En la carrera espacial, uno de los mayores obstáculos no es cómo llegar a Marte, sino cómo sobrevivir y encontrar refugio una vez que has aterrizado allí.
Con costos de envío que alcanzan decenas de miles de dólares por kilogramo de material desde la Tierra, la idea de traer acero y cemento para construir una base es un sueño descabellado y económicamente impracticable.
Sin embargo, un nuevo estudio publicado en la revista Frontiers in Microbiology el 2 de diciembre ha despertado nuevas esperanzas, no en las máquinas gigantes, sino en los microorganismos más pequeños.

Soluciones de los "pequeños constructores"
Investigadores de la Universidad Politécnica de Milán (Italia) han propuesto un enfoque audaz: en lugar de traer casas de la Tierra, dejar que las casas "crezcan" en el suelo árido de Marte.
Esta tecnología se llama "biocemento" y se basa en el principio de la biomineralización, un proceso natural que ha construido los magníficos arrecifes de coral de la Tierra durante miles de millones de años.
Mediante el uso de recursos in situ (ISRU), los científicos pretenden transformar el suelo regolítico suelto y polvoriento del planeta rojo en un material sólido con propiedades similares al hormigón.
Esta se considera la vía más viable para crear una infraestructura sostenible que pueda soportar el duro entorno de alta radiación y baja presión de esta zona.
El dúo perfecto: proveedor y creador
En el corazón de esta tecnología se encuentra la asociación simbiótica entre dos tipos especiales de bacterias, cuidadosamente seleccionadas para enfrentar el duro entorno de Marte.
En primer lugar, está Chroococcidiopsis , un tipo de cianobacteria conocida como la "gran superviviente". Perteneciente al grupo de microorganismos extremos, esta especie es capaz de soportar la intensa radiación ultravioleta y las condiciones áridas.
Su función no es sólo la de sobrevivir, sino también la de ser un “salvavidas” para todo el sistema: realiza la fotosíntesis para liberar oxígeno y secreta moco protector, creando un entorno favorable para sus compañeros de equipo.
Ese compañero de equipo es Sporosarcina pasteurii , que actúa como un "ingeniero de la construcción". Esta bacteria es capaz de secretar una enzima especial que estimula la precipitación de carbonato de calcio. Esta sustancia actúa como un pegamento natural, uniendo las partículas sueltas de polvo y roca marcianas, solidificándolas y convirtiéndolas en materiales de construcción resistentes.

Hacia un ecosistema cerrado
Lo que hace que esta investigación sea particularmente fascinante no es solo su aspecto constructivo, sino también su potencial para crear un ecosistema circular. Los procesos de estos dos tipos de bacterias producen subproductos invaluables para la vida humana.
El oxígeno producido por Chroococcidiopsis puede recuperarse para abastecer los sistemas de soporte vital de los astronautas. Mientras tanto, el amoníaco, un subproducto del metabolismo de Sporosarcina pasteurii , es un excelente fertilizante para los sistemas agrícolas de Marte.
A pesar del inmenso potencial, el equipo de investigación aún enfrenta desafíos. De hecho, aún no han podido probar esta tecnología en muestras reales de suelo marciano.
Sin embargo, con estos avances, la humanidad está haciendo realidad poco a poco su sueño de establecerse en el espacio aprendiendo las técnicas de supervivencia más antiguas de la vida en la Tierra.
Fuente: https://dantri.com.vn/khoa-hoc/vi-khuan-la-chia-khoa-giup-xay-dung-can-cu-dia-dau-tien-tren-sao-hoa-20251210180312670.htm










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