1. Crecí con historias de guerra, no sólo a través de cuentos y libros, sino también a través de las heridas y el dolor de mis propios familiares.
Mis padres participaron en la guerra de resistencia contra Estados Unidos, trabajaron en la 559.ª División del Ejército de Truong Son y ambos eran soldados discapacitados. Mi madre tenía una discapacidad parcial. El certificado de discapacidad indicaba claramente: «Herida penetrante en el parietal anterior del cerebro, parálisis de la mitad del cuerpo, degeneración macular ocular, epilepsia». Esa herida parecía ser un «dispositivo meteorológico» involuntario que atormentaba a mi madre cada vez que el tiempo cambiaba.
Durante mi infancia y mi adultez, casi nunca oí a mi madre quejarse ni hablar de su propio dolor. A menudo decía con dulzura: «Es una suerte que mis compañeros y yo hayamos sobrevivido y regresado a casa». Esa frase me ha acompañado para siempre, convirtiéndose en una lección sencilla pero profunda sobre los ideales de vida de toda una generación anterior. Sin embargo, el dolor y las heridas de la guerra no son solo de mi familia. Forman parte de la memoria colectiva de toda la nación, un hilo invisible que conecta a quienes quedan.
Hace bastante tiempo, fui de excursión a Quang Tri, cerca de la frontera con Laos, con vistas a Savanakhet. De pie en la tierra que antaño fue un feroz campo de batalla, le conté a mi colega, que me acompañó a Khe Sanh, aldea de Vay, sobre la campaña de la Ruta 9 - Sur de Laos, sobre los bosques, las laderas donde mis padres marcharon y lucharon. De repente, ambos guardamos silencio. Me confesó que él también era hijo de un mártir, y que su madre había sido condecorada con el título de Madre Heroica Vietnamita. Su padre se había sacrificado y no fue hasta muchos años después del Día de la Paz que su familia encontró su tumba en un cementerio de Phu Quoc.
La compasión entre los dos hijos de soldados surgió de forma natural, sin mayores explicaciones. Comprendimos que detrás de nuestro crecimiento estaban las figuras de abuelos y padres, aquellos que antepusieron los intereses de la Patria a la felicidad de sus familias. De hecho, en las dos guerras de resistencia para salvar y liberar la patria, así como en la causa de construir y defender la Patria socialista de Vietnam, casi 1,2 millones de hijos destacados de la nación cayeron, transformándose en la patria. Esas heridas, acontecimientos y sacrificios nunca son estadísticas desalmadas, sino el legado más vívido de coraje, resiliencia y orgullo nacional. Nos recuerdan cada día que la paz y la seguridad que disfrutamos, la tranquilidad y la prosperidad, se intercambiaron por la sangre, las lágrimas y la juventud de los heridos y mártires que "murieron por la Patria".
2. Lamentablemente, en medio de la oleada de gratitud y orgullo nacional, aún persisten voces perdidas, argumentos distorsionados, negando deliberadamente la historia, equiparando deliberadamente el noble sacrificio con otros propósitos injustos, afirmando que solo sabemos sembrar el odio. Rendir homenaje a héroes, mártires y soldados heridos es educar a las nuevas generaciones en el patriotismo y la responsabilidad cívica.
La historia nacional nunca ha sido un recuerdo silencioso, sino una fuente viva. Esta fuente se cristaliza en los sacrificios del pueblo vietnamita, creando un "capital" invaluable para quienes aún viven. Cada uno de nosotros hoy debe ser profundamente consciente de que no solo somos herederos, sino que también tenemos el deber de preservar y multiplicar ese capital. El 27 de julio es un día de gratitud. La verdadera gratitud no se limita a palabras ni rituales conmemorativos, sino que debe demostrarse con la capacidad de crear una realidad digna del pasado, viviendo, estudiando y trabajando con total responsabilidad y generosidad.
Hoy, el país ha dado un giro a la página y entra en una nueva era: la era del ascenso. En esta era, el orgullo del pasado debe transformarse en valentía para superar las dificultades, pensamiento independiente y dedicación incansable. Esta es la manera de cumplir con la moral de "recordar la fuente del agua al beber", y es un compromiso con nuestros antepasados de que sus sacrificios no fueron en vano.
Fuente: https://www.sggp.org.vn/diem-tua-lich-su-trach-nhiem-hom-nay-post805628.html
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