Detrás de este éxito se encuentra el ecosistema educativo moderno, donde las escuelas desempeñan un papel vital en el fomento del espíritu emprendedor desde una edad temprana.
Comenzando desde el aula
Tras finalizar su clase de matemáticas, May Shushan, estudiante de secundaria de Tel Aviv, y sus amigos se dirigieron a una empresa de ingeniería mecánica para hablar sobre los planes para construir un cortacésped autónomo. Esta era la segunda empresa con la que May y su grupo se reunían en el último mes, y estaban trabajando en un plan para fabricar y comercializar la máquina como parte de su Programa de Emprendimiento Tecnológico.
El programa Emprendimiento Tecnológico está diseñado para estudiantes de último año de bachillerato de carreras técnicas y vocacionales, con el objetivo de prepararlos para su ingreso al mundo de la alta tecnología y el emprendimiento. Este proyecto es implementado en las escuelas secundarias por la red ORT, una organización educativa sin fines de lucro dedicada a la ciencia y la tecnología, que apoya a más de 100,000 estudiantes de bachillerato cada año.
Los estudiantes no solo aprenden teoría. Se dividen en equipos interdisciplinarios, guiados por profesores y expertos de la industria. Juntos, el equipo identifica una necesidad del mercado, luego conceptualiza, diseña y desarrolla un producto real. Los estudiantes experimentan el proceso emprendedor completo, desde la idea inicial hasta el producto final.
Uno de los aspectos únicos del programa es que no proporciona presupuesto ni equipo técnico. En cambio, se exige a los estudiantes que busquen sus propios recursos, desde solicitar subvenciones y contactar con socios hasta conseguir componentes usados y convencer a empresas para que les presten espacio fuera de su horario laboral para producir prototipos.
“Cuando me reúno con empresas en persona, siento que estoy haciendo algo realmente significativo. Me siento como una adulta con un trabajo y responsabilidades, y esa sensación es muy emocionante”, compartió May Shushan.
Mediante esta experiencia, los estudiantes desarrollan gradualmente habilidades de pensamiento innovador, trabajo en equipo, comunicación y resolución de problemas. Incluso si no se dedican al emprendimiento posteriormente, estarán mejor preparados para adaptarse al futuro entorno laboral. Además, el programa redefine el rol del docente en el aula.
Ya no son la única fuente de conocimiento, sino que se convierten en guías y mentores que ayudan a los estudiantes a explorar , experimentar y crecer juntos. Ayudar a los docentes a transitar del rol de profesor al de mentor requiere una inversión significativa en formación, pero es un paso importante hacia la reforma educativa.

Definición de audacia
Para que los estudiantes puedan familiarizarse con el modelo de emprendimiento en su último año de bachillerato, la mayoría de los institutos israelíes les inculcan esta idea desde muy temprana edad. Según Holly Ransom, experta en desarrollo de liderazgo de la Escuela Kennedy de Harvard, Universidad de Harvard (EE. UU.), los padres israelíes no esperan que sus hijos sean médicos o abogados, sino emprendedores.
Cuando los niños israelíes van a la escuela, les enseñan la palabra «chutzpah», que significa atreverse a hacer cosas fuera de lo común. Y la «chutzpah» está presente en todas partes, desde las presentaciones en clase hasta los días de ideas, pasando por la libertad de los alumnos para compartir cualquier idea, por muy descabellada que parezca, con sus profesores.
“Esta es una experiencia de aprendizaje verdaderamente práctica”, dice Oren Lamdan, profesor de Ciencias y Tecnología en la escuela secundaria Ort Israel de Tel Aviv. “Animamos a los estudiantes a tomar riesgos, ser proactivos e innovar”.
Tras finalizar la secundaria con un marcado espíritu emprendedor, los jóvenes israelíes pueden realizar prácticas en la universidad. La Sra. Holly comentó que las universidades, la industria y el gobierno israelí están estrechamente vinculados. El éxito no se basa en la cantidad de publicaciones académicas, sino en el número de patentes, tecnologías comercializadas y empresas emergentes fundadas en el ámbito académico.
La diferencia radica en la mentalidad. Las universidades no solo forman a los estudiantes para «encontrar trabajo», sino también para «crearlo». Esta es una lección importante para los países que buscan reformar la educación superior. El cambio de una educación académica a un modelo de educación emprendedora —donde convergen la academia, la tecnología y los negocios— es clave para impulsar un crecimiento sostenible.
Además, la educación superior en Israel se basa en un modelo interdisciplinario. Se anima a los estudiantes a abordar simultáneamente diversos campos como la tecnología, la economía, las ciencias sociales y la administración. Esta convergencia les brinda una visión amplia y les ayuda a desarrollar un pensamiento flexible y exhaustivo para la resolución de problemas, cualidades esenciales para el éxito en el entorno empresarial actual.

Colaboración y comunicación abierta
Un elemento indispensable es la cultura de colaboración y comunicación abierta. En el aula, estudiantes y profesores no solo intercambian conocimientos, sino que también debaten y desarrollan ideas conjuntamente mediante dinámicas sesiones de discusión. Este modelo reproduce fielmente la cultura operativa de las empresas emergentes, donde el trabajo en equipo y el pensamiento creativo son fundamentales.
La investigación y el desarrollo son un pilar fundamental de la educación superior en Israel. Universidades como el Technion, la Universidad Hebrea de Jerusalén o la Universidad de Tel Aviv gozan de reconocimiento internacional por sus logros sobresalientes en ciencia, ingeniería, biomedicina e inteligencia artificial. En ellas, los estudiantes no solo estudian, sino que también participan directamente en proyectos de investigación práctica, contribuyendo así a la creación de invenciones con aplicaciones prácticas.
Una característica especial es la estrecha relación entre la escuela y las empresas. Numerosos programas de cooperación permiten a estudiantes e investigadores llevar las ideas del laboratorio al mercado, gracias al apoyo de empresas tecnológicas o de los centros de transferencia de tecnología de la escuela. De este modo, se reduce considerablemente la brecha entre la teoría y la práctica.
Además, el gobierno israelí también desempeña un papel activo financiando proyectos de investigación clave y fomentando iniciativas de innovación desde las escuelas. Este es uno de los factores que ayuda al país a mantener un flujo constante de invenciones tecnológicas y potenciales empresas emergentes.
La educación superior en Israel no solo se centra en lo académico, sino también en fomentar el espíritu emprendedor. Muchas universidades ofrecen programas de emprendimiento donde los estudiantes aprenden a crear y gestionar un negocio desde cero. La Universidad de Tel Aviv y la Universidad Hebrea de Jerusalén son dos de las instituciones con los programas de emprendimiento más exitosos.

Ecosistema de startups
Además, el sistema de incubadoras y los programas de aceleración de startups en las universidades desempeñan un papel fundamental al ayudar a los estudiantes a convertir sus ideas en productos comerciales. Mediante capital semilla, oportunidades de mentoría y creación de redes, los estudiantes pueden acceder a inversores, expertos y socios estratégicos mientras aún están estudiando.
En las escuelas se organizan regularmente seminarios, foros y conferencias que exponen a los estudiantes al pensamiento global y amplían sus redes de contactos. En un mundo cada vez más globalizado, esta conectividad representa una importante ventaja competitiva para los jóvenes emprendedores israelíes.
El sistema educativo es fundamental para comprender el ecosistema de startups israelí. Las universidades actúan como eslabones clave, estrechamente vinculadas con institutos de investigación, empresas tecnológicas y organismos gubernamentales. Esta cooperación garantiza que las innovaciones desarrolladas en el ámbito académico puedan implementarse con éxito en la vida económica y social.
Las oficinas de transferencia de tecnología de las universidades actúan como enlace entre la investigación académica y la industria. Ayudan a comercializar invenciones, a llevar productos al mercado y a generar ingresos a partir del conocimiento innovador.
Además, las universidades israelíes están ampliando cada vez más su cooperación internacional. La vinculación con organizaciones y empresas globales no solo aporta nuevos recursos y conocimientos, sino que también crea oportunidades para que las empresas emergentes nacionales se expandan a los mercados internacionales.
En la Universidad Hebrea, el Centro de Transferencia de Tecnología Yissum ha registrado más de 9300 patentes y otorgado licencias para 800 tecnologías, generando ingresos anuales superiores a los 2000 millones de dólares. Por su parte, el Instituto Tecnológico Technion exige a sus estudiantes la participación en un programa obligatorio de emprendimiento y lanza más de 100 empresas emergentes lideradas por estudiantes cada año, generando ingresos superiores a los 30 millones de dólares.
Fuente: https://giaoducthoidai.vn/bai-hoc-khoi-nghiep-tu-israel-post739188.html






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