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Hola agosto, hola primeros días de otoño.

(DN) - Agosto ya llegó. No hace falta mirar el calendario ni escuchar el pronóstico del tiempo; con solo despertar una mañana, abrir la ventana y percibir un aroma muy ligero y especial en el aire, sé que el otoño ha llamado a la puerta. Muy tenuemente, pero así, se cuela en mi corazón. Como si alguien hubiera pasado por mi vida, sin tiempo para decir una palabra, pero dejando una sensación persistente.

Báo Đồng NaiBáo Đồng Nai28/07/2025

Foto: Internet

Hola agosto, mes de cambios sutiles. El cielo ha dejado de caer los chaparrones repentinos de julio. El sol ya no brilla con la intensidad de los rojos días de verano. El viento ya no es cálido y sofocante, sino que trae consigo una brisa fresca, ligera como una caricia en el cabello. Las hojas aún son verdes, pero algunas ya han empezado a cambiar de color, cayendo silenciosamente como si presintieran lo que se avecina. No sé por qué siento una extraña emoción cada vez que llega el otoño. Menos bullicioso que la primavera, menos apasionado que el verano, menos sombrío que el invierno, el otoño es la estación de las almas que maduran, lo suficientemente mayores para sentir nostalgia, lo suficientemente jóvenes para seguir soñando. Y agosto es el primer saludo del otoño.

Una vez oí decir que agosto es un mes de transición. Entre el calor abrasador y el frescor suficiente para que te apetezca una taza de café caliente. Entre la llovizna persistente y el suave sol otoñal que poco a poco va llenando los huecos. Entre las preocupaciones sin nombre y algunas tareas veraniegas pendientes. Agosto es el mes en que aún no hemos olvidado el ajetreo y el bullicio, y aún no nos hemos sumergido por completo en el silencio. Así que nuestros corazones vacilan como si estuviéramos en el umbral, sin saber si seguir adelante o volver a mirar una vez más…

Para mí, el otoño siempre está ligado a las pequeñas cosas. Es la mañana en que me lavo la cara con agua fría y siento la piel ligeramente adormecida y fresca. Es cuando termino de secar la ropa, el sol ya no pega fuerte pero aún conserva el aroma a ropa recién lavada. Es cuando voy al trabajo y paso junto a una hilera de árboles que me resulta familiar y de repente veo caer algunas hojas, sin ruido, sin previo aviso, simplemente porque su tiempo en las ramas ha terminado. Esas pequeñas cosas se suman para crear una sensación de suavidad que solo el otoño puede ofrecer.

Cuando era pequeña, cada vez que llegaba agosto, mi madre me decía: «Este mes es el mes de prepararse para la temporada: guarda la ropa de abrigo, saca las camisas de manga larga y plánchalas bien, hija mía». En aquel entonces, solo escuchaba por escuchar, sin prestar atención. Pero ahora lo entiendo. No es que mi madre tuviera miedo al frío, sino que siempre tuvo la costumbre de prepararse con antelación para lo que estaba por venir. Como si esta vida también necesitara plancharse antes de continuar un nuevo viaje. Ahora también he adoptado un poco esa costumbre. Cuando llega agosto, de repente me dan ganas de limpiar la casa, limpiar los marcos de las ventanas y doblar la ropa vieja. A veces sin motivo aparente, simplemente porque me apetece. Quizás esa sea también una forma muy personal de «dar la bienvenida a la estación» para cada uno.

Mi amiga me preguntó: "¿Por qué me siento triste cada vez que llega el otoño, y no sé por qué?". No le respondí de inmediato, porque yo solía sentirme igual. El otoño no entristece a la gente, simplemente nos invita a bajar el ritmo, a escuchar más, y cuando guardamos silencio el tiempo suficiente, empezamos a recordar. Recordar cosas que habíamos olvidado. Recordar un amor puro de nuestros años escolares. Recordar el viejo camino que solíamos recorrer a diario. Recordar a familiares que no hemos visto en mucho tiempo. Y a veces, recordarme a mí misma, esa versión ingenua y soñadora que escribe un diario y cree que si amas con sinceridad, serás correspondido. Son recuerdos que no necesitan ser nítidos, solo necesitan la estación adecuada para que vuelvan a inundarnos.

Me gusta tomar té en los días de otoño. No té con leche, ni té de limón, ni nada sofisticado, solo una taza de té caliente. Sentada en el porche, observo cómo la luz del sol, de un amarillo pálido, se filtra lateralmente sobre la pérgola de buganvillas, saboreando cada sorbo. El té no es aromático, pero su calor reconforta el alma. Y el otoño es igual: no tan brillante como para llamar la atención, pero lo suficientemente apacible como para invitar a quedarse un rato más.

Cuando llega agosto, no espero mucho. Solo espero que mi corazón sea lo suficientemente ligero para sentir el viento, lo suficientemente tranquilo para percibir el aroma de las flores y la hierba, y lo suficientemente apacible para no soltar los días que vivo. Si es posible, que el otoño se detenga un poco, para que cada hoja que cae sea hermosa, cada brisa tenga su propio sonido, y cada mañana al despertar, agradezca seguir viva bajo el cielo otoñal.

Ha Linh

Fuente: https://baodongnai.com.vn/van-hoa/chao-nhe-yeu-thuong/202507/chao-thang-tam-chao-nhung-ngay-chom-thu-c2a1c3f/


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