| El Dr. Nguyen Van Dang cree que las imágenes cotidianas tienen la capacidad de inspirar, ayudando a los líderes a acumular influencia en la sociedad, también conocida como "poder blando". (Foto: NVCC) |
Imagen de políticos caminando por la calle
Recientemente, el público malasio tuvo la oportunidad de disfrutar de imágenes del presidente Vo Van Thuong paseando tranquilamente, admirando el lago Hoan Kiem y conversando con el presidente de la República de Corea, Yoon Suk Yeol. El primer ministro Pham Minh Chinh y el primer ministro malasio Anwar Ibrahim pasearon por la calle de las librerías, tomaron café y rieron alegremente.
Las imágenes de los altos dirigentes de nuestro país caminando por las calles con líderes extranjeros recuerdan a los vietnamitas sucesos anteriores en los que políticos internacionales recorrían las calles de Hanoi , atrayendo gran atención cada vez que visitaban oficialmente nuestro país.
Los eventos más memorables fueron los del presidente francés François Mitterrand caminando por la calle Hang Bong en 1993; la visita del presidente estadounidense Bill Clinton al Templo de la Literatura y a la calle Hang Bong en 2000; la del presidente Barack Obama socializando en un popular restaurante de bun cha en 2016; y la del primer ministro canadiense Justin Trudeau paseando elegantemente y tomando café en 2017. Más recientemente, a principios de junio de 2023, el primer ministro australiano Anthony Albanese se sentó a beber una refrescante cerveza de barril.
La imagen de políticos caminando por las calles y mezclándose con la gente común rompe con las normas tradicionales de la política del este de Asia, como la nuestra. Para muchos, los altos funcionarios del pasado o los líderes actuales suelen asociarse con una actitud digna, seria y convencional.
Hasta ahora, los viajes de campo de los líderes de nuestro país suelen asociarse con la imagen de delegaciones de trabajo bien organizadas, con horarios, lugares y personas de contacto cuidadosamente preparados, y que se desarrollan casi al minuto.
Recientemente, en algunas localidades, ha habido líderes que han "viajado de incógnito", recabando información inesperadamente sobre la vida real de la gente, organizando reuniones para tomar café con empresarios... pero no se han producido momentos naturales y abiertos que generen una ola de inspiración generalizada, junto con mensajes nuevos y positivos.
La cultura política del este de Asia enfatiza la jerarquía y la disciplina, por lo que la gente suele mantener las distancias y ser bastante reservada al interactuar con altos funcionarios del gobierno. La imagen de políticos internacionales paseando por las calles durante sus visitas a nuestro país difiere mucho de la que muchos tienen en mente.
El marco institucional para la selección de líderes también contribuye a moldear la relación entre estos y el pueblo. En países como Estados Unidos, Australia, Canadá, Corea del Sur y, recientemente, Camboya, la elección de líderes es un proceso abierto que requiere una gran interacción con los votantes. Por lo tanto, es comprensible que los líderes estén abiertos y dispuestos a salir a la calle para comunicarse con la gente.
Desde una perspectiva sociológica, el interés positivo de un sector de la población por la imagen de los políticos en las calles puede reflejar una expectativa social. En particular, es muy posible que un sector de la población de nuestro país, especialmente los jóvenes, también espere que en un futuro próximo haya líderes más abiertos y cercanos al pueblo, que logren proyectar rápidamente una imagen positiva y conectar con la gente desde temprana edad.
Construyendo poder blando
El rol de liderazgo exige que las personas tengan la capacidad de orientar y guiar a otros para alcanzar la visión de liderazgo establecida por sí mismas o por el equipo directivo. Por lo tanto, desde la perspectiva del poder, las personas comunes que tienen la capacidad de inspirar a un gran número de personas ayudarán a los líderes a acumular influencia en la sociedad, también conocida como poder blando. Se trata de la capacidad de las personas para generar atracción, influir y persuadir a los demás, obteniendo así apoyo para sus ideas de liderazgo.
La historia de la humanidad demuestra que, en cualquier etapa del desarrollo social, si los líderes desean alcanzar un éxito sostenible, deben generar atracción, confianza y persuasión, lo cual depende en gran medida del poder blando. En nuestro país, el presidente Ho Chi Minh es un ejemplo exitoso de la capacidad de crear y mantener el poder blando mediante actividades cotidianas.
La imagen positiva que proyectan los políticos caminando por las calles últimamente sugiere que, en la actualidad, un líder inteligente, en cualquier ámbito, público o privado, no puede ignorar la importancia de cultivar su influencia. En otras palabras, un líder moderno no se mantendrá distante ni permitirá que el temor psicológico persista en la población. Por el contrario, debe ser consciente de la importancia de interactuar con la comunidad, ser sociable y ejercer influencia sobre la mayoría de las personas.
Esto también significa que el liderazgo en la sociedad moderna no puede basarse únicamente en la coerción del poder duro, asociado a la estructura organizativa y la posesión de recursos materiales, sino que requiere, además, la capacidad de cultivar el poder blando mediante la imagen, el prestigio y la influencia del líder en el ámbito social. La combinación flexible de poder blando y poder duro permitirá al líder obtener un «poder inteligente», aumentando así sus posibilidades de éxito en el ejercicio del liderazgo.
Para ejercer influencia positiva, los líderes deben demostrar, en primer lugar, que representan valores progresistas, esperados por sus subordinados y la sociedad. Asimismo, deben adherirse rigurosamente a las normas comunes de la organización y la sociedad. Deben ser modelos a seguir positivos, tanto en su estilo de comunicación y estilo de vida como en su forma de trabajar, así como en el cumplimiento de las normas de conducta en las relaciones interpersonales.
De hecho, todo líder desarrolla influencia blanda cuando la gente piensa en él, evocando inmediatamente los valores positivos que comparte y promueve. Cuando los líderes poseen influencia blanda, se convierten en modelos a seguir positivos, inspirando a otros y fomentando la autoconciencia y el ejemplo. Gracias a ello, les resulta mucho más fácil obtener apoyo para hacer realidad su visión de liderazgo.
La presencia de políticos en las calles puede ser solo un elemento secundario en la bienvenida a los líderes extranjeros a nuestro país. Sin embargo, también podemos esperar que estos elementos secundarios, novedosos y con efectos positivos, impulsen cambios hacia la modernización en el estilo de trabajo de los líderes de todos los niveles en nuestro país.
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