El astronauta Harrison H. Schmitt es el único científico que ha caminado sobre la Luna y es alérgico al polvo que hay allí.
Harrison H. Schmitt recupera muestras lunares durante la misión Apolo 17. Foto: NASA
Schmitt descubrió su alergia durante el regreso al módulo de aterrizaje. Caminó sobre la Luna en diciembre de 1972, la última misión tripulada a la Luna antes del fin del programa Apolo. Durante su estancia en la superficie, el geólogo recogió muestras de rocas en el valle de Taurus-Littrow, cerca del Mar de la Serenidad. Al quitarse el traje espacial en el módulo de aterrizaje, Schmitt se expuso al polvo lunar que se había esparcido alrededor de la cabina.
"La primera vez que olí el polvo, tuve una reacción alérgica; se me hinchó la nariz. Se notaba en mi voz. Pero poco a poco, la alergia desapareció. La cuarta vez que inhalé el polvo lunar, ya no le presté atención", recordó Schmitt.
Schmitt no es la única persona alérgica al polvo lunar. Un cirujano tuvo que dejar de trabajar mientras se quitaba el traje espacial en el módulo de mando debido a la gravedad de la reacción. Según Schmitt, el problema tiene muchas implicaciones para futuras misiones. «En el caso de algunas personas, necesitamos determinar si sufrirán una reacción alérgica si se exponen al polvo lunar durante un tiempo prolongado», enfatizó el científico.
Todos los demás astronautas han sufrido algún grado de rinitis alérgica lunar, según la Agencia Espacial Europea (ESA). Los síntomas que experimentan incluyen estornudos leves y congestión nasal, que remiten rápidamente, aunque a veces pueden durar varios días.
Los investigadores trabajan para abordar el problema de las alergias, que pueden verse agravadas por la electricidad estática. En la Tierra, las partículas de polvo se suavizan debido a la erosión del viento y el agua, mientras que en la Luna, donde estas condiciones no existen, las partículas de polvo son afiladas y puntiagudas. La Luna no tiene atmósfera que bloquee la radiación, por lo que el suelo se vuelve estático y, a veces, las partículas de polvo flotan en el aire, lo que facilita que cubran los equipos y se alojen en los pulmones.
El tamaño de las partículas de polvo lunar es particularmente preocupante y deberá abordarse cuando los astronautas regresen. Partículas 50 veces más pequeñas que un cabello humano pueden permanecer en los pulmones durante meses, según Kim Prisk, fisióloga pulmonar especializada en vuelos espaciales. Cuanto más tiempo permanecen, más dañinos son los efectos.
An Khang (según IFL Science )
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