Al cocinar huevos, la temperatura juega un papel muy importante. Por ejemplo, para preparar unos buenos huevos revueltos, conviene que estén a temperatura ambiente antes de cocinarlos para que se cocinen de manera uniforme.
Al hornear, los huevos a temperatura ambiente también ayudan a que la mezcla se integre bien, creando un producto final ligero y esponjoso.
Sin embargo, si la receta requiere separar las yemas de las claras, conviene usar huevos fríos. Los huevos recién sacados del refrigerador tendrán las yemas más firmes, lo que reduce el riesgo de que se agrieten.
Esto hace que mucha gente se pregunte: si los huevos fríos se separan fácilmente, ¿deberíamos congelarlos para que sea más fácil separar la yema? La respuesta es no.
Samantha Merritt, fundadora del sitio web de recetas Sugar Spun Run, insiste en que la temperatura del refrigerador es ideal. Si se congelan los huevos, pueden endurecerse, agrietarse la cáscara, cambiar la textura, generar desperdicio y afectar la calidad del plato. En otras palabras, congelar los huevos no solo es engorroso, sino un desperdicio.

Cuando los huevos crudos se congelan, el líquido en su interior se expande, lo que puede provocar que la cáscara se agriete. Como resultado, los componentes internos del huevo pueden estropearse fácilmente y aumentar el riesgo de contaminación bacteriana.
Además, congelar los huevos crudos puede afectar negativamente la textura de la cáscara. Como resultado, la yema se vuelve espesa y gelatinosa, lo que puede dificultar su uso en la cocina o provocar que se deshidraten después de descongelarlos.
Diversos estudios han demostrado que la congelación de claras de huevo crudas provoca la desnaturalización de algunas de sus proteínas y/o la pérdida de sus propiedades espumantes. Estos resultados también indican que las claras de huevo que han sido congeladas y descongeladas presentan mejores propiedades espumantes.
En cambio, cuando las yemas de huevo crudas se congelan, adquieren una consistencia gelatinosa. Este proceso se denomina gelatinización. Algunas investigaciones sugieren que la gelatinización se debe a la formación de cristales de hielo en la yema.
La forma más fácil y eficaz de separar los huevos
Merritt dice que lo simple es lo mejor. Casca un huevo sobre un bol limpio, dejando que la clara escurra. Luego, con cuidado, deja caer la yema de una mitad a otra de la cáscara hasta que la clara se separe por completo. Este método funciona tanto con huevos fríos como a temperatura ambiente, pero con los huevos fríos se reduce el riesgo de que se rompa la yema.
Otro truco popular es usar las manos: después de cascar el huevo, coloca suavemente la yema en la mano y deja que la clara se deslice entre los dedos. También puedes cascar el huevo en un bol y usar las manos para sacar la yema. Sin embargo, si usas claras de huevo crudas en bebidas, evita tocar la cáscara para reducir el riesgo de contaminación por salmonela.
Mientras tanto, los chefs profesionales también nos muestran la forma más segura de cascar los huevos para evitar la contaminación.
Según Huffpost, muchos chefs prefieren cascar la cáscara del huevo sobre una superficie plana como la encimera de la cocina, en lugar de golpearla contra el borde de un bol.
Penny Stankiewicz, chef instructora del Instituto de Educación Culinaria (EE. UU.), explicó las razones de seguridad alimentaria para cascar los huevos sobre una superficie plana: "Las cáscaras de huevo a menudo están sucias, y cascar un huevo en el borde de un tazón puede empujar la cáscara hacia adentro y posiblemente contaminar el interior del huevo con bacterias de la cáscara".
La científica de alimentos Jessica Gavin afirma que cascar un huevo sobre una superficie plana evita dañar la membrana vitelina, que protege la yema. «Si lo cascas en el borde del recipiente, debes controlar la fuerza para no perforar esa delicada membrana», explica.
Fuente: https://www.vietnamplus.vn/co-nen-cho-trung-vao-ngan-da-de-tach-long-do-de-dang-hon-khong-post1057653.vnp






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