Lo que es especialmente desgarrador es que todos los días personas enfermas, ancianos y niños son engañados, obligados a beber leche falsa, medicamentos falsos y medicamentos de mala calidad que se anuncian como una panacea...
Ante esa situación, el Primer Ministro emitió una orden decisiva: establecer un grupo de trabajo especial y lanzar una campaña a nivel nacional para acabar con el contrabando y las mercancías falsificadas . No se trata de una simple campaña de inspecciones, sino de una firme declaración de acción por parte de un Gobierno que no aceptará compromisos con la deshonestidad y la ilegalidad.
Este también es el momento de que toda la sociedad responda, porque no podemos construir una economía fuerte si las bases del mercado están socavadas por el engaño. Y no puede haber una nación fuerte si la gente decente está siempre en desventaja en su propio campo de juego.
La pérdida no es sólo material
El contrabando, las mercancías falsificadas y de mala calidad causan grandes pérdidas a los ingresos presupuestarios, sofocan la motivación de la producción interna y erosionan la confianza de los inversores. Pero lo que es más grave, amenaza directamente la salud pública cuando medicamentos falsos, alimentos contaminados y productos de mala calidad inundan el mercado.
La presencia persistente de productos falsificados y de contrabando también es un signo de leyes cuestionables, una gobernanza laxa y una ética empresarial erosionada. Si los consumidores ya no saben en qué confiar y si las empresas honestas se ven abrumadas por las que ofrecen métodos "rápidos y sucios", ¿qué queda para hablar de una economía sana?
Acción decisiva del líder
El Primer Ministro no sólo pidió un tratamiento estricto sino que además lanzó personalmente un movimiento de emulación nacional, asignando tareas específicas a cada localidad y a cada ministerio. Se ha creado un grupo de trabajo especial y equipos de inspección interdisciplinarios acudirán al lugar, solicitarán y se ocuparán de las responsabilidades si las autoridades locales permiten que haya negligencia.
Esta campaña cumbre no se trata de "capturar unos pocos casos para obtener logros", sino de cambiar el enfoque: de la reacción pasiva a la represión proactiva, del manejo individual a la coordinación del sistema, de la lucha caso por caso a la lucha con las instituciones, la tecnología y la cultura.
La lucha contra el contrabando y la falsificación no se limita a la coerción.
Es cierto que quienes colaboran en el contrabando y la producción de productos falsificados deben ser castigados severamente, incluso procesados penalmente. Pero si sólo recurrimos a medidas coercitivas, sólo tocaremos la punta. Para curarlo de raíz, debemos combatirlo con cultura, bondad, educación y comunicación.
Desde la escuela, los estudiantes necesitan aprender sobre la cultura del consumo, el valor de los productos reales y la ética en la producción y los negocios. En la comunidad es necesario honrar a los productores honestos y fomentar el consumo responsable. En cada familia, cada madre y cada padre deben enseñar a sus hijos a distinguir el bien del mal a partir del envase de un producto.
Una nación es verdaderamente fuerte sólo cuando el buen comportamiento se convierte en la norma y el mal comportamiento no se tolera.
Los consumidores son la primera línea de defensa
Nadie puede falsificar si no hay consumidores dispuestos a comprar productos falsificados. Por lo tanto, el papel del consumidor es clave. Una comunidad de consumidores inteligente y bien informado, con una actitud firme de decir no a los productos falsos, imitados y de mala calidad, hará que todos los actos fraudulentos sean poco rentables.
Los consumidores necesitan acceso a información transparente, necesitan herramientas para rastrear el origen, comparar precios y calidad. Y, sobre todo, se necesitan respeto propio y espíritu cívico, porque comprar productos falsificados no sólo te perjudica, sino que también contribuye al crimen.
No se puede echar toda la culpa al gobierno
El gobierno, por más fuerte que sea, necesita el apoyo de los ministerios, de las sedes, de las localidades, de las organizaciones y de la gente en esta lucha. Las organizaciones sociales, especialmente las asociaciones de protección del consumidor, las asociaciones industriales, la prensa y las redes de medios de comunicación, necesitan desempeñar un papel más proactivo.
Es necesaria una campaña de comunicación a gran escala sobre el consumo ético. Es necesario que la comunidad monitoree las redes de contrabando. Y es necesario que exista un mecanismo para que las organizaciones sociales recomienden políticas, critiquen las lagunas institucionales y apoyen a los consumidores cuando se violan sus derechos.
Por un entorno empresarial honesto y un desarrollo sostenible
Esta campaña para acabar con el contrabando y las mercancías falsificadas, si se lleva a cabo con seriedad y en sincronía, no sólo eliminará una serie de violaciones, sino que, lo que es más importante, restablecerá la confianza en el mercado y en la ley.
El Gobierno ha enviado una señal clara. Es necesario involucrar a todo el sistema político. Y lo que es más importante, cada ciudadano, cada empresa, cada organización social deben actuar juntos por un objetivo común: crear un entorno empresarial honesto, un mercado transparente y un país con desarrollo sostenible desde las raíces culturales hasta la superestructura institucional.
No fue sólo una barrida. Es una innovación moral de mercado. Y eso es lo que este país necesita desesperadamente para entrar en una nueva era.
Fuente: https://baolangson.vn/chong-buon-lau-hang-gia-menh-lenh-hanh-dong-vi-loi-ich-quoc-gia-5047262.html
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