Tras graduarse, trabajó en la ciudad, se casó y tuvo dos hijos. Como vivía lejos y no podía visitarla con frecuencia, cuando tenía dinero, hablaba con su esposa para enviarle algo a su madre. Cada vez, le decía por teléfono: «Ya estás vieja, no deberías trabajar más, no seas ahorrativa, debes comer bien para mantenerte sana». En esas ocasiones, su madre se negaba de inmediato, demostrando que no quería aceptarlo. Le decía que en el campo abundan las verduras, que no falta comida y que se pueden criar pollos y patos; que debías ahorrar para cubrir tus gastos, porque en la ciudad todo es caro.
Al ver que su suegra siempre se negaba, pero aun así aceptaba el dinero que su hijo le enviaba, su esposa se molestó. Le dio indirectas y le dijo todo tipo de cosas. Una vez incluso dijo: "Dijo que no lo necesitaba, ¿por qué sigues enviándolo? Además, las familias de tus hermanos están en el campo, mientras que la nuestra necesita tantas cosas...".
Estaba triste, pero no sabía cómo explicarlo. Ese año, durante el verano, convenció a su esposa para que llevara a los niños a visitar a la anciana. Era muy mayor, ¿quién sabría de la escena de los plátanos maduros en el árbol? Dudó, pero finalmente accedió.
Al ver a su hijo menor, a su nuera y a sus nietos regresar al campo, la anciana se puso muy contenta. Tenía dolor de rodilla, pero iba de casa en casa por el barrio para presumir. Esa tarde, cuando su esposo llevó a los niños al río a bañarse, en casa, jaló a su hermana para que se sentara en la cama y le dijo: «¡Mamá quiere hablar contigo!».
Sospechaba un poco, pensando que la anciana quería pedirle dinero mientras su hijo estaba fuera. Pero se sorprendió al verla tomar una bolsita de la mesita de noche y sacar un collar de oro y un collar brillante. Le tomó la mano con cariño y le dijo: «Tengo algo para ti. Durante los últimos años, tú y tu esposo me han enviado dinero, pero no sabía en qué gastarlo. Lo ahorré y lo añadí para comprarte estas cosas. Durante mucho tiempo, me he sentido culpable porque, cuando mi hijo menor se casó contigo, era tan pobre que no tenía ningún regalo para mi nuera...».
Con el anillo y el collar de oro en la mano, no sabía qué decir. Su voz estaba llena de confusión: ¡Mamá...!
LOCALIDAD HOANG PHU
Fuente: https://baokhanhhoa.vn/van-hoa/sang-tac/202506/me-chong-6e37c81/
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