Ese lugar es una tierra lejana, a medio mundo de Hue . Pero tal vez la distancia geográfica ya no exista cuando uno toca las familiares imágenes verdes del hogar.
"Aquí todas las casas tienen amplios jardines. La gente suele plantar césped y muchas rosas", compartiste.
Pero quizás ese espacio verde fresco y refrescante no podía saciar la nostalgia de quienes vivían lejos. Así que te tomaste la molestia de "traer" contigo el jardín familiar de tu ciudad natal.
Ocupada con el trabajo y cuidando a los niños, hace mucho que no vuelvo a Hue de visita, y la extraño muchísimo. Extraño las manos de mi madre, manchadas de barro. Extraño el jardín donde me despertaba cada mañana, oliendo la tenue fragancia de guayaba y yaca. El aroma terroso de la tierra impregnaba el aire de rocío. Incluso extraño el plato de "sopa de bigotes de camarón con intestinos de calabaza" que se convirtió en parte de mis lecciones de infancia... Mi amiga susurraba, en cada mensaje de texto, mientras me contaba sobre el huerto que se parecía a su ciudad natal.
Tus sentidas palabras me recuerdan el campo frutero de mi infancia.
Allí, enero comienza con hileras de coles jóvenes que crecen rápidamente. Pequeñas plántulas de calabaza, recién plantadas por mi madre, brotan y florecen rápidamente con hojas regordetas del tamaño de orejas de elefante. Los capullos, que apenas comienzan a florecer, dan fruto en un instante, creciendo lo suficientemente altos como para tocar el suelo. Allí, mayo arde dorado sobre la piel bronceada de las calabazas, cada fruto tan grande como una canasta pequeña. Luego llega el otoño con un frío fugaz, tiñendo las hileras de coles, nebulosas y soñadoras, cuya juventud ya pasó.
Entonces, sin darnos cuenta, crecimos, junto con las calabazas y los calabacines. Allí, los años se contaban por las estaciones de la fruta, por las gotas de sudor, por los hombros de la madre encorvados, y las calabazas y los calabacines creciendo...
Esa vasta tierra natal alberga las dificultades de las tormentas y los sueños de la juventud, dejados atrás por las estaciones floridas. Es la tierra natal, impresa en la forma de los niños, oculta en la memoria, recordada en la distancia, recordada al crecer hasta la edad adulta...
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