Una vez más, la afición tailandesa tuvo que marcharse decepcionada. En el Estadio Kanchanaburi, que se esperaba que se convirtiera en una meca del fútbol, ​​los "Elefantes de Guerra" solo dejaron una imagen descoordinada e inclinaron la cabeza ante su oponente, Irak .

El entrenador Masatada Ishii llegó a la final con una nueva fórmula: tres delanteros alineados uno al lado del otro, mientras que en el mediocampo sólo quedaba un jugador para defender.

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Tailandia tuvo un partido flojo en todos los aspectos. Foto: Changsuek

Desafortunadamente, no fue una iniciativa táctica, sino más bien un juego temerario. El equipo iraquí no necesitó mucho esfuerzo para asfixiar al mediocampo, mientras los delanteros tailandeses corrían como perdidos.

El eterno problema de no poder jugar balones altos ha quedado al descubierto. Un simple centro puede dejar a las defensas tambaleándose. El problema lleva años sin solución.

El entrenador cambió, los jugadores cambiaron, pero la portería tailandesa seguía abierta cada vez que el rival lanzaba el balón. Era difícil creer que este equipo quisiera pisar el continente y se hubiera fijado el objetivo de la Copa Mundial de 2026.

Los jugadores que se esperaba que jugaran también jugaron como si estuvieran dormidos. Poramet Arjvirai estaba pálido como un fantasma, incapaz de mostrar la imagen de un delantero recién llegado al fútbol japonés (Jubilo Iwata).

Supachai Chaided, quien se esperaba que siguiera los pasos de Teerasil Dangda, desperdició una oportunidad de oro en el tiempo añadido con un disparo que se fue desviado como si fuera un despeje. Cuando el delantero principal tiembla frente a la portería, ¿cómo podemos hablar del sueño de ganar el campeonato?

Por el contrario, cuando Chanathip y Jaroensak Wonggorn aparecieron en la segunda mitad, el público vio una Tailandia con ideas, con algunos movimientos creativos.

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Chanathip entró al campo para dejar su huella, pero no lo suficiente como para marcar la diferencia. Foto: Changsuek

Pero la decisión de dejarlos en la banca desde el principio del partido hizo que todos se preguntaran: ¿por qué esperar a que todo se desmoronara para jugar la mejor carta? El Sr. Ishii volvió a perder puntos.

Puede que el árbitro haya sido incompetente, causando controversia y casi provocando que el juego se desmoronara, pero eso no es excusa para fracasar.

Tailandia perdió por su propia culpa, por su estilo de juego fundamentalmente equivocado y por la debilidad de sus piernas irresponsables, así como por las limitaciones tácticas cada vez más obvias del entrenador Ishii.

La Copa del Rey fue originalmente un escenario para que Tailandia y el entrenador Ishii superaran la presión después de una crisis prolongada, desde la Copa ASEAN 2024 hasta las eliminatorias de la Copa Asiática 2027.

Sin embargo, el torneo se ha convertido ahora en un espejo de la verdad: a este equipo todavía le falta coraje, le faltan ideas y le falta la confianza de los aficionados.

La noche en Kanchanaburi no terminó con un triunfo, sino con amargura: Tailandia seguía siendo el "rey" sólo en sueños, pero en realidad la copa volvió a caer en manos de otro.

(Según Siam Sport)

Fuente: https://vietnamnet.vn/tuyen-thai-lan-thua-iraq-o-king-s-cup-bi-bao-chi-danh-toi-ta-2440457.html