Ante este requisito, muchas provincias y ciudades han aplicado de forma proactiva modelos de producción agrícola de bajas emisiones, especialmente en el cultivo de arroz, lo que inicialmente ha generado una clara eficiencia tanto en la economía como en el medio ambiente.
Actualmente, el cultivo de arroz de bajas emisiones con las técnicas de "1 siembra, 5 reducciones", "3 reducciones, 3 aumentos", alternancia de inundación y secado, y fertilización razonable ha ayudado a muchas localidades a reducir entre un 10 y un 20 % las semillas, entre un 15 y un 30 % los fertilizantes y entre un 20 y un 25 % el agua de riego, al tiempo que aumenta la productividad, mejora la calidad y genera mayores beneficios de entre 3 y 5 millones de VND/ha por cosecha.
Hanoi también se suma a la tendencia de la producción verde y la reducción de emisiones mediante la aplicación del modelo de cultivo de arroz orgánico (SRI) en una superficie de aproximadamente 50 hectáreas en las comunas de Tien Thang y Yen Lang; y el modelo de cultivo de arroz para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero asociadas con créditos de carbono en las comunas de Ung Hoa, Van Dinh, Phu Xuyen, etc. En particular, al implementar el modelo certificado internacionalmente, los agricultores de Hanoi pueden vender créditos de carbono a un precio de 50-60 USD/tonelada de CO₂.
Los beneficios son dobles: reducir los costes de producción, aumentar los ingresos de los agricultores y, al mismo tiempo, proteger el medio ambiente y contribuir a la respuesta al cambio climático.
Partiendo de esa realidad, en abril de 2024, el Ministerio de Agricultura y Medio Ambiente puso en marcha el Proyecto de producción agrícola para la reducción de emisiones para el período 2025-2035, con el objetivo de reducir al menos un 10% las emisiones totales de gases de efecto invernadero del sector en comparación con 2020. Se trata de una orientación estratégica que requiere la participación simultánea de localidades, empresas, cooperativas y agricultores.
Para implementar con éxito el proyecto, es necesario sincronizar las distintas soluciones. En primer lugar, los ministerios, las ramas y las localidades deben establecer e implementar mecanismos específicos de apoyo financiero y técnico, proporcionar semillas, materiales, tecnología y capacitación en técnicas de manejo de campo para los agricultores; fomentar el uso de tecnología digital y sensores ambientales; optimizar el consumo de agua, fertilizantes y plaguicidas; promover programas de créditos de carbono en la agricultura; apoyar a los agricultores y las cooperativas para que accedan a este mercado; y generar nuevas fuentes de ingresos a partir de la reducción de emisiones.
Al mismo tiempo, es necesario impulsar la creación de modelos de cadena de valor que conecten a agricultores, cooperativas, empresas de procesamiento y consumo, comprometerse a adquirir productos a precios estables y priorizar la distribución y exportación de productos agrícolas que cumplan con los estándares de bajas emisiones. Esto no solo representa una solución económica, sino también una motivación para que los agricultores transformen con confianza sus prácticas agrícolas, orientándolas hacia una producción sostenible.
A nivel macro, los institutos de investigación, las universidades y las empresas tecnológicas deben impulsar la investigación sobre nuevas variedades resistentes a la sequía y la salinidad, adecuadas a las exigencias de un cultivo que reduzca las emisiones; desarrollar equipos de riego que ahorren agua, fertilizantes bioorgánicos y aplicar inteligencia artificial en la predicción meteorológica y la gestión de cultivos, ofreciendo así a los agricultores soluciones integrales en lugar de brindar apoyo en cada paso individual. Más importante aún, las autoridades de todos los niveles deben considerar esto como una tarea a largo plazo, vinculando los objetivos de reducción de emisiones del sector agrícola con el plan anual de desarrollo socioeconómico.
La producción agrícola de bajas emisiones no solo es una solución para afrontar el cambio climático, sino también una estrategia para impulsar la agricultura vietnamita hacia la modernidad, la responsabilidad, la integración profunda y la sostenibilidad. Los beneficios económicos y ambientales están demostrados; la pregunta que queda es si tenemos la suficiente determinación para llevar este modelo a toda la población. La respuesta depende de las acciones de cada localidad, cada sector, los agricultores y el compromiso de toda la sociedad.
Fuente: https://hanoimoi.vn/loi-ich-kep-ve-kinh-te-va-moi-truong-712674.html






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