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¡Bienvenido el diluvio!

Cuando el nivel del agua del río se tiñe lentamente de rojo, también es el momento en que los habitantes del delta del Mekong se preparan para recibir la nueva temporada de inundaciones. Aunque las inundaciones ya no son como antes, quienes nacieron y crecieron en las tierras aluviales aún tienen cierta expectativa y espera...

Báo An GiangBáo An Giang26/06/2025

Al cruzar el río Hau por la tarde, me conmovió darme cuenta de que la temporada de inundaciones se acercaba a la llanura del delta. Unas ramas de jacinto de agua seguían el agua río arriba, cubriendo de verde las manchas rojizas de aluvión. De pequeños, conocíamos la temporada de inundaciones. En la mente de nuestros hijos, la temporada de inundaciones era como una amiga que llegaba de forma natural; tras unos meses de inundar los campos, remitía.

En la década de los 90 del siglo pasado, la temporada de inundaciones llegaba y pasaba en una fecha casi fija. Cada año, el quinto día del quinto mes lunar, la gente de mi pueblo solía llamarlo el momento en que el agua "pasaba" de clara a turbia. En esa época, todas las familias preparaban banh xeo para celebrar el Tet de "medio año". Los aldeanos también empezaron a recordar los aparejos de pesca que dejaban en la cocina o en el patio, porque se acercaba la temporada de pesca.

Mi padre también fue apresuradamente al jardín a elegir unos bambúes viejos con troncos grandes para talarlos. Dijo que debíamos cortarlos con antelación para que, cuando necesitáramos construir un puente, pudiéramos usarlos de inmediato. Como mi casa estaba lejos, en el campo, a casi cien metros de la carretera principal, necesitábamos un puente de bambú para desplazarnos. En aquella época, casi todas las casas de ese barrio pobre dependían de un puente de bambú para entrar y salir cómodamente. Después de cortar el bambú, mi padre sacó la vieja red de pescar y remendó los desgarros. Durante los meses en que los campos se inundaban, la red de pesca era el medio de vida de la familia...

En el sexto mes lunar, el agua inundó los campos, dejando manchas blancas en los campos lejanos. En ese momento, todas las familias que aún tenían cosechas se apresuraban a terminarla para "escapar de la inundación". Mi padre también llevó el sampán al pueblo para sellarlo con plástico, preparándolo como medio de pesca para los siguientes meses de deriva. Para mi padre, el sampán era un recuerdo de mi bisabuelo, así que tuvo que conservarlo con esmero.

En julio, el agua se desbordó. Varias especies de peces linh, peces cabeza de serpiente y percas aparecieron en el mercado. Mamá compró trampas para que mis hermanos y yo pescáramos peces cabeza de serpiente mariposa y peces cabeza de serpiente rayados. En esa época, los dos chicos con el pelo rapado comenzaron su "sustento". Desafortunadamente, el pescado que pescaban a diario solo alcanzaba para cocinar, pero les picaban hormigas rojas y les daba sarna...

Luego, en el octavo mes lunar, el agua subió muy rápido. Por la mañana, el agua todavía les llegaba a la cintura a los niños. Al mediodía, les llegaba al pecho. Mi padre también había construido un puente de bambú para hacer un camino. Después de unos días, el puente se elevó unos centímetros. Mis hermanos y yo también teníamos un lugar para jugar. Los bananos estaban en la ladera de la colina, y si el agua nos llegaba a los pies, morirían. Los bajamos para hacer balsas. En las balsas, celebramos el Festival del Medio Otoño con faroles caseros hechos con latas.

La marea de agosto también era la época de la pesca. Mi padre fue a pescar. Para su conveniencia, recogió algunos brotes de espinaca de agua que flotaban en la superficie y racimos de flores silvestres de mimosa acuática para que mi madre preparara una sopa agria. La sencilla bandeja de la cena bajo el sencillo techo de paja nos reconfortaba cuando éramos niños. En aquella época, creíamos que todo era inmutable, sin saber que el tiempo nunca volvería...

Poco a poco, crecimos y nos dedicamos a buscar el futuro. El viejo rincón de nuestro pueblo también quedó en el pasado. La pobre aldea con más de una docena de casas en medio de los campos ya no existía, dando paso a una nueva y espaciosa zona residencial. Luego, la temporada de inundaciones no regresó. ¡Al igual que mi madre ya no estaba ocupada con la sencilla cocina preparando la cena ese año!

Hasta ahora, sigo buscando distraídamente la temporada de inundaciones en la zona río arriba. Cada vez que regreso a la época de inundaciones, las imágenes de antaño parecen cobrar vida. Allí, débilmente, la risa nítida de los niños bañándose en el campo al mediodía. Allí, también está la imagen de mis hermanos y yo cargando cubos para visitar las redes de pesca cada mañana y cada tarde...

THANH TIEN

Fuente: https://baoangiang.com.vn/don-lu--a423238.html


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