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La gira de Messi en la India terminó en un desastre. |
En menos de un año, dos eventos en Asia, desde Hong Kong hasta la India, expusieron una paradoja que invita a la reflexión. Cuanto más lejos de la élite del fútbol, más fácilmente se erosiona la imagen de Messi debido a las expectativas infladas y una organización descuidada.
En Calcuta, la primera parada del "GOAT Tour" en India, el ambiente festivo se transformó rápidamente en caos. Las entradas se vendieron a precios exorbitantes en comparación con la media, los medios de comunicación promocionaron el evento con entusiasmo y los aficionados creyeron ver a Messi en persona, incluso anticipando un momento futbolístico verdaderamente memorable.
La realidad fue dura. Messi apareció menos de 20 minutos, rodeado de oficiales, personalidades y personal de seguridad, y solo logró saludar brevemente antes de marcharse. No hubo partido, ni interacción, ni un solo momento en el campo. Una multitud enfurecida irrumpió en el campo, vandalizando el equipamiento, y el evento fue calificado de estafa. La policía intervino, los organizadores fueron arrestados y las promesas de reembolsos resonaron en medio de la confianza destrozada de la afición.
Esa historia no es nueva. En febrero de 2024, en Hong Kong (China), el Inter Miami llegó para un partido amistoso contra el equipo local en medio de un frenesí sin precedentes, con 40.000 entradas agotadas solo para ver a Messi. Pero entonces Leo se sentó en el banquillo durante los 90 minutos. No se puso las botas de fútbol y ni siquiera calentó.
La multitud exigió reembolsos, y las imágenes de un aficionado pateando una valla publicitaria de Messi se hicieron virales. Esta vez, la ira no se dirigió solo a los organizadores, sino también directamente a la superestrella argentina.
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Messi una vez causó indignación en Hong Kong. |
Las autoridades de Hong Kong expresaron públicamente su decepción, amenazando con retirar millones de dólares en patrocinio debido a una cláusula contractual que obligaba a Messi a jugar un mínimo de 45 minutos. El cuerpo técnico del Inter Miami explicó que Leo no se había recuperado completamente de su lesión, pero su gestión de la situación (notificación tardía, negativa a interactuar después del partido) hizo que sus justificaciones resultaran poco convincentes. Como resultado, la imagen del "GOAT" quedó empañada ante los ojos de la afición, que anteriormente le había mostrado una devoción casi absoluta.
Dos eventos, dos países, pero un denominador común: las expectativas se elevaron demasiado y la realidad no las cumplió. Siendo justos, Messi no fue quien vendió las entradas ni quien decidió el guion del evento. En Hong Kong, la lesión fue una verdadera razón. Y en Calcuta, el programa no estaba previsto originalmente para ser un partido. Pero cuando el nombre de Messi se coloca en el centro de cada campaña promocional, inevitablemente se convierte en el chivo expiatorio de cualquier error entre bastidores.
El problema reside en la delgada línea que separa un icono deportivo de un producto comercial. Cada vez que Messi pisa el campo, su aparición va acompañada de promesas implícitas de que jugará, interactuará con la afición y transmitirá pura emoción futbolística. Si estas promesas no se cumplen, o peor aún, se explotan para vender entradas, la indignación de la afición es inevitable.
A sus 38 años, Messi ya no tiene la condición física necesaria para afrontar una gira apretada. Pero lo que la afición necesita, quizás, no sean solo 90 minutos de juego, sino transparencia y respeto. Una explicación oportuna, un acto de apaciguamiento oportuno, a veces es más valioso que una jugada bonita.
Los dos reveses en Hong Kong e India demuestran que el aura de Messi aún brilla con fuerza, pero si sigue siendo colocado en escenarios mal preparados, esa imagen se verá aún más perjudicada. Y entonces, quienes sufrirán no serán solo los aficionados, sino también el legado de una leyenda.
Fuente: https://znews.vn/chuyen-gi-dang-xay-ra-voi-messi-post1611364.html








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