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Profesores y estudiantes en la nueva era

Tras 80 años de desarrollo, el sector educativo de Vietnam se encuentra en una posición sin precedentes, pero aún le esperan importantes desafíos. La transformación digital, tanto para docentes como para estudiantes, representa un punto de inflexión y, a la vez, una presión.

Báo Công thươngBáo Công thương20/11/2025

posición “sin precedentes”

Este año, el Día del Maestro en Vietnam, el 20 de noviembre, se celebra en un ambiente muy diferente. Al repasar los últimos 80 años, desde la aspiración de "erradicar el analfabetismo" durante el período de subsidios, hasta la profunda transformación hacia la integración global, se trata del viaje de toda una nación.

Hoy, cuando los rayos del final del otoño y el comienzo del invierno llaman suavemente a las puertas de cada aula, desde la ciudad hasta el pueblo, recordamos el 20 de noviembre, cuando más de 1,6 millones de maestros en todo el país celebraron con alegría y orgullo el 43.º aniversario del Día del Maestro vietnamita por sus logros.

Hoy no es solo una simple celebración, sino un momento para recordar los hitos de la industria: " La educación y la formación se identifican como la principal política nacional, que decide el futuro de la nación".

El ministro de Educación y Formación, Nguyen Kim Son, afirmó que el 20 de noviembre de este año marca un hito especial: la educación "nunca ha tenido la posición que tiene hoy" después de 80 años de desarrollo, cuando se emitieron una serie de nuevas resoluciones y políticas, desde la Resolución 29 sobre innovación fundamental e integral en la educación, la Resolución 57 sobre ciencia, tecnología y transformación digital, hasta la Resolución 71 del Politburó sobre avances en el desarrollo de la educación y, especialmente, la Ley de Docentes recién aprobada por la Asamblea Nacional.

A nivel internacional, los resultados del estudio TALIS 2024 de la OCDE muestran que el 92% de los docentes vietnamitas están de acuerdo o muy de acuerdo en que la sociedad valora a los docentes, el porcentaje más alto entre los 55 sistemas educativos encuestados, mientras que el promedio de la OCDE es solo del 22%. El 97% de los docentes están satisfechos con su trabajo y el 58% con sus salarios, cifras significativamente superiores al promedio de la OCDE.

Estas cifras explican por qué la prensa internacional utiliza la frase “los docentes vietnamitas lideran en capacidad de transformación digital y nivel de respeto”.

Este año, en la celebración del 20 de noviembre y en el congreso de emulación del sector, el equipo docente y los gestores educativos son reconocidos no solo como representantes de la profesión, sino también como el factor decisivo en la calidad, como un ejemplo a seguir. Por primera vez, la profesión docente ha sido institucionalizada por ley, afirmando la posición de los docentes, algo que parecía una tradición pero que ahora está codificado.

Cuando la educación se eleva a la categoría de política nacional prioritaria, se abren dos caminos: esperanza y responsabilidad. Esperanza porque esta nueva posición conlleva mayores recursos para la sociedad, desde la inversión y las políticas hasta el compromiso con el bienestar. Pero también implica responsabilidad, ya que, con esta posición, la presión sobre las escuelas, los docentes y los estudiantes es considerable. Si solo conseguimos que se preste atención, pero no una transformación real, es fácil caer en la inercia.

La alegría de maestros y alumnos en el Día del Maestro en Vietnam, 20 de noviembre. Foto ilustrativa.

La alegría de maestros y alumnos en el Día del Maestro en Vietnam, 20 de noviembre. Foto ilustrativa.

Legalizar la profesión docente es un paso adelante, pero lo más importante es: ¿tienen los docentes poder real, condiciones y un entorno que les permita ser creativos? ¿Tienen los estudiantes un método de aprendizaje adecuado a los tiempos, que no se limite a memorizar conocimientos sino que también desarrolle capacidades?

Desde otra perspectiva, la sociedad tiene grandes expectativas: la educación debe ponerse al día rápidamente con la transformación digital y la integración internacional. Pero no se pueden ignorar los fundamentos: las instalaciones en zonas remotas, la calidad del personal y, sobre todo, los estudiantes. Si se descuidan, la posición privilegiada solo existirá en teoría.

Los docentes en la era digital

Uno de los aspectos más destacados de TALIS 2024 es la capacidad de transformación digital del profesorado vietnamita. El 64 % de los docentes afirmó haber utilizado inteligencia artificial (IA) en la enseñanza, situándose en el quinto puesto de entre 55 sistemas educativos, casi el doble de la media de la OCDE. Esto demuestra el gran esfuerzo del profesorado por autoaprendizaje y adaptación a las nuevas tecnologías, a pesar de que la mayoría no ha recibido formación reglada en IA en centros de formación docente.

Sin embargo, el 71% del profesorado admite que los centros educativos carecen de la infraestructura y las herramientas digitales necesarias: ordenadores obsoletos, redes inestables, equipos compartidos y muchas «aulas inteligentes» que solo existen sobre el papel. En este contexto, exigir al profesorado que «lidere la transformación digital» sin las instalaciones, los presupuestos de formación ni el tiempo de estudio necesarios resulta injusto.

La transformación digital no puede ser solo un eslogan colgado detrás del atril, sino que debe demostrarse en cada clase, desde el uso de plataformas de aprendizaje digital y el análisis de datos de aprendizaje de los estudiantes hasta el diseño de actividades interactivas con apoyo tecnológico.

Además de los esfuerzos del Estado, numerosas iniciativas sociales están brindando un impulso vital al personal docente. Programas de reconocimiento y apoyo como «Compartiendo con los maestros», que honran a los docentes que residen en pueblos e islas, y a los maestros con uniforme verde que patrullan la frontera y, a la vez, imparten clases, demuestran la creciente solidaridad de la comunidad y las empresas. Si bien los obsequios materiales no pueden reemplazar un salario básico, constituyen una muestra de que la sociedad reconoce y valora estas contribuciones silenciosas.

Desde la perspectiva de las políticas públicas, se aprecia la lógica del enfoque del Partido y el Estado hacia la educación: legalizar la profesión docente, consolidar la educación como la principal política nacional, priorizar la inversión en el profesorado y promover la transformación digital. El problema radica en que la velocidad de institucionalización, la asignación de recursos y la implementación a nivel local no han estado a la altura de esta visión.

En concreto, debe existir una hoja de ruta clara para la implementación de la Ley del Profesorado, especialmente en lo relativo a salarios, complementos, vivienda pública y regímenes de crédito preferenciales, en lugar de dejar las propuestas en la fase de consulta pública. Asimismo, es necesario ampliar el margen de autonomía profesional del profesorado, junto con la rendición de cuentas, para que se confíe más en su capacidad para elegir métodos y contenidos de enseñanza, evaluar al alumnado y fomentar y actualizar las competencias digitales, que estén realmente vinculadas a la trayectoria profesional y la remuneración.

Al mismo tiempo, el bienestar del profesorado debe considerarse una política para desarrollar recursos humanos de alta calidad, y no un mero favor a un grupo de funcionarios. Es necesario recopilar y replicar los modelos locales que incrementan de forma proactiva los ingresos en función del desempeño laboral, apoyan la vivienda social y la vivienda pública para docentes en zonas desfavorecidas.

Lo más importante es fomentar una cultura de respeto hacia los docentes mediante acciones concretas por parte de cada familia, cada estudiante y todo el sistema político. Los docentes necesitan más que flores el 20 de noviembre; necesitan confianza en su experiencia, que se escuchen sus voces al asesorar sobre políticas educativas y protección cuando se oponen firmemente a las trampas y a las prácticas discriminatorias basadas en el rendimiento académico.

Mantener viva la llama del profesor en la era de la innovación

Una nueva era educativa debe equilibrar tradición e innovación: preservar la personalidad del docente, mantener viva la llama del entusiasmo y, al mismo tiempo, abrirse a la tecnología, a los nuevos métodos y al mundo . Si una de estas facetas predomina sobre la otra, la educación perderá sus raíces o no podrá avanzar.

Recuerdo a una maestra de las tierras altas que, cada mañana, bajo la lluvia y el rocío, subía la colina para dar clase; la pizarra estaba mojada, pero los ojos de los alumnos brillaban con confianza. Recuerdo a una maestra de la ciudad, esforzándose por adaptarse a la enseñanza en línea, bajo mucha presión, pero aun así sonriendo a sus alumnos.

Ellos, los docentes, están a la vanguardia del cambio. A medida que las políticas les otorgan mayor estatus y responsabilidad, también se exige que sean más ejemplares: “lo suficientemente brillantes como para iluminar y guiar a los estudiantes; lo suficientemente valiosos como para inspirar y persuadir”.

Al observar los ojos de los estudiantes y escuchar las reflexiones de los docentes, comprendemos que no se trata solo de impartir conocimientos, sino también de sembrar aspiraciones: aspiraciones de aprender, de vivir, de superarse en toda una generación. Al reflexionar sobre el papel del sector educativo, la lección es clara: los docentes deben ser siempre guías, pero no quienes lleven las riendas del proceso. Los estudiantes tendrán que esforzarse, pero solo con un guía firme podrán llegar a buen puerto.

¿Qué podemos esperar el 20 de noviembre de este año y en los años venideros?

Espero una política más clara y específica sobre el desarrollo docente: no solo defender y honrar, sino también capacitar, desarrollar y crear condiciones reales para la innovación.

Aspiramos a un entorno de aprendizaje donde los estudiantes no solo “vayan a la escuela”, sino que “aprendan a vivir, a crear y a integrarse”. Por lo tanto, esta nueva concepción de la educación no solo se encuentra en la declaración, sino que debe estar presente en cada aula, en cada patio escolar y en cada rincón del país.

Espero que la sociedad, los padres, los estudiantes y la comunidad vean a los maestros no solo el 20 de noviembre, sino todos los días: con respeto, apoyo y acompañamiento. Cuando los maestros son fuertes, la educación alcanza nuevas cotas.

En este sentido, el docente es el faro que ilumina y guía el camino. El camino por delante no será fácil, pero si cada docente mantiene firme su postura y cada estudiante camina con la frente en alto, lleno de conocimiento y aspiraciones, la educación y la formación no solo alcanzarán un nivel sin precedentes, sino que también se encaminarán hacia un futuro prometedor.

El 20 de noviembre, los docentes necesitan más que flores. Solo cuando reciban un salario justo, protección, tecnología y mecanismos que les permitan impartir una enseñanza y evaluación efectivas, podrán cumplir plenamente su función como guías de la nueva era. Entonces, los buenos resultados de la educación vietnamita en los rankings internacionales no serán solo un motivo de orgullo pasajero, sino la base de una sociedad que aprenda a lo largo de toda la vida.

Fuente: https://congthuong.vn/thay-va-tro-trong-thoi-dai-moi-431263.html


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