Cuando las inundaciones exponen la pobreza
En medio del vasto mar que cubre el Delta Norte, los precarios techos de chapa ondulada aún se yerguen solitarios como salvavidas. Perdidos en las aguas turbias, dentro hay gente sentada con las rodillas en alto, esperando ser rescatados.
Nadie podría haber imaginado que en el siglo XXI, una sola tormenta podría convertir esas frágiles casas con techo de hojalata en la diferencia entre la vida y la muerte. Y por primera vez en muchos años, Vietnam tuvo que pedir ayuda urgente a la comunidad internacional.
La tormenta número 11 provocó que muchas casas en la comuna de Hop Thinh, provincia de Bac Ninh, quedaran sumergidas bajo el agua.
La tormenta número 11, llamada internacionalmente Matmo, no es la tormenta más fuerte, pero las estadísticas preliminares hasta el momento muestran que 15 personas han muerto o desaparecido, 7 personas han resultado heridas y más de 16.900 casas han sido inundadas (concentradas en Cao Bang, Thai Nguyen, Lang Son y Hanoi ).
Las pérdidas económicas superaron los 35 billones de VND, equivalentes a 1.300 millones de dólares, lo que redujo el PIB en un 0,2 %. Pero la cifra es solo la punta del iceberg. Lo oculto son las lágrimas de la gente, la impotencia de ver cómo se desperdiciaban sus vidas y sus bienes.
En Thai Nguyen, unas 5.450 casas resultaron dañadas. En Bac Ninh, pequeños barrios quedaron con solo techos que subían y bajaban como islas aisladas.
Una joven que acababa de abrir un spa lloró al ver cómo se hundía todo su negocio. Un funeral tuvo que ser llevado en barco. Una anciana sostenía un gato mojado bajo un techo de hojalata descolorido. Estas imágenes ya no eran una tragedia personal, sino una tragedia de pobreza: pobreza de bienes materiales, pobreza de la capacidad de defenderse de la naturaleza.
Mucha gente, especialmente en zonas remotas y rurales de Vietnam, todavía vive en casas rudimentarias que no pueden soportar una temporada de lluvias inusual.
Hacia el pueblo
Mientras los gritos de socorro resonaban desde los tejados de las casas inundadas, decenas de miles de personas no podían dormir. Casi 30.000 soldados, 11.500 policías, miles de milicianos, jóvenes y personas de otras provincias acudieron en masa a las zonas inundadas. Caravanas de vehículos transportaban fideos instantáneos, agua potable, chalecos salvavidas y mantas abrigadas. Seis aviones del Ministerio de Defensa Nacional transportaban continuamente ayuda humanitaria. Los policías cargaban a ancianos a la espalda y sostenían a niños. Los jóvenes soldados se sumergían en agua fría para proteger los diques, construir refugios y cocinar arroz para la población.
En medio del mar, los soldados de camisa verde han creado la imagen más confiable del país: unido, resistente y silencioso.
El primer ministro Pham Minh Chinh estuvo presente en la zona inundada, mientras el agua aún no había retrocedido. Esa misma noche, dio instrucciones de inmediato: "A toda costa, no permitan que la gente pase hambre, esté desprovista de ropa y duerma en el suelo". Los viceprimeros ministros se dispersaron al lugar. Se celebraron reuniones urgentes día y noche. El aparato ejecutivo nacional trabajó en un contexto de lucha contra desastres naturales y de mantenimiento de la estabilidad económica.
Y en ese momento, vimos claramente un Vietnam unido, con las manos extendidas unos hacia otros.
Cuando Vietnam llama al mundo
En la tarde del 9 de octubre, el Ministerio de Agricultura y Medio Ambiente se reunió con más de 20 organizaciones internacionales y embajadas. El viceministro Nguyen Hoang Hiep expresó una frase muy acertada: «Algunos problemas han superado la tolerancia de la población».
Basta de lenguaje diplomático, basta de cifras sin emoción. Estas son las palabras sinceras de muchas personas agotadas que necesitan ayuda tras demasiadas tormentas, inundaciones y desastres naturales.
En la reunión, la Sra. Pauline Tamesis, Coordinadora Residente de la ONU en Vietnam, solicitó apoyo urgente para las localidades afectadas, ya que las necesidades actuales son enormes y urgentes. "Muchas familias han perdido sus hogares, sus medios de vida e incluso a sus seres queridos. Nuestra acción colectiva puede ser un salvavidas para quienes luchan contra las consecuencias de los desastres naturales", afirmó.
Los desastres naturales se han convertido en un problema global. Vietnam, el país más afectado por el cambio climático en el Sudeste Asiático, está pagando el precio de los cambios que no implementó. En tales circunstancias, llamar la atención del mundo no es un acto de debilidad, sino una muestra de valentía.
Levantándose de las aguas embravecidas
La tormenta ha pasado. Ha parado de llover. Pero en Thai Nguyen, Bac Ninh, Lang Son y Cao Bang, el agua sigue profunda. Niños flacuchos se sientan en esteras secándose al sol, esperando a que sus libros se sequen para poder volver a la escuela. Un profesor, de pie en medio de una escuela inundada, susurró: «Mientras vivas, empezaremos de nuevo».
Ese simple dicho contiene resistencia y resiliencia.
En medio de ese dolor, los vietnamitas aún sonríen, aún se regalan fideos instantáneos y botellas de agua. Aún hay quienes caminan decenas de kilómetros solo para llevar bolsas de arroz al pueblo vecino. Aún hay jóvenes en Hanói que conducen camiones con chalecos salvavidas a las zonas inundadas. Aún hay ancianos que llevan cartones de leche para ayudar a sus compatriotas.
Hemos sobrevivido a las guerras, hemos salido de las pandemias y ahora debemos aprender a salir de las aguas embravecidas.
A medida que los desastres naturales se vuelven más erráticos, ¿qué podemos hacer para ser más adaptables y resilientes?
Desde el Gobierno hasta el pueblo, ¿cómo debemos cambiar la forma en que nos preparamos, la forma en que vivimos y la forma en que construimos la economía para estar listos para los próximos desastres naturales?
Vietnamnet.vn
Fuente: https://vietnamnet.vn/dung-len-tu-lu-du-2451608.html
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