El viaje evolutivo del mar a la tierra
En la historia de la evolución, la salida de los organismos de los ambientes acuáticos a la tierra siempre se ha considerado un punto de inflexión fundamental. Esto abrió la posibilidad de la formación de nuevas formas de vida más diversas y complejas.
En la Tierra primitiva, toda la vida comenzó en los océanos. El planeta estaba entonces casi completamente cubierto de agua marina. Los cambios en el clima, la geología y la disponibilidad de nutrientes a lo largo de cientos de millones de años impulsaron a algunos grupos de organismos a intentar desplazarse a nuevos espacios más allá del océano.
Hoy en día vemos muchos grupos de organismos capaces de vivir en la tierra como vertebrados completos, anfibios y peces que tienen la costumbre de caminar por la orilla.
Entre ellos hay un grupo especial de peces que interesa a los biólogos porque tienen un conjunto muy claro de rastros evolutivos.
Este grupo de peces vivió principalmente en marismas, estuarios y manglares. A lo largo de millones de años, desarrollaron gradualmente un conjunto único de características que les permitieron sobrevivir fuera del agua durante periodos relativamente largos, desde su forma de moverse hasta su respiración y equilibrio corporal.
Son saltadores del fango, pertenecientes a la subfamilia Oxudercinae.

Saltarín del fango (Foto: Getty).
Las características biológicas revelan nuevas direcciones evolutivas
La característica más destacable de los saltarines del fango es su capacidad de permanecer fuera del agua durante horas y aún así funcionar con normalidad.
Pueden arrastrarse, saltar o trepar por parches de barro húmedo para cazar insectos, gracias a sus aletas delanteras que se han convertido en estructuras lo suficientemente fuertes como para soportar su peso corporal y crear impulso cuando se mueven en la tierra.
Al mismo tiempo, el sistema respiratorio del pez también ha evolucionado de forma más sofisticada. Su fina piel vascular se mantiene siempre húmeda, lo que le permite intercambiar gases directamente con el entorno.
La cavidad oral y la faringe actúan como cámaras humidificadoras temporales, y las branquias están reforzadas para evitar que colapsen cuando están fuera del agua, manteniendo la cantidad mínima de humedad necesaria para la respiración.
Cuando es necesario regresar al agua, las aletas conservan la capacidad de nadar. En general, la locomoción del saltarín del fango se encuentra entre dos formas. En parte, aún conserva características de los peces costeros y en parte se ha acercado a los anfibios.
Gracias a la combinación de estos mecanismos, los saltarines del fango pueden vivir lejos de la zona de rompiente y extender su área de distribución hasta las profundidades de los manglares.
Los biólogos ven esto como una clara evidencia de evolución convergente, cuando una especie de pez moderna desarrolla características que parecen las de un ancestro antiguo de los tetrápodos, aunque no tengan un vínculo evolutivo directo.

Este pez respira en tierra mediante una combinación de mecanismos, siendo los más importantes la respiración a través de la piel, la boca y la faringe; además sus branquias están reforzadas para que no colapsen cuando está fuera del agua (Foto: Getty).
Los humanos se convierten en el mayor obstáculo en el viaje evolutivo.
Algunos expertos estiman que el proceso de desarrollo de las características que ayudan a los saltarines del fango a adaptarse a entornos semiacuáticos se remonta a millones de años de su propia historia evolutiva.
Esto demuestra la persistencia de la evolución antes de crear una estructura biológica capaz de funcionar eficazmente fuera del agua.
Pero el punto de inflexión que creó una ventaja de supervivencia se convirtió en una debilidad cuando esta criatura se encontró con los humanos.
Los saltarines del fango son un ingrediente habitual en muchos platos rústicos de las zonas costeras de Vietnam. Su carne fragante, ligeramente masticable y nutritiva aumenta considerablemente su valor comercial.

Saltarín del fango a la parrilla en una localidad de Vietnam (Foto: Getty).
Al repasar la larga trayectoria evolutiva de este pez, muchos biólogos han hecho un comentario amargo: que un pez moderno pueda acumular características que le permitan vivir semiacuático durante millones de años de adaptación es un logro excepcional.
Pero ese logro se volvió frágil cuando la aparición de los humanos creó una presión mayor que cualquier presión natural. No solo los saltarines del fango, sino muchas otras especies, cayeron en la misma situación. La expansión de la explotación humana hizo que las ventajas evolutivas fueran impotentes.
Desde una perspectiva ecológica, los saltarines del fango se encuentran en una encrucijada. Continuar desarrollando un estilo de vida semiacuático corre un gran riesgo debido a la creciente tendencia a la explotación.
El entorno natural de los saltarines del fango son principalmente marismas y aguas costeras salobres, por lo que es poco probable que se desplacen a aguas profundas o a zonas alejadas de la costa para evitar el impacto humano.
Por lo tanto, muchos expertos consideran al saltarín del fango como un símbolo de la paradoja evolutiva en el contexto moderno. Si bien ha experimentado un largo proceso de adaptación en la naturaleza, se enfrenta al riesgo de un rápido declive desde su impacto por los humanos.
Fuente: https://dantri.com.vn/khoa-hoc/loai-ca-mat-hang-trieu-nam-de-tien-hoa-len-can-lai-thanh-moi-nhau-20251125200023731.htm






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