Si bien los humanos siguen trabajando arduamente en la tecnología del camuflaje, desde capas de invisibilidad hasta aeronaves invisibles al radar, en las profundidades del océano es donde nacen los maestros en el arte de desaparecer.
Uno de ellos es el leptocéfalo, la larva del pez anguila, que tiene una forma extraña y es casi completamente transparente, lo que hace que casi se "disuelva" en el agua circundante.
El Leptocephalus tiene una forma extraña y es casi completamente transparente (Fuente: Gug Underwater).
Leptocephalus tiene una forma delgada y plana, parecida a una hoja, de apenas unos centímetros de largo. Su cuerpo es casi incoloro, sin escamas y carece de aletas definidas.
El leptocéfalo es casi completamente transparente, reconocible únicamente por sus pequeños ojos negros y su intestino translúcido. Gracias a esta capacidad, escapa a la vista de la mayoría de los depredadores.
La milagrosa capacidad de camuflaje del leptocéfalo proviene de su singular estructura biológica.
Su cuerpo carece de melanina, el pigmento que da color a la mayoría de los organismos. Sus tejidos están muy poco organizados y su densidad celular es extremadamente baja. Esto permite que la luz lo atraviese en lugar de reflejarse o absorberse, haciéndolo casi invisible.
Además, todo el cuerpo del leptocéfalo está lleno de un gel biológico transparente llamado glicosaminoglicano.
Esta sustancia actúa como sustituto de la mayor parte del músculo y, además, almacena energía para el proceso de desarrollo. Es esta estructura ligera, «hueca» y gel transparente lo que hace que el cuerpo de la larva de anguila parezca una gelatina flotando en el océano.
Cabe destacar que el leptocéfalo también posee una característica fisiológica inusual: una tasa metabólica muy baja. Esta criatura no caza presas, sino que se alimenta filtrando plancton del agua de mar.

El cuerpo entero del leptocéfalo es casi transparente, solo reconocible por sus pequeños ojos negros y un intestino translúcido (Foto: Getty).
Debido a su escaso consumo energético, el cuerpo prácticamente no produce desechos. Esto minimiza las señales biológicas que podrían detectar los depredadores y limita cualquier movimiento innecesario.
En un estudio publicado en la revista Science Advances en 2020, los científicos descubrieron que muchas especies marinas tienen la capacidad de ajustar la forma en que la luz interactúa con sus cuerpos para lograr un camuflaje óptimo.
Lo llaman dispersión direccional de la luz, donde la luz se dispersa de forma que se minimice la reflexión, evitando así su detección.
Aunque no se ha confirmado que el leptocéfalo posea las proteínas especializadas que se encuentran en otros organismos transparentes, su estructura corporal simple, junto con su gel de glicosaminoglicanos, lo convierte en un modelo ideal para estudiar materiales biológicamente transparentes.
Con su capacidad para "desaparecer" casi a la perfección en su hábitat, el leptocéfalo no solo es un testimonio viviente de la sofisticación de la naturaleza, sino que también abre muchas nuevas direcciones para la ciencia y la tecnología.
Fuente: https://dantri.com.vn/khoa-hoc/sinh-vat-nho-be-trong-long-dai-duong-so-huu-ky-nang-nguy-trang-sieu-dang-20250916110401250.htm






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