| La alegre clase del profesor Nhung organizó una reunión para celebrar el 50.º aniversario de la Liberación de la ciudad de Da Nang . Foto: KN |
Cada tarde, cuando la ciudad se ilumina, la pequeña habitación de la Sra. Nhung se ilumina con la mirada entusiasta de sus alumnos. Los alumnos provienen de orígenes muy diversos: algunos son huérfanos, otros llevan trabajando desde la infancia, otros han tenido la intención de abandonar la escuela porque sus padres se divorciaron y su familia atraviesa una situación difícil. Al principio, la Sra. Nhung solo pretendía ser tutora de H., una niña que perdió a su madre, su padre se fue y vivía con su tía sordomuda. Tras dos años de ser su mentora, H. tuvo la confianza suficiente para solicitar entrar en una escuela vocacional y cuidar de su familia. Así, la clase se fue llenando poco a poco gracias al amor de la Sra. Nhung. Dijo que no podía resistirse a esa mirada clara, ávida de conocimiento, así que reordenaba las mesas y sillas en el centro de la sala, abriendo la puerta para recibir a casi 20 alumnos cada día.
Como profesora de Literatura, además de escribir, la Sra. Nhung suele escuchar y compartir la psicología de los estudiantes. En una ocasión, H., un niño que tenía la intención de abandonar la escuela debido al divorcio de sus padres, se sentó en silencio al fondo de la clase. Durante muchas sesiones, H. rara vez tomó un bolígrafo para escribir. Al percibir ese silencio, la Sra. Nhung se acercó con amabilidad y con paciencia inició una conversación. Poco a poco, ayudó a H. a comprender que, aunque la vida no le había dado buena suerte, aún podía decidir su propio camino.
También en esta clase, M., una niña de familia humilde, se conmovió hasta las lágrimas al tener por primera vez un cómic de Doraemon en sus manos. Pasaba lentamente cada página, con una alegría que nunca antes había experimentado. Desde entonces, cada tarde que M. iba a clase era una tarde feliz, donde su maestra y sus amigos la querían y animaban. La Sra. Nhung dijo que no todos tienen las condiciones para ayudar a los demás, pero que, si es posible, por favor, dediquen un poco de tiempo, paciencia y amor a contribuir a los sueños de los menos afortunados.
Admitiendo que solo es una madre temporal, la Sra. Nhung no espera nada a cambio. Su preocupación es cómo ayudar a los niños del futuro a mantenerse firmes, sin importar las circunstancias. Por eso, además de enseñar, también prepara discretamente refrigerios para sus alumnos, a veces una hogaza de pan, a veces un cartón de leche, para que tengan la energía suficiente para continuar su aprendizaje. En particular, todos los meses organiza fiestas de cumpleaños para sus alumnos en su propia aula.
Cualquiera que haya visitado esta pequeña aula puede sentir la atmósfera cálida y cercana. La risa de los estudiantes, combinada con la voz pausada de la maestra, crea un espacio sencillo pero significativo. No hay tableros de logros ni llamativos certificados de mérito, pero este lugar ha formado a niños que saben amar y esforzarse. La historia del "Aula Feliz" se ha convertido en una gran fuente de inspiración para la comunidad. En muchos otros lugares de la ciudad, se han creado clases gratuitas una tras otra, continuando el espíritu de la maestra Nhung. Se puede decir que, en un mundo turbulento, a veces lo que un niño necesita no son solo libros, sino también un brazo tolerante, una mirada alentadora o una palabra de aliento oportuna.
Quizás lo más maravilloso que aporta la Sra. Nhung es enseñar a los niños a amar, a creer en la humanidad, y los niños que crecen en su clase transmitirán esa creencia a sus vidas. Y quién sabe, un día, ellos mismos seguirán difundiendo amor, iluminando la felicidad de otras clases en su día a día.
KY NAM
Fuente: https://baodanang.vn/channel/5433/202504/lop-hoc-hanh-phuc-4003242/






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