El equipo de Malasia es diferente ahora. |
Ya no son sueños fugaces ni victorias aisladas y fragmentadas. Bajo la dirección del entrenador Peter Cklamovski, emerge una nueva Malasia: más segura, moderna y con más energía que nunca.
La victoria por 4-0 sobre Vietnam no solo puso fin a una década de inferioridad en los enfrentamientos, sino que también hizo que todo el Sudeste Asiático reconsiderara la posición del fútbol malasio. No fue una victoria fortuita ni una explosión repentina, sino el resultado de un proceso de reconstrucción estratégica.
El escepticismo previo al partido era real. Cinco jugadores de ascendencia malasia —João Figueiredo, Rodrigo Holgado, Jon Irazabal, Facundo Garcés e Imanol Machuca— habían recibido la aprobación de la FIFA apenas horas antes del inicio. Incorporarlos parecía arriesgado. Pero Cklamovski sabía lo que hacía. Y, sobre todo, los jugadores sabían lo que representaban.
Figueiredo y Holgado no solo anotaron, sino que también transmitieron intensas emociones. Se golpearon el pecho, señalaron el escudo nacional y vitorearon como si fueran hijos de Kuala Lumpur. Garcés e Irazabal formaron silenciosamente un muro de acero en la defensa. Vietnam, conocido por su control y organización, no pudo oponer resistencia significativa. Machuca, saliendo desde el banquillo, inmediatamente abrió el marcador con su técnica y velocidad.
![]() |
Los jugadores naturalizados ayudan a mejorar la fuerza del equipo de Malasia. |
La presencia de jugadores extranjeros no solo ha mejorado la calidad del equipo, sino que también ha transformado por completo el "Harimau Malaya". El equipo malasio ahora no solo es físicamente fuerte, sino también más diverso, flexible y tácticamente impredecible.
Sin embargo, en un equipo con muchas novedades destacadas, la estrella más brillante es un nombre familiar: Arif Aiman Hanapi. El extremo del Johor Darul Ta'zim convirtió la banda derecha en su propio escenario, con dos asistencias ejemplares y una serie de situaciones que desataron el caos en la defensa vietnamita. En una noche en la que brillaron los novatos extranjeros, Arif Aiman fue la prueba viviente de que los jugadores nacionales aún pueden ser líderes y decidir el partido.
Malasia jugó con una confianza poco común. Estaban muy organizados, con transiciones fluidas y presionaron con mucha intensidad. La forma en que apretaban el espacio de Vietnam desde el centro del campo mostraba claras huellas tácticas de Cklamovski. Nada fue casual. Todo estaba cuidadosamente calculado.
Y lo más importante: esto es solo el comienzo. Malasia aún tiene mucho potencial de desarrollo, tanto en términos de personal como de sistema. Si mantiene su nivel, mantiene su unidad y continúa mejorando su profundidad táctica, podría convertirse en un verdadero contendiente a nivel continental.
Sin embargo, la estrategia de utilizar jugadores extranjeros, aunque efectiva, no es la única opción. Tras la victoria, debe haber una visión a largo plazo. El fútbol malasio no puede depender únicamente de jugadores naturalizados como una "dosis de dopaje" a corto plazo. El sistema de entrenamiento juvenil, las academias de fútbol, los patios escolares y las estrategias de identificación temprana de talentos son la base sostenible para que las ambiciones lleguen lejos.
![]() |
Los rivales regionales ahora tendrán que tener cuidado con Malasia. |
Basta con mirar a Japón para ver la diferencia: esa misma noche, presentaron un equipo compuesto exclusivamente por jugadores nacionales, no su mejor equipo, pero aun así aplastaron fácilmente a Indonesia por 6-0. No hicieron falta naturalizaciones ostentosas. Invirtieron en su gente, en sus sistemas, y ahora están cosechando los frutos.
También cabe destacar un hecho histórico: por primera vez, nueve de los once titulares de Malasia son de ascendencia extranjera. Este es un cambio histórico, que puede incomodar a algunos aficionados conservadores. Pero el fútbol moderno ya no se limita al origen. La nacionalidad es más que un pasaporte: es donde uno pone su corazón, su sudor y su fe. El escudo de tu camiseta es más importante que tu lugar de nacimiento.
Para Cklamovski, el éxito no solo reside en la planificación táctica o la capacidad de entrenamiento, sino también en la construcción de relaciones. Necesita el apoyo de todos: la directiva, los medios de comunicación y la afición. Una Malasia fuerte es una Malasia unida, dentro y fuera de la cancha.
En la noche del 10 de junio en Bukit Jalil, Malasia no solo derrotó a Vietnam. Derrotó a quienes dudaban, superó los límites y abrió un nuevo capítulo con un espíritu prometedor. De un equipo considerado "desfavorecido" en la región, se están convirtiendo en una fuerza formidable.
Malasia no solo ha regresado. Es más peligrosa que nunca. Y como Vietnam ha aprendido, cuando un tigre se deja llevar por la ambición y el orgullo, puede vencer a cualquier gigante.
El Harimau Malaya ha rugido. Y el resto de Asia, mejor que escuchen.
Fuente: https://znews.vn/thang-dam-viet-nam-malaysia-phat-thong-diep-den-phan-con-lai-post1559982.html
Kommentar (0)