El casco antiguo de Melilla también se conoce como "El Pueblo". Este nombre se remonta a la época en que los españoles construyeron murallas alrededor de Melilla en el siglo XV. El centro de Melilla se ha mantenido prácticamente intacto desde entonces.
Los visitantes no deben perderse la oportunidad de pasear por el casco antiguo de Melilla, recorriendo sus murallas o sus sinuosas callejuelas. También pueden visitar las cuevas del Convento, que albergaron a generaciones de melillenses durante el asedio de los ejércitos norteafricanos.
El talentoso arquitecto Enrique Nieto, alumno del "padre" del modernismo español, Antoni Gaudí, vivió y trabajó en Melilla durante muchos años. Gracias a Nieto, Melilla cuenta con innumerables obras de arquitectura moderna. Caminar entre dos hileras de casas contiguas, llenas de curvas y motivos que recuerdan a la figura femenina diseñada por Nieto, maravillará incluso a los más exigentes.
La zona con los edificios más modernos se denomina “Triángulo de Oro”, con tres vértices: el palacio municipal, el complejo de apartamentos Casa Melul y la plaza de Menéndez Pelayo.
El litoral de Melilla tiene tan solo 9 km de longitud, pero cuenta con fina arena blanca y tranquilas corrientes oceánicas. En verano, las playas de San Lorenzo, Alcazaba y Ensenada de los Galápagos se llenan de lugareños que acuden a refrescarse, disfrutar de la brisa y jugar con sus familias.
Quienes busquen soledad deberían conducir hacia el norte hasta la playa de Cortados de Aguadú, donde la arena se funde con las laderas rocosas y la brisa mediterránea sopla durante todo el año. Cortados de Aguadú puede calmar a los espíritus más cansados y reavivar la imaginación agotada.
En Melilla habitan cuatro comunidades religiosas principales: judíos, católicos, hindúes y musulmanes. Sus antepasados llegaron a Melilla cuando la ciudad aún era un punto estratégico del imperio español.
A lo largo de los siglos, los miembros de estas comunidades han logrado preservar e integrar sus costumbres y culturas. Esto ha dado lugar a una vida cultural muy diversa en Melilla.
Desde frescos hasta gastronomía local, los visitantes pueden apreciar la huella de diferentes culturas. El mejor momento para disfrutar de la diversidad cultural es la Feria de Melilla, que se celebra cada septiembre, donde se reúnen artistas, artesanos, cocineros... de todo el mundo.
Fuente
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