Bà Rịa - Vũng Tàu16/05/2025

Té de semillas de tamarindo.
Té de semillas de tamarindo.

Antes, cada verano, los niños nos reuníamos para jugar a todo tipo de juegos tradicionales. La escena más memorable era la de lanzar y tintinear las semillas de tamarindo contra el suelo duro. Eran solo semillas de tamarindo brillantes y negras como el azabache, pero ¿por qué era tan atractivo ese juego? Después de las estresantes horas de clase o al terminar las tareas del hogar, nos reuníamos todos y nuestras risas llenaban el vecindario. Ese sencillo juego había estrechado muchas amistades inocentes durante nuestra época de camisas blancas.

Esas semillas de tamarindo, envasadas en latas o envases de aluminio, al verterlas, caían una tras otra, crujiendo y produciendo un sonido muy agradable. Sobre todo al tumbarse en el suelo, jugando y riendo, esa sensación refrescante se mantiene intacta. Cada vez que lanzábamos los tamarindos, el niño más listo se "comía" la lata entera, presionándole el brazo, una pequeña pero inestimable alegría.

Pero el verano no se trata solo de jugar con semillas de tamarindo. En mi memoria, el verano también está asociado con platos hechos con tamarindo. Desde el tarro de tamarindo ligeramente ácido en la alacena de la cocina, las rodajas de tamarindo que mi abuela preparaba con esmero para preparar sopa agria, hasta el tazón de espesa salsa de pescado de tamarindo mezclada con pescado seco. Y luego está la fragante mermelada de tamarindo que compartíamos cada vez que íbamos a clase. El sabor agridulce era tan dulce que me hacía cosquillear la lengua, pero aun así lo disfrutaba bajo el sol del mediodía de verano.

Y sobre todo, cada vez que llega el verano, anhelo con ansias la singular sopa dulce de semillas de tamarindo de mi abuela. La sopa dulce que preparaba con esmero para nosotros cuando la visitábamos. Para disfrutar de ese delicioso plato, seguía muchos pasos meticulosos. Desde seleccionar los tamarindos secos, recolectar cada semilla, lavarlas y secarlas. Después, tostarlos bien, romper cada semilla con esmero, retirar la cáscara negra exterior y conservar solo dos trozos de grano blanco puro.

Tras remojar las semillas de tamarindo en agua con ceniza durante la noche, las vuelve a limpiar, seleccionando las semillas intactas, duras y masticables, con su característico sabor a nuez. Luego, las cocina cuidadosamente con arroz glutinoso aromático y azúcar dulce de caña. El postre de semillas de tamarindo es muy sencillo, pero en él se refleja toda su pasión e ingenio.

A primera vista, la sopa dulce de semillas de tamarindo parece similar a la sopa dulce de frijoles blancos, pero al probarla, se percibe la diferencia. El sabor graso y aromático del arroz glutinoso se combina con el sabor a nuez y masticable de las semillas de tamarindo, el toque dulce del azúcar glas y la riqueza de la leche de coco, creando un inolvidable sabor local. Esa dulce sensación se extiende, suavizándose gradualmente por la garganta, dejando un regusto indescriptible, como una dulce canción country.

Esa rústica sopa dulce de semillas de tamarindo ha quedado profundamente grabada en mis recuerdos de infancia. Cada vez que llega el verano, sentado bajo el ventoso porche, escuchando el canto de las cigarras en las verdes ramas de tamarindo, mi corazón se llena de recuerdos de aquellos días inocentes. También recuerdo los racimos de brillantes flores rojas de fénix en el patio del colegio, las risas de los amigos tras la primera lluvia de la temporada. Y en ese espacio, el dulce sabor de la sopa dulce de semillas de tamarindo parece aún más intenso, impregnado de la cálida "dulzura del campo".

De repente, el sabor agridulce de los tamarindos confitados de aquellos días regresó, haciéndome añorar los recuerdos felices y tristes de mis días de estudiante cada verano. Extraño los caminos de tierra roja que conducían a la escuela, extraño las tardes de verano cuando disfrutábamos de mermelada de tamarindo, tamarindos empapados en regaliz.

No importa cuántos veranos hayan pasado, la sopa dulce de semillas de tamarindo aún conserva el sabor familiar del día que la preparaba mi abuela. Cada vez que llega el verano, mi corazón la añora, con una dulce y persistente nostalgia. Y quizás, en ese sabor dulce y rico, también se esconden maravillosos usos del tamarindo, como lo demuestran la medicina tradicional y la ciencia .

Hai Nguyen

Fuente: https://baobariavungtau.com.vn/van-hoa-nghe-thuat/202505/he-ve-long-nao-nao-nho-mon-che-hot-me-1042695/


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