Todas las miradas ahora se dirigen a Lamine Yamal. |
En el mundo del fútbol actual, donde las redes sociales y los medios de comunicación lo dominan prácticamente todo, el Balón de Oro, antaño símbolo de la excelencia individual, se está convirtiendo poco a poco en un juego visual. Una carrera que ya no refleja plenamente el verdadero esfuerzo, la dedicación ni la influencia de los jugadores, sino que solo persigue el glamour y la controversia.
El reciente partido entre España y Francia es un ejemplo típico. Un partido de primera categoría entre los campeones de Europa y los subcampeones del mundo, pero en lugar de analizar el estilo de juego, la táctica o el rendimiento colectivo, la mayoría de los medios se centraron en la pregunta: "¿Quién, entre Ousmane Dembélé y Lamine Yamal, merece más ganar el Balón de Oro?". Como si el partido fuera solo un escenario donde dos individuos compitieran por el título. Como si Pedri, Vitinha o las grandes actuaciones de la selección española no existieran.
Ese enfoque no solo devalúa el juego, sino que también refleja la visión cambiante del fútbol actual: simplificada, superficial y dominada por la forma. Los elogios individuales se consideran ahora el objetivo final, en lugar del simple reconocimiento en un panorama mucho más amplio: el fútbol es un deporte de equipo.
Los medios de comunicación tienen la culpa de exagerar las competiciones individuales. Usan la excusa de "satisfacer los gustos del público" para crear debates superficiales, pero en realidad, el objetivo es atraer la interacción y las opiniones. El Balón de Oro se convierte así en un drama de larga duración, construido como un concurso de belleza, donde quien recibe más atención tiene más posibilidades de ganar.
Lamine Yamal es un fuerte candidato al Balón de Oro. |
El absurdo es aún más evidente al observar la sociedad en general. Un estudio reciente del profesor Miguel Ángel Martínez-González, principal experto en salud pública de España, advirtió que el coeficiente intelectual humano promedio está disminuyendo significativamente debido al impacto del uso excesivo de dispositivos electrónicos. Afirmó que más del 5% de la inteligencia ha desaparecido en los últimos 10 años. Y si observamos cómo la comunidad, especialmente los jóvenes, discute sobre el Balón de Oro a diario como si fuera lo más importante del mundo, quizás tenga razón.
Al fin y al cabo, el fútbol es un deporte de equipo. La combinación perfecta, el sacrificio discreto, el ingenio táctico: estas son las características que hacen que el juego sea verdaderamente hermoso. Pero hoy en día, un solo gol espectacular, un momento destacado viral, basta para convertir a alguien en uno de los principales candidatos al Balón de Oro.
No negamos el valor simbólico de este título. Pero cuando se exagera, eclipsando los valores fundamentales del partido, deja de ser un honor digno y se convierte en una peligrosa desviación.
Lo más preocupante es que esta desviación se considera normal. Es como si el fútbol ya no fuera un campo de juego colectivo, sino solo un lugar donde compiten unas pocas estrellas, promovido por los medios de comunicación.
Es hora de dar un paso atrás. El fútbol no se trata solo de trofeos individuales. Lo que hace que el juego sea realmente atractivo es el equipo, las emociones, las tácticas, los momentos que no se pueden medir con trofeos. Y el valor de un jugador no reside en el trofeo brillante, sino en cómo contribuye al éxito general del equipo, de forma discreta pero persistente.
Fuente: https://znews.vn/su-vo-ly-cua-qua-bong-vang-post1558679.html
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