Investigadores británicos se sorprendieron al descubrir un huevo de gallina único que estaba perfectamente conservado después de más de 1.700 años y aún contenía líquido.
Un huevo intacto desenterrado en Berryfields. Foto: Oxford Archaeology
El antiguo huevo se encontró durante las excavaciones en el yacimiento de Berryfields, en Buckinghamshire, sureste de Inglaterra, entre 2007 y 2016. Durante las excavaciones, los arqueólogos descubrieron un gran pozo lleno de agua que data de entre el 270 y el 300 d. C., durante la época romana en Gran Bretaña. Dentro del pozo, encontraron vasijas de cerámica, monedas, zapatos de cuero, huesos de animales y una cesta tejida que contenía los huevos.
"Los huevos son un hallazgo excepcional y emocionante. A pesar de su extrema fragilidad, el equipo del yacimiento recuperó un huevo intacto", declaró el equipo de arqueología y patrimonio del Consejo de Buckinghamshire.
Para aprender más sobre el huevo, que probablemente era un huevo de gallina, la experta en conservación Dana Goodburn-Brown se lo llevó a Chris Dunmore, paleoantropólogo de la Universidad de Kent en Inglaterra, en agosto de 2023. Dunmore y Goodburn-Brown le realizaron una tomografía computarizada al huevo en la universidad y descubrieron que estaba lleno de líquido y una burbuja de aire.
"Se supone que se trata de restos de yema y clara. Otros dos huevos encontrados con el huevo intacto se rompieron al estar expuestos al aire y liberaron un líquido con olor a azufre, revelando su composición original", explicó Edward Biddulph, director de proyectos de Oxford Archaeology (OA), la organización benéfica que promueve la excavación de Berryfields.
Ya se habían encontrado huevos romanos en Gran Bretaña, pero solo en fragmentos de cáscara, lo que hace que el huevo de Berryfields sea extremadamente raro. La datación del hoyo sugiere que el huevo tiene al menos 1700 años de antigüedad. El hoyo se utilizaba originalmente para la extracción de agua para el malteado y la elaboración de cerveza. El nido sobrevivió gracias a que estaba enterrado en barro blando y húmedo, lo que lo protegió del aplastamiento y creó condiciones anaeróbicas que impidieron que las bacterias descompusieran el contenido del huevo. En cambio, otros objetos orgánicos encontrados con el nido, como la cesta, sí estaban descompuestos.
Después de que los residentes del asentamiento romano de Berryfields dejaron de sacar agua del pozo, lo utilizaron para rituales, colocando monedas, vasijas de cerámica y huevos en el pozo como alimento y ofrendas a los dioses para la buena suerte, similar a la práctica de arrojar monedas a las fuentes.
Debido a la singularidad del hallazgo, el huevo posee un gran potencial de investigación. Tradicionalmente, los paleontólogos y otros arqueólogos han estudiado aves antiguas utilizando huesos y fragmentos de huevos. Analizar el contenido del huevo abriría un campo de estudio más amplio. Los científicos esperan confirmar la especie que puso el huevo y, así, aprender más sobre el entorno en el que vivió.
An Khang (según Newsweek )
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