El siguiente artículo es compartido por la Sra. Pham Thi Thuong Huyen, directora de la escuela primaria Nguyen Ba Ngoc ( Quang Tri ):

En los últimos días, en redes sociales y prensa, se ha difundido mucha información sobre algunas escuelas que se han visto obligadas a suspender o devolver a los padres el dinero recaudado de donaciones. En algunos casos, el simple hecho de proponer recaudar unos cientos de miles de VND por alumno para construir un parque infantil o comprar material escolar fue acusado de «nivelación» y «coacción», convirtiéndose así en el centro de la polémica.

La historia parece ser exclusiva de unas pocas escuelas, pero en realidad refleja una paradoja en la gestión educativa actual: cuando la línea entre lo correcto y lo incorrecto en la socialización es tan tenue, muchas escuelas se sienten confundidas y vacilantes respecto a iniciativas que, en un principio, surgen de la buena voluntad hacia los estudiantes. Como director de una escuela primaria en una zona suburbana, comprendo perfectamente esa situación difícil en la que la pasión y la responsabilidad de los educadores deben sortear el escrutinio de la opinión pública y las regulaciones.

Paradoja derivada de la brecha entre regulación y práctica

En el ámbito educativo, la socialización y la financiación de las escuelas constituyen una política acertada que demuestra el espíritu de colaboración entre el Estado y la ciudadanía. De hecho, en los últimos años, gracias al apoyo de padres, exalumnos, empresas, etc., muchas escuelas han contado con más patios de recreo, material didáctico, bibliotecas, aseos, etc., que el presupuesto estatal no podía sufragar. Sin embargo, al implementarlo en la práctica, muchos directores se han encontrado ante una paradójica situación:

La Circular 16/2018/TT-BGDDT estipula que la financiación de las instituciones educativas debe ser «voluntaria, pública, transparente, no forzosa y no fijada en un nivel medio o mínimo». Se trata de un principio humanitario que busca garantizar la libertad y la igualdad de los padres.

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La Sra. Pham Thi Thuong Huyen, directora de la Escuela Primaria Nguyen Ba Ngoc (Quang Tri), en la ceremonia de inauguración del nuevo año escolar 2025-2026. Foto: NVCC

Pero en realidad, si la escuela no proporciona una estimación del número o nivel de movilización, a los padres les resulta difícil visualizar la magnitud del proyecto o comprender con claridad cuánta contribución se necesita para que sea viable. El resultado es que la movilización se fragmenta, no hay suficientes recursos para completar el proyecto, lo que conlleva proyectos inconclusos, padres que desean apoyarlo pero que se sienten decepcionados, y se percibe que los responsables carecen de capacidad organizativa.

Por el contrario, si las escuelas divulgan públicamente sus expectativas, pueden ser consideradas erróneas. Y con tan solo unos pocos comentarios, las redes sociales pueden convertir cualquier esfuerzo en objeto de sospecha. Esa es la paradoja.

Cuando el silencio no es la solución

Ante la ola de críticas públicas por los cobros excesivos, muchas escuelas han optado por suspenderlos por motivos de seguridad. Sin embargo, la seguridad no es el objetivo de la educación. Cuando la opinión pública se convierte en un obstáculo que los educadores temen enfrentar, resulta difícil implementar políticas adecuadas, y los estudiantes son quienes más sufren las consecuencias. El director no espera privilegios, sino un marco legal suficientemente claro y la firme convicción de poder actuar correctamente sin temor a malentendidos.

Necesitamos soluciones: tanto soluciones inmediatas como a largo plazo.

En el futuro inmediato, el Ministerio de Educación y Formación debe pasar de una mentalidad de «gestión estricta» a una de «gestión transparente» en las actividades de socialización. Es necesario emitir directrices específicas sobre:

Artículos cuya movilización está permitida.

Limitar el nivel de contribución según cada región.

Y permitir que las escuelas divulguen públicamente sus niveles de movilización previstos, con mecanismos de seguimiento independientes por parte de representantes de los padres y autoridades locales.

Cuando toda la información sea pública, la sociedad podrá distinguir entre el cobro excesivo y la movilización adecuada de recursos, en beneficio del alumnado y no para ningún otro fin. La transparencia no solo protege a las familias, sino también al profesorado que actúa con integridad. Sin embargo, a largo plazo, se requiere una medida más fundamental: el Estado debe garantizar gradualmente las condiciones educativas básicas en todos los centros, reduciendo la brecha entre las zonas con mucha inversión y aquellas con carencias.

Solo cuando los docentes y directores no tengan que preocuparse por "pedir permiso", podrán centrarse plenamente en la enseñanza y la innovación educativa.

La educación es la causa de todo el pueblo, y la socialización es una solución temporal.

Pero una educación sostenible debe basarse en la confianza, la equidad y la inversión constante del Estado, no en la tolerancia de los docentes ante la presión pública.

La educación no puede prosperar con el miedo. Una educación sana necesita personas que se atrevan a hacer lo correcto, y una sociedad justa necesita valorarlas.

Fuente: https://vietnamnet.vn/khong-chi-la-chuyen-tien-loi-nguoi-hieu-truong-trong-tam-bao-lam-thu-2455186.html