Los científicos experimentan con bacterias en procesadores de computadoras
Los científicos están explorando la posibilidad de convertir bacterias en "procesadores vivientes", una nueva dirección en el campo de la computación biológica. En lugar de depender completamente de chips de silicio, esta tecnología aprovecha la vida misma para calcular, procesar y reaccionar ante los datos.
Este se considera un importante paso adelante, que podría abrir una era de informática más sostenible y de mayor ahorro energético.
¿Cómo funciona un “procesador vivo”?
En consecuencia, lo tradicional, basado en la electricidad y los transistores, se ha convertido en el pilar del mundo moderno. Sin embargo, acaba de surgir una dirección prometedora: los procesadores vivos. En lugar de utilizar materiales artificiales, esta tecnología aprovecha la vida de las bacterias para procesar la información, abriendo un concepto completamente nuevo de computación.
Al insertar fragmentos de ADN especialmente diseñados en bacterias, los científicos las han convertido en "circuitos lógicos biológicos". Al recibir una señal, como la presencia de una sustancia química, estas bacterias responden brillando o realizando otras transformaciones biológicas.
Estas reacciones son equivalentes a los estados “encendido” o “apagado” en los circuitos electrónicos tradicionales, lo que permite a las bacterias realizar cálculos básicos.
Aunque una sola célula bacteriana tiene capacidades computacionales limitadas, cuando millones de bacterias están programadas de manera similar y operan simultáneamente, forman una red gigante de procesamiento de información que actúa como una supercomputadora biológica.
La diferencia clave aquí es que todo este procesamiento de información no consume energía eléctrica, sino que depende enteramente de las reacciones naturales de la vida.
Este mecanismo único otorga a los procesadores vivos varias ventajas sobre los chips de silicio. La capacidad de las bacterias para autorreplicarse permite aumentar automáticamente el número de procesadores sin necesidad de una fabricación costosa. Además, consumen muy poca energía, un factor importante en la tendencia hacia la computación sostenible.
En particular, las bacterias pueden operar en entornos hostiles en los que los chips electrónicos no pueden, como dentro del cuerpo humano, donde pueden detectar signos tempranos de enfermedad y responder rápidamente.
Con este enorme potencial, se espera que los procesadores vivos no sólo complementen sino que también abran una dirección completamente nueva para la tecnología informática, además del dominio de los chips de silicio durante décadas.
Desafíos y perspectivas en la era de la bioinformática
A pesar de su potencial, la tecnología aún enfrenta importantes desafíos. Las reacciones biológicas son mucho más lentas que los pulsos electrónicos, lo que dificulta igualar la velocidad de procesamiento de los chips de silicio.
Además, el entorno vital de las bacterias está en constante cambio, lo que dificulta controlar y garantizar la estabilidad del sistema.
Por esta razón, muchos expertos creen que es poco probable que los "procesadores vivos" sustituyan por completo a los chips tradicionales en un futuro próximo. En cambio, se convertirán en herramientas complementarias, utilizadas en áreas donde las computadoras electrónicas no pueden operar.
Mirando más allá, esta tecnología marca la fusión de la biología y la tecnología digital , expandiendo el concepto de computación más allá de las placas de circuitos y los transistores.
Si la investigación continúa avanzando, podría surgir una nueva era en la bioinformática, donde la vida y la tecnología se fusionen, ofreciendo soluciones ahorradoras de energía y respetuosas con el medio ambiente que amplíen la inteligencia artificial de una forma completamente diferente.
Posibles aplicaciones en la medicina y la vida
Una de las perspectivas más prometedoras para los "procesadores vivos" es su posible aplicación en la medicina personalizada. Se podrían introducir bacterias programadas en el cuerpo para detectar signos de enfermedad y responder automáticamente al detectar anomalías.
Por ejemplo, una bacteria "computacional" podría detectar cambios químicos en la sangre y activar una respuesta de alerta o incluso liberar una molécula de fármaco en tiempo real. Esto abre la posibilidad de una atención médica proactiva, en lugar de simplemente detectar y tratar enfermedades tras la aparición de los síntomas.
Más allá de la medicina, los investigadores también predicen que el “procesador viviente” podría utilizarse en la gestión medioambiental, como para detectar la contaminación o monitorizar ecosistemas naturales.
Fuente: https://tuoitre.vn/cac-nha-khoa-hoc-bien-vi-khuyen-thanh-bo-xu-ly-song-cho-may-tinh-20250905110939843.htm
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