En las estrechas calles, me detuve al encontrarme con viejos longanes en plena floración, cuyas flores doradas parecían estar impregnadas del paso del tiempo. La fragancia del longan se extendía por los estrechos callejones, perdurando en los aleros, suave pero cautivadora. Era como una invitación a los viajeros a observar en silencio y sentir el suave ritmo del pueblo de montaña en medio del bullicio.
Los antiguos longanes aún se alzan allí, silenciosos y resistentes ante las vicisitudes del tiempo. Su corteza áspera, sus raíces nudosas profundamente arraigadas en la tierra y su exuberante follaje verde dan sombra a un rincón de la calle. Temporada tras temporada, se despiden silenciosamente del paso de los años, y luego, con la llegada de abril, sus flores de color amarillo pálido se abren de par en par, despertando una parte de la memoria que parecía haber estado dormida. Los diminutos pétalos ondean con la suave brisa, como suaves cintas de seda que caen por el aire, poseyendo una belleza humilde pero cautivadora.
No tan vibrante como el extravagante árbol de llama, ni tan intensamente fragante como la flor de leche, la flor de longan emite un aroma suave y elegante, cautivando silenciosamente los corazones con su simplicidad y encanto nostálgico.

Además de embellecer las calles, las flores de longan también dejan una fragancia persistente que evoca innumerables recuerdos del pasado. Cuando florecen, enjambres de abejas regresan, recolectando diligentemente el néctar, creando un armonioso paisaje natural. La fragancia del longan no solo añade un toque romántico al paisaje de Pleiku, sino que también lo impregna con gotas de exquisita y dulce miel.
Cada mañana, mientras la niebla aún se aferra a las hojas, la fragancia de las flores de longan se extiende por el aire con la brisa fresca, mezclándose con el rico aroma a café que emana de los pequeños cafés de la carretera. En ese instante, la naturaleza y la ciudad parecen entrelazarse, creando una armoniosa sinfonía de emociones. El delicado aroma del longan y el cálido aroma del café se funden en la quietud de la mañana, como si invitaran a los transeúntes a relajarse y escuchar el ritmo del pueblo de montaña. Ese aroma es como un recuerdo familiar, que transporta a la gente a tiempos pasados pero apacibles.
Tomando un sorbo de café caliente, escuché las historias de los lugareños. Gracias a sus sinceros relatos, comprendí que los antiguos árboles de longan no eran solo árboles de sombra junto al camino, sino testigos silenciosos del tiempo, que conservaban en su interior los altibajos de este pueblo de montaña. En aquellos tiempos, Pleiku no era tan bullicioso como ahora; los exuberantes huertos de longan, repletos de fruta, fueron una vez una fuente de alegría para incontables generaciones.
Con el paso del tiempo y la expansión de la ciudad, los antaño famosos huertos de longan dieron paso gradualmente a amplias avenidas y modernos edificios. Sin embargo, algunos longanes antiguos aún se alzan allí, soportando en silencio el bullicio de la ciudad. Y a pesar de todos los cambios, cada abril, las flores aún desprenden su suave fragancia en la brisa, como un susurro del pasado, evocando parte de los recuerdos profundamente grabados en los corazones de los habitantes de Pleiku: sencillos pero llenos de amor.
Hay aromas que, una vez grabados en la memoria, se convierten en parte indispensable del alma. La fragancia de las flores de longan en Pleiku es un ejemplo. Quien se haya sumergido en ella, sin duda, jamás la olvidará. Anhelan el momento de inhalar su fragancia pura, saborear una taza de café caliente y contemplar en silencio cómo las flores de color amarillo pálido se mecen suavemente bajo el sol matutino. Así, las flores de longan en abril no solo son un símbolo del cambio de estación, sino también un momento memorable en los corazones de quienes aman Pleiku, quienes adoran sus cosas sencillas pero emotivas.
Fuente: https://baogialai.com.vn/huong-nhan-post319882.html






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