Algunos niños caminaban por el aula, otros permanecían inmóviles como si nada hubiera pasado. Nadie intervino, nadie pidió ayuda, pero en silencio... corrieron las cortinas. Un pequeño gesto, pero suficiente para estremecer a los adultos: la indiferencia se había colado en el lugar que se suponía era el ambiente más puro y amoroso: la escuela.
La cultura del respeto a los docentes se ve cuestionada
Durante generaciones, la moral de "respetar a los maestros y valorar la educación" ha sido la base del crecimiento del pueblo vietnamita. Para muchas generaciones, los maestros son quienes sustentan el conocimiento, guían la personalidad y enseñan el estilo de vida en nombre de los padres. Sin embargo, en un instante, esa imagen se desmoronó: una maestra fue atropellada violentamente, ante la mirada indiferente de los alumnos que cuidaba.

Ese dolor no solo pertenece a un profesor, a una escuela, sino también a la sociedad. Cuando los estudiantes ya no ven a los profesores como un apoyo, cuando el respeto se sustituye por el desafío, entonces el vínculo entre el conocimiento y la moral se tambalea.
Lo que es más preocupante, el uso de términos atenuantes como "comportamiento inapropiado" o negación de la verdad ha reducido involuntariamente un incidente de violencia escolar a un asunto trivial. Este tipo de lenguaje no solo disimula la falta, sino que también es peligroso, ya que oscurece la naturaleza del grave comportamiento que atenta contra la seguridad y la dignidad del profesorado.
¿De dónde viene la apatía?
Hemos hablado mucho sobre "escuelas felices" y "entornos amigables y seguros". Pero está surgiendo una dura realidad: muchas escuelas aún se centran en los logros, priorizando las calificaciones sobre la formación del carácter; mientras que el sistema de orientación psicológica es solo una formalidad, insuficiente para acompañar a docentes y estudiantes.
Los estudiantes se encuentran en una edad voluble e impulsiva, sujetos a la presión académica y fluctuaciones psicológicas. Al carecer de atención familiar y de la capacidad de controlar sus emociones, son propensos a reacciones extremas.
Lo que da miedo no es solo un estudiante violento, sino todo un grupo que decide guardar silencio, incluso corriendo el telón para ocultar la verdad. Esa actitud indiferente es una enfermedad peligrosa que erosiona silenciosamente los cimientos culturales, desde la escuela hasta la sociedad.
Aquí, se necesita rigor para afirmar la línea roja: la violencia contra el profesorado es un acto intolerable. Al mismo tiempo, se necesita compasión para facilitar que los estudiantes que cometen errores tengan la oportunidad de corregirse, para que las familias y las escuelas no les den la espalda a sus propios hijos. El rigor y el perdón deben ir de la mano, como dos manos que a la vez apoyan y guían, tolerantes y firmes. Y, sobre todo, el perdón.

Aprende a ser una buena persona
El 20 de septiembre, el Ministerio de Educación y Formación emitió un documento solicitando al Departamento de Educación y Formación de Hanói que informara sobre el incidente en su totalidad. Asimismo, solicitó a la ciudad que ordenara a las agencias pertinentes que verificaran y gestionaran el caso estrictamente conforme a la ley para garantizar la seguridad, el honor y la dignidad del profesorado en el ejercicio de sus funciones. El Ministerio calificó el incidente como grave.
Lo importante es que, tras cada autocrítica o disculpa, devolvamos a las escuelas su verdadera misión: formar personas decentes. Las personas decentes deben, ante todo, saber respetar, proteger la verdad y luchar contra el mal.
Se necesita rigor para establecer la línea roja: la violencia contra el profesorado es un acto intolerable. Al mismo tiempo, se necesita compasión para facilitar que los estudiantes que cometen errores tengan la oportunidad de corregirse, para que las familias y las escuelas no les den la espalda a sus propios hijos. El rigor y el perdón deben ir de la mano, como dos manos que apoyan y guían, tolerantes y firmes.
La educación no puede detenerse en los números y los resultados de las pruebas, sino que debe enseñar ante todo a los estudiantes a respetar, a amar y a defender con valentía lo que es correcto.
Quizás, desde la primaria, las escuelas deberían promover y recuperar el lema «Primero aprende modales, luego aprende conocimientos» como filosofía educativa. Las escuelas necesitan enseñar a los alumnos sobre moralidad, modales, cómo comportarse y actuar como buenas personas, antes de enseñar conocimientos.
Un sistema educativo no puede sostenerse si se invierten los valores culturales de comportamiento y la tradición de respetar a los docentes. Es hora de que las escuelas, las familias y la sociedad unan sus fuerzas: para devolverle la seriedad a la educación, la protección a los docentes y el derecho de los estudiantes a estudiar en un entorno no solo seguro, sino también cálido y amoroso.
El Sr. Vu Minh Duc, director del Departamento de Docentes y Gestores Educativos del Ministerio de Educación y Formación, afirmó que se trata de un incidente grave que afecta la seguridad y la salud del profesorado, perjudica el entorno educativo y la tradición nacional de respetar al profesorado y valorar la educación, y contraviene las normas del Gobierno y del Ministerio de Educación y Formación para la construcción de un entorno pedagógico seguro, saludable y amigable, y la prevención de la violencia escolar.
Porque la educación, al final, no consiste en crear máquinas que puedan hacer matemáticas o escribir, sino en formar corazones que puedan conmoverse por la belleza y sentir dolor por el dolor ajeno.
Mañana, esos estudiantes de séptimo grado crecerán y llegarán al mundo. Si hoy eligen correr el telón en lugar de detener el mal, mañana correrán el telón ante el dolor de la sociedad.
Y ese es el mayor miedo.

Hanoi informa sobre el caso de un estudiante de séptimo grado que se arrancó el pelo y atropelló a su profesor de aula.
Fuente: https://tienphong.vn/khi-nhung-tam-rem-khep-lai-trong-lop-hoc-post1780375.tpo
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