Luis Enrique ayudó al PSG a transformarse por completo. |
Hay partidos en los que los goles no son el primer factor que decide el resultado. Hay enfrentamientos en los que, en el primer segundo, todo se decide, no por casualidad ni por el marcador, sino por un acto simbólico, una declaración fría y sin palabras: “Estamos aquí para estrangularte”.
La final entre el PSG y el Inter fue un ejemplo de este tipo de partido, y la acción tuvo un inicio al estilo del rugby.
Un nuevo concepto táctico
Un pase largo desde media cancha, enviando el balón a la banda izquierda. A primera vista parece un error de aficionado, pero en realidad es un diseño táctico cruel.
El PSG envió el balón de manera proactiva para crear un saque lateral de ataque cerca del último tercio del campo -un verdadero "line-out" en el rugby- para desplegar una presión asfixiante, abrumando al Inter desde el décimo segundo. No fue un disparo, no fue un gran avance, sino una declaración. Una bofetada táctica.
Luis Enrique, con toda la arrogancia de un estratega, no ocultó sus intenciones. No quiere "indagar", no necesita "tiempo para involucrarse".
El PSG de Enrique lo dejó claro desde el primer segundo: serían 90 minutos en los que el rival estaría asfixiado, en estado de pánico, tendría que reaccionar, tendría que sobrevivir, no podría jugar al fútbol como siempre. Y ese fue el comienzo del inevitable colapso del Inter de Milán, el equipo que derrotó al Barcelona en el camino a la final.
El PSG de Luis Enrique ganó merecidamente la Champions League. |
En el fútbol, los saques de banda han sido durante mucho tiempo una situación casi “inofensiva”. El equipo defensor siempre tiene la ventaja. Pero Luis Enrique vio lo que otros no vieron: que era un punto de apoyo desde el que aplicar una presión extrema, convirtiéndolo en el punto de partida de la presión.
Jürgen Klopp aprovechó esto en Liverpool, trayendo desde Dinamarca a un entrenador de saques especializado para marcar la diferencia. Pero el PSG lleva esa idea a un nuevo nivel: el saque de banda es como la jugada inicial de una campaña militar , donde todo el equipo avanza para cortar todos los canales de la pelota del oponente.
Vale la pena mencionar que el Inter no estaba preparado para esto. No tenían un “plan B”, nadie que actuara como punto de tránsito cuando estuvieran rodeados.
Hakan Calhanoglu, del que se esperaba que fuera el “punto de liberación de presión” desde el mediocampo, fue casi invisible. Como resultado, Yann Sommer, el portero que fue el héroe en el partido contra el Barcelona, tuvo que despejar el balón continuamente bajo presión, empujando al equipo local a un prolongado estado de caos. No había salida a la presión, ningún punto de parada, ninguna coordinación de ningún tipo. El Inter se vio arrastrado a una batalla física en la que fue superado por completo.
Luis Enrique cometió un gran error en el Mundial de 2022 cuando convirtió a la selección española en una máquina de pases sin rumbo: más de 1.000 pases contra Marruecos, pero no logró crear ningún avance. Es una imagen de conservadurismo y estancamiento táctico.
Pero Luis Enrique en el PSG es una persona completamente diferente: dinámico, atrevido, sin miedo a romper los principios clásicos. El PSG es actualmente uno de los pocos equipos que se atreven a jugar sin un auténtico delantero centro, y juegan muy bien cuando lo hacen.
Dembélé tiene grandes posibilidades de ganar el Balón de Oro. |
Ousmane Dembélé no es un "falso número 9", sino un "monstruo multitarea" impredecible. Cuando presiona, juega como un centrocampista de área a área.
A la hora de organizar, Dembélé es como un número 10. Al entrar al área, es como un auténtico delantero. Al mismo tiempo, Desire Doue y Khvicha Kvaratskhelia se movían continuamente hacia el interior, formando un triángulo de ataque dinámico, sin necesidad de un preparador como sí lo hacía Karim Benzema con Cristiano Ronaldo. Es el sistema el que crea la brecha, no la necesidad de un “número 9 sacrificial”.
Hakimi es el cuarto delantero. Ya no es un simple lateral sino que participa en el mediocampo, apoyando en la finalización y coordinando triángulos. El sistema del PSG funcionaba como un enjambre de abejas: cada posición estaba intercambiada, cada zona era explotada, cada defensor del Inter tenía que seguir la pelota en lugar de al hombre: una receta para la desintegración.
La victoria proviene del pensamiento estratégico, la derrota del conservadurismo.
Si habláramos de los motivos del fracaso del Inter, probablemente ocuparíamos muchas páginas. Pero al final, es falta de preparación mental.
Simone Inzaghi es pasivo, lento en los cambios y no se atreve a romper la estructura tradicional 3-5-2 aunque sabe que ya no es adecuada. No utilizar a Frattesi ni cambiar a una defensa de 4 hombres significó que el Inter siempre se vio obligado a utilizar una defensa de 5 hombres, pero aún así no fue suficiente para soportar la presión.
Incluso el saque inicial del segundo tiempo, algo que parecía inofensivo, fue un símbolo de conservadurismo: un simple pase atrás al central, en lugar de una arriesgada jugada a balón parado como la que hizo el PSG al inicio del partido. Fue entonces cuando la gente se dio cuenta: este partido se decidía por la voluntad y la visión táctica, no por la técnica individual o la suerte.
Esta final no es sólo un duelo entre dos equipos, sino también una transferencia de pensamiento táctico entre lo viejo y lo nuevo. Luis Enrique -con aquella patada de rugby- lanzó una señal de alarma para el resto del fútbol europeo: la flexibilidad, el coraje para cambiar y la capacidad de aprovechar cada pequeño detalle (como un saque de banda) serán una ventaja vital en el fútbol moderno.
No hay espacio para delanteros estáticos. No hay tiempo para “probar” primeras rondas. No más “pausas” en el juego. Desde el primer minuto hasta el último, cada acción puede ser un golpe táctico. Y en ese universo, el PSG de Luis Enrique es el pionero: no el equipo más tradicional, pero quizá el más… atrevido.
Fuente: https://znews.vn/psg-ve-lai-ban-do-chien-thuat-bong-da-hien-dai-post1557509.html
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