El economista Joseph Schumpeter mencionó en una ocasión los factores que destruyen las empresas débiles durante las recesiones . Actualmente, si bien no se ha producido una recesión, los altos tipos de interés están ejerciendo presión sobre la actividad económica y es probable que se produzca una oleada de impagos empresariales.
La tasa de quiebras en Estados Unidos está en camino de alcanzar su nivel más alto desde 2010. Las insolvencias han alcanzado un máximo posterior a la crisis financiera en Inglaterra y Gales, y también están aumentando drásticamente en la zona euro.
Allianz prevé que los impagos en las principales economías aumentarán en los próximos años, ya que más empresas tendrán que refinanciar sus deudas a tipos de interés más altos. De hecho, en Estados Unidos vencerán más de 3 billones de dólares en deuda corporativa durante los próximos cinco años.
Esto no es sorprendente. Los tipos de interés han subido al ritmo más rápido de las últimas cuatro décadas, el mercado laboral se está enfriando y la demanda se está ralentizando. Las empresas están agotando sus reservas de efectivo y los costes de los insumos son elevados. Las facturas de energía se disparan, las ayudas gubernamentales por la pandemia se están agotando y los plazos de pago de la deuda se acercan.
El impacto en las empresas y los trabajadores es una cruda realidad. Sin embargo, a largo plazo, esto podría ser positivo. Se trata de un proceso darwiniano de selección natural, pero no está exento de riesgos.
En primer lugar, sería preocupante que las quiebras de empresas «zombie» se extendieran a compañías más grandes y afectaran a las cadenas de suministro. En segundo lugar, los mercados de capital privado han intervenido para apoyar a las empresas, lo que dificulta la evaluación del riesgo de apalancamiento. En tercer lugar, muchas empresas con bajo rendimiento podrían sobrevivir a la recapitalización antes de que suban los tipos de interés.
Hasta ahora, la tensión financiera se ha concentrado en las empresas más apalancadas de los sectores minorista, sanitario, inmobiliario y de la construcción. En el Reino Unido, las pequeñas empresas —con menor impacto sistémico— presentan un mayor riesgo de insolvencia que las grandes. Sin embargo, los reguladores aún deben reforzar la supervisión de los mercados privados para detectar riesgos. Ante todo, la reestructuración debe garantizar una salida fluida de las empresas. Cuanto más se prolongue, mayor será la presión sobre las empresas y la economía.
Para las empresas zombis, si los tipos de interés se mantienen altos durante un periodo prolongado —sobre todo en comparación con la última década—, al menos comenzará a fluir más capital hacia las empresas más grandes. Con la actividad de las startups aún en auge, esto es algo que hay que celebrar, no temer.
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