Desde el altar ancestral, el rincón del porche al anochecer, hasta las animadas conversaciones, el té está presente en todas partes, como el aliento del hogar.
Comer pastel y beber té es una característica cultural impregnada del campo, un vínculo que conecta generaciones de personas en los pantanos y los mares.
Desde pequeña, he conocido el sabor del té gracias a la tetera de té dulce que traían a la escuela. A medida que crecí, el aroma del té se volvió más intenso, como una imagen del campo dibujada en mi memoria.
En las tardes de verano, mi madre daba vueltas a los pasteles en la estufa de leña y preparaba un aromático té de pandan, igual que mi abuela. El té de pandan se guardaba en una vieja lata de leche Guigoz. Mi abuela solía decirme: «Después de prepararlo, el té debe conservarse en una tetera de cáscara de coco para conservar el calor y el aroma durante más tiempo». Esa tetera era un recuerdo de mi abuelo. Por eso, mi abuela la atesoraba y le tenía mucho cariño.
Recuerdo con claridad el momento en que toda la familia se reunió, compartiendo cada trozo de pastel crujiente y saboreando una taza de té ligeramente amargo. El sabor del té se quedó en la punta de la lengua, mezclado con el dulce y graso sabor del pastel, creando una sensación de bienestar y deleite. Las risas alegres y las sencillas historias del campo junto a una taza de té y un trozo de pastel se convirtieron en una tradición familiar, un vínculo de amor a lo largo de muchas generaciones.
En los últimos cinco años, sin mi abuela, los momentos de comer pastel y tomar té ya no están completos. Pero mi madre aún conserva la vieja tradición, añadiendo siempre hojas frescas de pandan al té y poniéndolo en una tetera de cáscara de coco. Cada sorbo de té me recuerda a mi abuela, a los viejos y cálidos tiempos.
No solo mi familia, sino también los vecinos, todos beben té como hábito indispensable. Los occidentales van al campo, bajan al jardín, siempre traen una tetera de té helado, y el té caliente se queda en el porche.
No importa adónde vaya, no puedo olvidar el sabor del cariño familiar envuelto en el aroma del té y el pastel. Las risas familiares, el suave amargor del té, la rica dulzura del pastel: todo es profundo, como una canción nostálgica sobre una región occidental llena de amor. Siguen viniendo a mi memoria. Profundos. Inolvidables.
( Entrada al concurso "Impresiones del café y té vietnamitas" en el marco del programa "Homenaje al café y té vietnamitas" por tercera vez, 2025, organizado por el periódico Nguoi Lao Dong).
Bases del concurso "Impresiones del café y el té vietnamitas". Diseño gráfico: CHI PHAN
Fuente: https://nld.com.vn/nguoi-mien-tay-an-banh-uong-tra-196250508081820298.htm
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