
Desafíos de bioseguridad
A finales del año pasado, investigadores del Centro Médico de la Universidad de Pensilvania (EE. UU.) desarrollaron con éxito un método de edición genética personalizada para salvar la vida del bebé KJ Muldoon, quien padece deficiencia de CPS1, un trastorno metabólico poco común. Este método utiliza la edición de bases, una variante de CRISPR-Cas9, que permite realizar cambios precisos en una sola unidad de la secuencia de ADN para corregir la mutación causante de la enfermedad. Como resultado, los niveles de amoníaco del bebé disminuyeron significativamente, lo que le permitió reducir su medicación y desarrollarse con normalidad, pudiendo ponerse de pie y comer alimentos sólidos. Este es un importante avance en la medicina, que demuestra la capacidad de tratar a cada paciente de forma individualizada.
Este éxito forma parte de los esfuerzos de investigación del Centro CRISPR para Medicina Infantil de la Universidad de California, Berkeley, y de la Universidad de California, San Francisco, que desarrolla terapias personalizadas de edición genética financiadas por el gobierno estadounidense. Se prevé que un nuevo ensayo clínico comience el próximo año, con la participación de al menos cinco pacientes, lo que permitirá reducir aún más el tiempo necesario para desarrollar terapias.
Sin embargo, estos avances también plantean importantes cuestiones éticas y regulatorias. El desarrollo de terapias personalizadas de edición genética se enfrenta a interrogantes sobre el proceso de desarrollo y los derechos de los pacientes. Kiran Musunuru, cardiólogo de la Universidad de Pensilvania, afirmó que el proceso es largo y laborioso, y requiere estrictos procesos regulatorios para garantizar la seguridad. Ryan Maple, director ejecutivo de la Fundación Global para los Trastornos Peroxisomales, recalcó que «no existe una solución universal» y que cada paciente requiere un tratamiento personalizado, subrayando la necesidad de una gestión y un seguimiento individualizados.
Si bien los avances médicos ofrecen esperanza, no se debe subestimar el frente de la bioseguridad. Eric Horvitz, experto en IA de Microsoft, utilizó IA generadora de proteínas para rediseñar toxinas que conservan sus propiedades dañinas pero eluden los sistemas de detección de ADN actuales. Aunque el equipo solo las probó en computadoras y no creó toxinas reales, los resultados demuestran los peligros duales de la tecnología: puede ayudar a tratar enfermedades, pero también puede usarse indebidamente para crear patógenos o toxinas artificiales. Microsoft ha confirmado que la vulnerabilidad se ha corregido, pero los expertos advierten que la carrera entre la IA y la bioseguridad está lejos de haber terminado. Horvitz advierte: «La IA es una herramienta poderosa, pero también puede convertirse en un catalizador de amenazas biológicas si no se controla adecuadamente».
marco de acción multicapa
Los principios éticos en biotecnología deben traducirse en normas y leyes claras. Corea del Sur promulgó la Ley de Promoción de la Biología Sintética en abril de 2025, cuyo objetivo es fomentar el desarrollo responsable de esta tecnología. Entre las áreas clave se incluyen la prevención de la fuga de patógenos, la mejora de la seguridad en los laboratorios y el desarrollo de la capacidad para integrar la IA en la investigación y sus aplicaciones.
Además, muchos países están desarrollando sistemas de seguridad para la biología e IA con capas de protección bien definidas. Estados Unidos y la Unión Europea (UE) han comenzado a implementar mecanismos de control de acceso a conjuntos de datos sensibles, como datos sobre toxinas y genes de alto riesgo. Estos países también establecen filtros de toxicidad durante el entrenamiento de modelos de IA y aplican un sistema de acceso por niveles, otorgando acceso únicamente a investigadores con objetivos claros y que cumplan con la normativa. Asimismo, se aplican requisitos de supervisión y auditoría independientes para garantizar la transparencia y la rendición de cuentas en el desarrollo tecnológico.
Estados Unidos, Japón y la UE también han implementado sistemas de vigilancia en tiempo real capaces de predecir riesgos biológicos y agilizar la respuesta ante anomalías. Asimismo, fomentan la integración de la IA con bases de datos epidemiológicas y ambientales para detectar precozmente posibles cambios sociales, lo que permite dar respuestas precisas y oportunas.
Para garantizar la ética en el desarrollo tecnológico, países como el Reino Unido, Canadá y Australia han adoptado el Marco de Evaluación de la Responsabilidad Ética. Este marco divide las etapas del desarrollo tecnológico, aplicando la ética al significado cuando la tecnología es nueva y a los resultados cuando está plenamente desarrollada y tiene un impacto real.
Otra solución importante es agilizar la aprobación de las terapias de edición genética, pero con rigor, como en el caso de KJ. Estados Unidos ha simplificado el proceso de aprobación de las terapias personalizadas, garantizando al mismo tiempo los estándares de control de calidad para evitar errores. Además, es necesario establecer un marco ético que permita la rápida implementación de estas terapias en casos raros o urgentes, y crear un mecanismo financiero que las respalde para que nadie quede excluido por los costos.
Por último, la cooperación multilateral y la responsabilidad por parte de los desarrolladores de tecnología son esenciales. Organizaciones como la OCDE e institutos internacionales de investigación fomentan la transparencia en el desarrollo tecnológico y las pruebas estandarizadas para las investigaciones que puedan entrañar un riesgo biológico.
La biotecnología ofrece enormes oportunidades, desde terapias personalizadas hasta políticas internacionales. Pero para que estos avances se traduzcan en beneficios duraderos, es necesario incorporar medidas de seguridad, integrar la ética en cada etapa del desarrollo y fomentar la cooperación internacional.
Fuente: https://daidoanket.vn/tien-bo-sinh-hoc-va-dao-duc-cong-nghe.html






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