La Resolución 68 también enuncia claramente uno de los ocho grupos principales de soluciones: promover la ética empresarial, promover la responsabilidad social, promover firmemente el espíritu empresarial y crear todas las condiciones favorables para que los empresarios participen en la gobernanza nacional. En particular, honraremos, elogiaremos y recompensaremos a empresarios y empresas típicos y avanzados que realizan negocios eficaces y sostenibles, cumplen bien sus responsabilidades sociales y participan activamente en actividades comunitarias.
Por eso, aunque todavía no se trataba de una ceremonia de lanzamiento oficial, el mensaje del discurso del Primer Ministro evocaba una ideología de desarrollo inspiradora: enriquecerse -si es legítimo, creativo y responsable- también es un acto patriótico.
Sorprendentemente, el mensaje también desvincula simultáneamente Un prejuicio de larga data en la psicología social : la noción de que la pobreza es pureza, mientras que la riqueza es sinónimo de explotación y degradación. Durante mucho tiempo, la mentalidad de “dudar de los ricos” ha provocado que la motivación para hacerse verdaderamente rico sea restringida y que a menudo el éxito económico tenga que ocultarse. Ahora, cuando el jefe del Gobierno afirma que "competir para enriquecerse" es un acto patriótico, es un gran paso de liberación espiritual: ayuda a devolver el honor al éxito y la legitimidad a la aspiración al desarrollo personal.
De esta manera, "enriquecerse" se establece en la visión nacional como un valor asociado a la emulación patriótica: un cambio profundo en el pensamiento del desarrollo: vincular las aspiraciones personales con los ideales nacionales, conectar las acciones económicas con el espíritu de servicio a la Patria y realzar la dignidad del éxito material en la era del desarrollo económico de mercado de orientación socialista.
En una economía de mercado de orientación socialista, enriquecerse es un derecho constitucional de todo ciudadano. Pero a medida que el país entra en una nueva etapa de desarrollo, enriquecerse no sólo es un derecho, sino también un deber ciudadano. El enriquecimiento legítimo no sólo genera riqueza a las personas, sino que también crea empleos, aumenta los ingresos presupuestarios, promueve la innovación y difunde valores sociales. Un hombre de negocios exitoso, un buen agricultor, un joven empresario eficaz: todos pueden convertirse en "guerreros económicos" en tiempos de paz si sus logros contribuyen a la prosperidad general del país.
Por tanto, el enriquecimiento debe entenderse en tres niveles de significado: el enriquecimiento personal es promover la libertad y la creatividad; Enriquecer la comunidad es crear valores compartidos y cohesión social; Enriquecer la nación es aumentar la fuerza interna, ampliar la posición y fortalecer el carácter nacional. Estas tres capas de significado no están separadas sino que se extienden entre sí y forman una mentalidad de desarrollo integrada que libera el potencial humano y promueve la fortaleza nacional.
Sin embargo, para que el movimiento de emulación se enriquezca, tenga éxito y no caiga en la formalidad, el requisito previo es que debe basarse en una base de políticas, instituciones y mecanismos de apoyo sustanciales. La competencia no se puede implementar con eslóganes si el entorno empresarial aún es inestable, si los derechos de propiedad no están plenamente protegidos, si la ley no acompaña verdaderamente a las empresas y a las personas. El movimiento sólo tiene sentido cuando está vinculado a la reforma institucional, la mejora del entorno de inversión, la reducción de los riesgos jurídicos y la garantía de la equidad en el acceso a las oportunidades.
Lo que importa es medir el valor real: cuántas iniciativas empresariales útiles nacen, cuántos empleos sostenibles se crean, cuántas comunidades salen de la pobreza y prosperan gracias al esfuerzo individual. El homenaje en el movimiento debería apuntar a ejemplos de personas que se han enriquecido a través de la innovación, la ética empresarial, el espíritu de servicio y la dedicación, no simplemente a aquellos con más activos.
Para lograrlo es necesario construir un ecosistema de desarrollo sincrónico. La política debe inspirar la motivación y proteger la autonomía. Las instituciones deben ser transparentes, estables y viables. Los recursos estatales deben asignarse sabiamente para activar los mercados, apoyar a los grupos vulnerables y desarrollar infraestructura estratégica. Y lo más importante es que el sector privado debe ser visto como una fuerza central en la estrategia de desarrollo: no sólo como un objeto de gestión sino como un sujeto de acción.
"La competencia para enriquecerse" no sustituye el patriotismo por el materialismo. Por el contrario, amplió el alcance del patriotismo: de las trincheras a las fábricas, de los campos a las salas de juntas. En el contexto actual, proteger la Patria no pasa sólo por la defensa y la seguridad nacional, sino también por la competitividad nacional, por la prosperidad de cada familia, de cada empresa, de cada región.
Cuando enriquecerse se convierte en un ideal cívico, cuando el camino de desarrollo de cada persona está conectado al destino de la nación, cuando la emulación patriótica se expresa a través de cada acción económica específica, es entonces cuando estamos construyendo una sociedad socialista moderna, autosuficiente y ambiciosa.
Hacerse rico es glorioso y patriótico, si la riqueza se construye con las mentes, las manos y los corazones del pueblo vietnamita en pos del futuro de la nación.
Fuente: https://baolangson.vn/lam-giau-la-vinh-quang-la-yeu-nuoc-5047688.html
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