Durante décadas, la alianza transatlántica ha sido una piedra angular de la seguridad y la prosperidad occidentales. Formada en el orden internacional posterior a la Segunda Guerra Mundial, esta alianza ha servido no solo para promover la defensa colectiva a través de la OTAN, sino también para reforzar los valores democráticos compartidos y la interdependencia económica de muchas naciones.
El artículo "El efecto Trump: Recalibrando la Alianza Transatlántica" se publicó en Modern Diplomacy el 2 de marzo. (Captura de pantalla) |
Inestabilidad en la sucesión
En el artículo mencionado, el Dr. John Calabrese afirma que la ideología de "Estados Unidos Primero" del presidente Donald Trump ha señalado desde hace tiempo una estrategia que prioriza los intereses de Washington, incluso a costa de alianzas consolidadas. Si bien este enfoque se limitaba anteriormente a la política interna, ahora también está configurando la política exterior estadounidense. A medida que el conflicto de Ucrania entra en su tercer año, EE. UU. y la UE muestran cada vez más diferencias en sus enfoques de la crisis.
El Dr. John Calabrese señaló que las declaraciones del presidente Donald Trump sobre el conflicto entre Rusia y Ucrania contradicen la visión, arraigada desde la Segunda Guerra Mundial, de que la seguridad de Estados Unidos está ligada a la estabilidad de Europa, lo que demuestra un cambio radical en la política exterior de Washington, una realidad que los líderes del "viejo continente" son cada vez más incapaces de ignorar.
El presidente Trump ha culpado a Kiev de iniciar el conflicto, llamando a su homólogo ucraniano Volodymyr Zelensky un “dictador” y advirtiendo que si no se lograla paz , el país sufrirá graves consecuencias.
Trump envió una delegación a Arabia Saudita para negociar con funcionarios rusos sin la participación de Ucrania o Europa, y para ofrecer concesiones a Moscú.
Además, el líder estadounidense también propuso un acuerdo por el cual Washington recibiría una parte de los recursos minerales y de tierras raras de Ucrania a cambio de ayuda. Estas medidas han socavado gravemente la confianza europea en el compromiso estadounidense con el orden de seguridad posterior a la Segunda Guerra Mundial.
Además, en un discurso pronunciado en la Conferencia de Seguridad de Múnich en febrero de 2025, el vicepresidente J. D. Vance reprendió a las democracias europeas por desviarse de los valores compartidos. Esta acción resaltó aún más un claro cambio de rumbo en la política estadounidense, especialmente en lo que respecta a la alianza transatlántica.
La historia de la asociación transatlántica no está exenta de crisis. Desde la crisis del Canal de Suez en 1956, pasando por el debate sobre la estrategia nuclear en la década de 1960, el conflicto de los euromisiles en la década de 1980, el estancamiento en torno al conflicto de Kosovo en 1999 y la guerra liderada por Estados Unidos en Irak en 2003, las tensiones transatlánticas no son nada nuevo.
Sin embargo, el Dr. John Calabrese enfatizó que las disputas previas, si bien graves, se debían principalmente a diferencias políticas y podían resolverse. En contraste, los enfoques de la administración Trump ahora indican un cambio profundo hacia un orden mundial cada vez más fragmentado, donde el poder puede prevalecer sobre los valores compartidos.
Durante una acalorada reunión en la Casa Blanca el 28 de febrero, el presidente estadounidense Donald Trump culpó a Kiev de iniciar el conflicto. (Fuente: AFP) |
Prueba para el "viejo continente"
Los líderes europeos están luchando por adaptarse al volátil panorama actual, y algunos piden una mayor autonomía estratégica para contrarrestar las incertidumbres planteadas por las impredecibles políticas de Washington, según el Dr. John Calabrese.
Esta incertidumbre geopolítica surge en un momento en que Europa intenta reforzar su capacidad de defensa. Estados Unidos mantiene una importante presencia militar en Europa, con alrededor de 100.000 soldados estacionados en varios países, especialmente en Alemania.
Un informe reciente estima que el continente necesitaría 300.000 soldados adicionales y una inversión de 262.000 millones de dólares para sustituir por completo el papel de Washington en la seguridad. Cabe afirmar que, en un futuro próximo, Europa seguirá dependiendo considerablemente del paraguas de seguridad estadounidense.
Pero incluso mientras Europa busca reforzar su defensa, enfrenta dificultades económicas, afirmó el experto. Imponer aranceles de represalia al proteccionismo estadounidense podría no rendir los beneficios esperados, ya que muchos países europeos siguen dependiendo en gran medida de Washington, tanto como mercado de exportación como fuente de bienes esenciales.
La amenaza de inflación y una guerra comercial se cierne sobre la región, lo que complica aún más el panorama económico. Alcanzar un consenso a nivel de la UE sobre estas medidas económicas tampoco será fácil, y las acciones unilaterales podrían profundizar las divisiones internas dentro del bloque.
Mientras la administración Trump prosigue las negociaciones con Rusia para poner fin al conflicto en Ucrania, Europa continúa tomando medidas más severas. El Consejo Europeo ha aprobado la decimosexta ronda de sanciones económicas y personales dirigidas a sectores clave de la economía rusa.
A corto plazo, si se alcanza un alto el fuego, Gran Bretaña y Francia están considerando desplegar tropas como parte de una fuerza de paz en Ucrania. Sin embargo, la eficacia de dicha iniciativa está por verse sin el respaldo de Estados Unidos, y no está claro si Washington está dispuesto a brindar dicho apoyo.
Sobre todo, afirmó el Dr. John Calabrese, estas maniobras diplomáticas, junto con el controvertido enfoque del Sr. Trump, resaltan aún más la creciente "diferencia de fase" en las relaciones entre Estados Unidos y Europa y aumentan las preocupaciones en el "viejo continente" sobre el compromiso de Washington.
Estados Unidos mantiene actualmente una importante fuerza militar en Europa, con unos 100.000 soldados estacionados en numerosos países. (Fuente: CNN) |
Paralelamente, Europa intensifica sus esfuerzos para fortalecer sus capacidades de defensa. La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, ha propuesto una «exención a la inversión en defensa», que permitiría a los Estados miembros financiar proyectos militares sin infringir los límites fiscales de la UE.
Sin embargo, la viabilidad de tales medidas sigue siendo cuestionable debido a la fragmentación de la industria de defensa europea y los desafíos que supone armonizar las capacidades militares nacionales.
En el frente económico, los funcionarios de la UE han estado en Washington tratando de evitar una guerra comercial, pero parecen haber logrado poco progreso.
Una reunión prevista para el 26 de febrero entre la Alta Representante de la UE para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, Kaja Kallas, y el Secretario de Estado de Estados Unidos, Marco Rubio, fue cancelada abruptamente, citando “problemas de programación”.
Ahora, el hecho de que Europa ya no pueda depender de Estados Unidos como antes ha empujado al "viejo continente" a buscar caminos más independientes tanto en política económica como de defensa.
El Dr. John Calabrese mencionó el concepto de "reducción de riesgos" en su artículo. Este concepto fue mencionado originalmente por la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, para regular la cooperación entre la UE y China, y ahora puede aplicarse a las relaciones con EE. UU. Es necesario comprender que la reducción de riesgos no significa romper relaciones, sino diversificar los recursos de defensa y los socios económicos, centrándose en reducir la dependencia del mercado estadounidense, fortalecer la cooperación con los países de la región del Indopacífico e invertir en tecnología de defensa nacional.
Sin embargo, si bien la necesidad de reducir el riesgo es un imperativo estratégico, el camino a seguir sigue siendo accidentado y desafiante. Las divisiones internas, las presiones financieras y la inercia de las burocracias europeas plantean profundas dudas sobre la posibilidad de una transformación integral en el futuro próximo.
Romper o remodelar
Según el Dr. John Calabrese, la alianza entre Estados Unidos y Europa podría eventualmente avanzar hacia un equilibrio, con una Europa menos dependiente. Si Estados Unidos continúa su tendencia hacia el aislacionismo, Europa podría verse obligada a construir una política exterior autónoma, no solo para proteger sus propios intereses, sino también para garantizar la estabilidad del orden global.
Sin embargo, si la alianza transatlántica se divide cada vez más, especialmente en su enfoque hacia China y Rusia, este vacío estratégico podría ser aprovechado por potencias rivales. Esto obligará a los líderes europeos a construir una política exterior resiliente y diversificada.
Además, enfatizó el Dr. John Calabrese, el apoyo de la administración Trump a los movimientos nacionalistas de extrema derecha en Europa está creando un desafío ideológico al orden democrático liberal.
Esta brecha no es sólo una cuestión estratégica, sino que también afecta a la identidad de Europa como bastión de la democracia, el bienestar social y la cooperación transnacional.
Frente a esta interferencia ideológica, es probable que Europa fortalezca su compromiso con los valores democráticos, incluso cuando los cálculos estratégicos empujan al continente a buscar una mayor autonomía.
Aunque es improbable que Estados Unidos y Europa se separen por completo debido a sus profundos vínculos económicos y de seguridad, la alianza aún podría avanzar hacia un equilibrio, con una Europa menos dependiente. (Fuente: Voxeurop) |
El futuro a largo plazo de la relación transatlántica sigue siendo incierto. Si las futuras administraciones estadounidenses ajustan sus políticas y reafirman su compromiso con las alianzas tradicionales, la posibilidad de reconciliación permanece abierta. Por otro lado, si la tendencia de recortes estratégicos y medidas coercitivas unilaterales continúa, la relación entre Estados Unidos y Europa se orientará gradualmente hacia una mayor autonomía y una menor interdependencia. En este contexto, la sostenibilidad de la alianza dependerá de la capacidad de Europa para adaptarse a un entorno geopolítico cambiante, manteniendo al mismo tiempo sus valores fundamentales.
En resumen, el futuro de la relación transatlántica se encuentra en una coyuntura crítica. La turbulencia actual no se debe simplemente a desacuerdos políticos, sino que también refleja un profundo cambio estratégico. Si Washington continúa priorizando sus propios intereses, Europa se verá obligada a encontrar un camino independiente, aunque este esté plagado de desafíos. El futuro de la relación transatlántica dependerá de la adaptabilidad del "viejo continente" y de la dirección que tome Estados Unidos, ya sea para continuar la colaboración o para distanciarse gradualmente.
(*) El Dr. John Calabrese es profesor de relaciones internacionales en la American University de Washington, D. C. También es editor de The Middle East Journal e investigador principal no residente del Middle East Institute (MEI). Anteriormente, el Dr. Calabrese fue director del Proyecto Oriente Medio-Asia (MAP) del MEI.
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Fuente: https://baoquocte.vn/hieu-ung-tu-nuoc-my-tai-dinh-hinh-lien-minh-xuyen-dai-tay-duong-306215.html
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