En la estrategia nacional de desarrollo, la formación profesional, especialmente la de nivel medio superior, desempeña un papel fundamental en la provisión de recursos humanos altamente cualificados. La elaboración de normas para la creación de centros educativos es necesaria para garantizar la calidad y la orientación del sistema. Sin embargo, en el contexto de la promoción estatal de la racionalización del aparato público y el fomento de la integración social, la aplicación de normas rígidas —sobre todo en materia de terrenos y capital— está poniendo de manifiesto numerosas deficiencias en el sector privado. La aplicación de normas similares a las de los centros educativos públicos ha generado obstáculos que dificultan el desarrollo de todo el sistema.
La idea de “una talla para todos” está creando barreras.
El papel de las normas en el establecimiento de estándares de calidad y la protección del alumnado es innegable. En el sector público, especialmente durante fusiones y reestructuraciones, contribuyen a garantizar el funcionamiento eficaz de las nuevas entidades y la optimización de los recursos públicos, como terrenos e instalaciones. Se trata de una herramienta de gestión indispensable para mejorar la eficiencia en el uso de los bienes públicos y la calidad de los servicios educativos.
Sin embargo, aplicar los mismos estándares —especialmente en lo que respecta a la superficie del terreno (20.000 m² en zonas urbanas, 40.000 m² fuera de ellas) y al capital de inversión (100.000 millones de VND, sin incluir el terreno)— al sector privado es otra historia. Este enfoque uniforme crea una barrera casi insuperable. En las grandes ciudades, el terreno es escaso y caro, lo que hace que el requisito de superficie sea irreal. El elevado capital de inversión también excluye a los pequeños y medianos inversores, a las organizaciones sociales o a los particulares que pretenden abrir escuelas especializadas de alta calidad a una escala razonable.
Mientras tanto, la tecnología digital permite la implementación de modelos de aprendizaje electrónico, aprendizaje combinado y laboratorios virtuales, reduciendo la dependencia del espacio físico. Los modelos de formación colaborativa con empresas, como el aprendizaje basado en el trabajo (ABT), aprovechan eficazmente las instalaciones empresariales. Mantener la mentalidad tradicional de diseño escolar —que requiere grandes campus e infraestructura— está quedando obsoleto, perdiendo la oportunidad de aprovechar métodos de formación más flexibles y rentables. Como resultado, el sector privado se ve frenado, contraviniendo la política de socialización y ralentizando la capacidad de satisfacer las necesidades de recursos humanos del país.

La mentalidad tradicional en el diseño de escuelas, que requiere grandes campus y una gran infraestructura, está quedando obsoleta.
FOTO: ILUSTRACIÓN DE AI
La experiencia internacional demuestra que muchos países han adoptado un enfoque más flexible. En Australia, la Autoridad Australiana de Calidad de las Competencias (ASQA) exige a las instituciones de formación técnica y profesional que demuestren contar con recursos suficientes (financieros y físicos) adecuados al alcance de sus actividades registradas, en lugar de prescribir un área fija. En el Reino Unido, la Oficina para Estudiantes (OfS) se centra en la calidad de los resultados, así como en la capacidad administrativa y financiera en un contexto específico. El sistema de acreditación de Estados Unidos tampoco prescribe un área absoluta, sino que evalúa la suficiencia y la idoneidad de los recursos para el programa de formación. La tendencia general es pasar del control de los insumos a la evaluación de la capacidad de implementación y el control de la calidad de los resultados.
Entrada flexible junto con un control estricto de la calidad de salida
Desde la perspectiva de las pequeñas y medianas empresas (pymes), Vietnam debería considerar un nuevo enfoque para la concesión de licencias a instituciones de educación superior privadas. En lugar de aplicar barreras uniformes, es necesario establecer estándares flexibles, clasificados según la escala de formación y los campos o sectores específicos. El principio fundamental es la adecuación a las necesidades. El papel del Estado debería pasar de controlar los insumos a establecer estándares mínimos esenciales, al tiempo que se refuerza el seguimiento de los resultados.
Estos estándares mínimos deben centrarse en factores que afectan directamente la calidad de la enseñanza: espacio de aprendizaje y práctica por estudiante; equipamiento esencial para el programa registrado; y capacidad financiera suficiente para operar de forma estable (posiblemente mediante un plan de negocios, garantías o capital adecuado). Una escuela de tecnología de la información con 300 estudiantes claramente no necesita los mismos recursos que una escuela de ingeniería mecánica con 3000 estudiantes. Este enfoque permite la diversidad, fomentando modelos especializados, de pequeña escala pero de alta calidad.
Sin embargo, la flexibilidad en los insumos debe ir de la mano con un control más estricto sobre la calidad de los resultados, un requisito indispensable. El papel del Estado es construir y operar un sistema eficaz de postauditoría, que incluya: la acreditación independiente de programas e instalaciones de capacitación; la evaluación de la capacidad real de los egresados; el seguimiento y la publicación de las tasas de empleo, los salarios y la satisfacción empresarial; y la aplicación de sanciones estrictas, incluida la revocación de la licencia, a las instalaciones que no cumplan con los estándares. La transparencia de la información de acreditación también ayuda a los estudiantes y a la sociedad a tomar la decisión correcta.
Para impulsar el desarrollo de la formación profesional, especialmente en el sector privado, es necesario superar las limitaciones institucionales derivadas de las condiciones de establecimiento. Se debe sustituir el enfoque de «estándar uniforme» por un modelo flexible, clasificado por tamaño y sector (como las pymes), que priorice las condiciones mínimas esenciales y la idoneidad. Fundamentalmente, este cambio debe ir acompañado de un sistema de control de calidad de los resultados sólido, eficaz y transparente. De esta forma, se liberará el potencial social y se garantizará y mejorará continuamente la calidad de los recursos humanos, en pos de un sistema de formación profesional dinámico y diverso que responda a las necesidades de desarrollo del país.
En el contexto de la modificación de la Ley de Formación Profesional por parte del Ministerio de Educación y Formación, resulta urgente una evaluación y reforma institucional integral para promover eficazmente los recursos sociales en la formación de recursos humanos de alta calidad.
Fuente: https://thanhnien.vn/thao-nut-that-the-che-de-phat-trien-truong-cao-dang-tu-thuc-185250807191437627.htm






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