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Los profesores y los viajes en ferry que siembran las semillas del conocimiento

Mi padre dijo una vez: “La educación es un cuaderno sin última página”. Esa frase me ha acompañado toda la vida y se ha convertido en mi lema a la hora de guiar a mis estudiantes de posgrado.

VietNamNetVietNamNet16/11/2025

El Día del Maestro vietnamita de este año se celebra en un contexto muy especial: el Partido ha emitido la Resolución 71 sobre educación y formación, la Asamblea Nacional ha aprobado por primera vez la Ley de Maestros y se prepara para considerar y modificar simultáneamente la Ley de Educación, la Ley de Educación Superior, la Ley de Formación Profesional y emitir una Resolución sobre el desarrollo de la educación en la próxima sesión.

No se trata solo de documentos legales, sino de una afirmación de que la educación se está convirtiendo en un pilar estratégico del país, y los docentes están en el centro de esa innovación.

En un ambiente de gratitud, recuerdo mi propio camino: el sinuoso camino de alguien que intentó "evitar" la carrera docente, pero que finalmente llegó a ella con paz, orgullo y gratitud.

Foto: Trong Tung

Mi primer sueño fue ser médica, quizá inspirada por mi madre, una doctora que salvó innumerables vidas y a quien sus pacientes consideraban como un segundo hijo. En cuanto a ser maestra… ¡lo evité! Muchas generaciones de mi familia se dedicaron a la docencia, hasta el punto de que los adultos siempre me aconsejaban que buscara otra profesión porque, en aquella época, «Escritores, maestros y locutores: tres familias juntas equivalen a dos familias pobres».

Mi infancia en Phu Tho estuvo ligada a comidas de tortas de yuca rellenas de palillos: una especie de torta sin relleno, en la que hay que usar palillos para pinchar el centro y crear un hueco donde se absorba el caldo. A pesar de la pobreza, aquella cocina sencilla siempre resonaba con las risas de una familia de maestros, personas muy cariñosas a pesar de su carencia material.

Y, sin embargo, por casualidad, terminé siendo profesor y luego director de un programa de doctorado. A veces también creo en el karma, en la influencia de las bendiciones de los ancestros, en la creencia de que hay cosas que no puedo evitar, ni necesito evitar. Porque, al final, me siento feliz en mi carrera docente. Feliz de poder acompañar a los estudiantes, de presenciar cómo se desarrolla su camino, de ser testigo de los cambios silenciosos en su pensamiento, en su actitud, en las aspiraciones de cada persona.

Para mí, ser profesor es como remar en una barca. Cada barca es un grupo de estudiantes, un viaje para impartir conocimiento y encender en ellos la llama de explorar el mundo . El barquero no espera nada para sí mismo, solo que los pasajeros lleguen a la otra orilla sanos y salvos; del mismo modo, un profesor no espera nada más que sus alumnos sean mejores que él, que sean felices con sus vidas y, si es posible, que sirvan al país con la capacidad y la fe que han cultivado durante su aprendizaje.

El mayor valor de la educación no reside solo en el conocimiento, sino también en la "sed de conocimiento" que impulsa a las personas a querer siempre aprender más, explorar más, alcanzar nuevas metas.

Mi padre dijo una vez: «La educación es un cuaderno sin última página». Esa frase me ha acompañado toda la vida y se ha convertido en un lema cuando guío a mis estudiantes de doctorado. Siempre espero que no vean el doctorado como el final, sino como el punto de partida de un viaje más amplio: un viaje de aprendizaje sobre lo que les apasiona y de amor por lo que aprenden.

Al reflexionar sobre mi trayectoria como docente, comprendo profundamente algo: mostrar gratitud a los maestros no se limita a buenos deseos, ramos de flores o ceremonias solemnes. Mostrar gratitud a los maestros es, ante todo, crear un entorno que les permita contribuir, infundirles la convicción de que la sociedad valora su labor, permitiéndoles ser maestros en el verdadero sentido de la palabra: no sujetos a procedimientos, logros o presiones invisibles, sino cultivando con dedicación la inteligencia y la personalidad de las nuevas generaciones.

Especialmente en este momento, cuando el país atraviesa un período de profunda transformación y el mundo cambia constantemente, exigiendo nuevas capacidades, habilidades y creatividad, el papel del profesorado cobra mayor relevancia. La Resolución 71, la Ley del Profesorado y las leyes educativas revisadas representan grandes esfuerzos del Estado para perfeccionar la institución, proteger, apoyar y promover al profesorado: aquellos que, con su contribución silenciosa, crean los valores más perdurables. Sin docentes comprometidos, no habrá recursos humanos de alta calidad; sin docentes que guíen el camino, no habrá un equipo de intelectuales que lideren la integración, la transformación digital y la innovación; sin docentes inspiradores, no habrá una generación joven que se atreva a soñar, a aspirar, a ir más allá de los límites establecidos.

Creo que el futuro del país reside en las aulas de hoy, donde cada docente siembra las semillas del conocimiento, cultiva el carácter y enciende en la juventud el deseo de contribuir. Por eso, el Día del Maestro no es solo una celebración; es un recordatorio de que el desarrollo educativo debe ir de la mano con el reconocimiento y la protección del personal docente. Cuando se respeta a los maestros, la educación se desarrolla. Cuando la educación se desarrolla, el país progresa. Y creo firmemente que la educación es la principal política nacional, pues determina el futuro del país.

Para mí, estar agradecida a mis maestros es también estar agradecida al destino que me trajo a esta profesión, a las enseñanzas de mi familia, de mi infancia, de los maestros que me formaron y de los estudiantes que me ayudaron a crecer cada día. Ser docente es una hermosa vocación: a veces ardua, a veces tranquila, pero siempre con un gran significado: contribuir a la construcción de un Vietnam fuerte, humano y abierto.

En esta época de gratitud, espero que la sociedad brinde más amor, compasión y generosidad a quienes cada día se encuentran en las aulas, investigando con diligencia y construyendo en silencio ríos de esperanza. Porque en cada paso del desarrollo del país, hoy y mañana, siempre están presentes las huellas de los maestros, siempre las siluetas de ríos silenciosos, siempre la antorcha del conocimiento transmitida de generación en generación, brillando eternamente.

Vietnamnet.vn

Fuente: https://vietnamnet.vn/nguoi-thay-va-nhung-chuyen-do-gioi-mam-tri-thuc-2463216.html


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