Los años han traído más calidez y amor - Ilustración: QUANG DINH
Mi esposo y yo tenemos muchas cosas en común, y muchas otras. Suficientes para reducir las discusiones innecesarias y para sentir que la vida juntos no es tan aburrida ni monótona.
De todas las cosas que tenemos en común, la música y la literatura son sin duda las dos áreas que más nos satisfacen. Desde pequeños, a él y a mí nos encantaba leer y escuchar música. Con la edad, nuestra pasión creció y se profundizó.
Podemos renunciar a toda la diversión del exterior solo para quedarnos en casa escuchando música o leyendo algo. Quizás solos o quizás juntos. Mi esposo y yo aún tenemos la costumbre de hablar juntos, de todo. Entonces, ¿por qué podemos ignorar los libros, los periódicos y la música?
Desde pequeños, mi compañero de piso y yo queríamos dedicarnos a lo que nos apasionaba y para lo que teníamos talento. Para mí, escribir. Para él, tocar la guitarra y cantar.
Pero la vida no es diferente a un río. Con sus aguas mansas, a veces embravecidas. Es tranquila y verde en la época de paz, y turbulenta y efervescente en la de tormenta. Ambos compartimos la misma estrella atribulada; desde que nos enamoramos, y han pasado muchos años, esa estrella no se ha apagado ni cambiado.
Así, brilla y causa muchos problemas. Hace que el esposo suba la ladera y baje al campo, y que la esposa baje al campo, se aburra y suba la ladera. Sube la ladera dos días, baja al campo veinte.
Incluso en los años más difíciles, miserables y necesitados, ambos seguíamos siendo adictos a la lectura y a escuchar música. Escuchando y leyendo, según nuestras circunstancias, y alimentando constantemente nuestra pasión.
Después de muchos trabajos, por fin puedo vivir de mi afición, y escribir me permite, temporalmente, ganarme la vida. Sin embargo, haber estado ligada a la escritura durante tanto tiempo me basta para comprender las dificultades y presiones que la rodean. Mi marido no es la excepción. Tocar el instrumento por el simple hecho de tocarlo es una distancia, no una cercanía, de tocarlo para ganarme la vida.
Por suerte, aunque tenemos nuestros propios trabajos, siempre nos apoyamos incondicionalmente. Mis escritos siempre lo incluyen, y viceversa.
En los últimos años, para cuidar nuestra salud, hemos tenido que reorganizarlo todo. Con el trabajo, las relaciones...
Solo trabajo en unas cuantas redacciones y él solo va a trabajar de vez en cuando. Si no toca la guitarra en el bar, se queda en casa.
En muchas reuniones felices, aquí, el sonido de la guitarra de mi esposo acompañando a sus amigos y hermanos menores siempre me calienta el corazón.
Escuchamos todo tipo de música, ya sea instrumental o lírica (vietnamita o extranjera). La disfrutamos no solo con un café por la mañana o mientras hacemos las tareas del hogar, sino juntos.
Pero escuchar música es tanto cuando cada persona está contemplando privadamente como cuando está atenta a su propia obra.
Para mí, el placer de escribir con el suave sonido de una guitarra o un piano no es diferente a escucharlo mientras cocino en la cocina. Al llegar a casa y nada más pisar el umbral, un torrente de música me invade y sé que hay al menos... una persona en casa.
Una persona a menudo se causa muchos problemas y estrés, lo que inevitablemente provoca discordia y conflicto. ¿Qué pasaría? Si no hubiera música para aliviar…
Y la mente se fue calmando y apaciguando gradualmente. La música era como las plantas en macetas del jardín, refrescando de repente el espacio que me rodeaba.
Para nosotros, la música significa mucho más que eso. Así que nunca imaginé que este lugar no tendría música. Aunque escribo, quizá algún día deje de escribir y mi marido quizá deje de tocar el instrumento también…
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Fuente: https://tuoitre.vn/cang-them-tuoi-noi-dam-me-am-nhac-cang-vun-day-20240616100524003.htm
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