En cada comunidad, los lugares y espacios para los rituales del Tet sirven de puente entre la gente y las tradiciones del pasado. La huella cultural del país se refleja claramente en las costumbres preservadas a lo largo de muchas generaciones, asociadas a casas comunales, pagodas o templos, presentes en casi todas las aldeas e incluso en la capital.
Se puede decir que cada antigua aldea vietnamita es un mundo en miniatura, un reino cultural. Existen suficientes edificios comunitarios y religiosos para la vida espiritual de sus residentes: casas comunales, pagodas, templos, santuarios, palacios, posadas, casas comunales, mausoleos, casas de escritura, etc. La vida espiritual del pueblo vietnamita tradicional parece estar conectada por hilos invisibles entre este sistema de espacios, imbuido de sacralidad y misterio, pero también muy rústico y sencillo.
Normalmente, poca gente visita los lugares de culto o de práctica popular, pero durante el Tet, las casas comunales o los lugares de meditación se llenan de gente que viene a ofrecer incienso y participar en actividades comunitarias. En primer lugar, cabe mencionar la casa comunal, centro de las actividades comunitarias del pueblo, pero su función más importante es ser el lugar donde se celebran los rituales de adoración de primavera, donde se ofrece incienso para conmemorar a los fundadores del pueblo y proteger su paz y prosperidad.
Además de las casas comunales, los templos y santuarios también son importantes espacios rituales. Cada comunidad dedica obras arquitectónicas construidas para venerar a un santo o personaje histórico venerado. En Vietnam, los más comunes son los templos construidos para conmemorar a héroes que han contribuido al país o a las contribuciones individuales a la localidad, según leyendas populares. Por lo tanto, el Tet es una ocasión para que la comunidad recuerde estos símbolos sagrados para fortalecer la fe y orar por la protección de la realidad.
Mientras tanto, el papel de equilibrio psicológico para la aldea, desde antes de la formación del estado centralizado basado en la ideología confuciana, lo desempeñaban los templos budistas, donde no solo los budistas, sino cualquier persona, podía acudir en busca de paz. Bajo la sombra de las Tres Joyas, durante la festividad del Tet, la gente admiraba las bondades que Buda ha transmitido de generación en generación tras más de 25 siglos.
Revista Heritage
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