Esta se considera la hazaña técnica de mayor alcance jamás lograda por los humanos en una misión espacial, y es un paso clave para garantizar que la Voyager 1 siga manteniendo contacto con la Tierra.
La Voyager 1, lanzada en 1977, lleva ya cuatro décadas en funcionamiento, más de lo previsto inicialmente. Mantener una nave espacial con casi medio siglo de antigüedad, que flota en el espacio a más de 25 000 millones de kilómetros de la Tierra, supone un reto increíble.
La sonda Voyager 1 fue lanzada el 5 de septiembre de 1977. Foto : NASA. |
En marzo, los ingenieros reiniciaron los propulsores de balanceo primarios de la Voyager 1, que ayudan a la nave espacial a mantenerse alineada con una estrella guía, anunció el Laboratorio de Propulsión a Chorro (JPL) de la NASA el 14 de mayo. El sistema ayuda a la nave espacial a mantenerse alineada con una estrella guía, que actúa como un "ancla direccional" para garantizar que la antena de señal permanezca apuntando hacia la Tierra.
Los motores se apagaron en 2004 tras un corte de energía en un calentador interno. Desde entonces, la Voyager 1 ha funcionado con sus propulsores auxiliares. Sin embargo, el respaldo muestra signos de deterioro debido a la acumulación de lodos en las líneas de combustible, lo que amenaza con detenerla por completo este otoño.
Si la Voyager 1 perdiera toda capacidad de mantener su curso, se alejaría hacia el espacio y perdería contacto con la Tierra para siempre.
La situación se está volviendo más urgente porque DSS-43, la única antena parabólica en la Tierra con suficiente potencia para enviar comandos a la Voyager, está actualmente en espera de actualizaciones hasta febrero de 2026. Aparte de dos breves "ventanas" de comunicación en agosto y diciembre, la NASA no tendrá oportunidad de ajustar remotamente la Voyager en el futuro cercano.
Ante el riesgo de perder el control de la nave espacial para siempre, el equipo de ingenieros del JPL decidió intentar reiniciar el mismo propulsor que había “muerto” desde 2004: una medida arriesgada, pero la única opción.
Especularon que si el calentador no estaba roto, sino simplemente desactivado por un fallo en el circuito, podría reiniciarse. El plan era encender el calentador y luego dejar que la Voyager 1 se alejara lo suficiente de su estrella guía para que encendiera automáticamente sus motores y corrigiera su rumbo. Si tenía éxito, el calentador y los propulsores principales se encenderían de nuevo.
Sin embargo, si el calentador sigue "apagándose" y el motor arranca en frío, podría causar una pequeña explosión. Y la Voyager 1 está tan lejos que la señal tardaría más de 23 horas en llegar a la Tierra. Los ingenieros tendrían que esperar todo el día para averiguar si sus esfuerzos provocaron la explosión de la nave.
Maqueta de la sonda espacial Voyager. Foto: NASA. |
Resultó que la suerte les acompañó. Cuando regresó la señal de la Voyager, los indicadores indicaron que el propulsor principal se había reactivado con éxito.
"Pensábamos que los motores estaban completamente averiados. Pero uno de los ingenieros del equipo tenía una teoría: quizá algo más estaba causando el problema. Gracias a eso, pudimos solucionarlo. Otro milagro para salvar a la Voyager", dijo Todd Barber, responsable del sistema de propulsión de la Voyager.
Durante sus 47 años de viaje espacial, la Voyager 1 se ha topado con numerosas situaciones críticas, desde la transmisión de datos erróneos y el apagado gradual de los instrumentos por falta de energía, hasta una serie de problemas de navegación. Pero con perseverancia, la pequeña nave continúa aferrada al borde del espacio interestelar.
Algún día, la Voyager 1 y su hermana, la Voyager 2, dejarán de funcionar, cerrando así los "ojos" artificiales más lejanos que la humanidad haya colocado jamás en el espacio. Pero ese día aún no ha llegado, al menos no todavía.
Fuente: https://znews.vn/nasa-hoi-sinh-thanh-cong-tau-cach-trai-dat-25-ty-km-post1553567.html
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