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El equipo japonés se 'transforma'

Desde el boleto al Mundial de 2026 hasta la historia de integración de la comunidad "haafu", el fútbol japonés no solo ha demostrado un fuerte ascenso en el campo sino que también ha sido una imagen típica del cambio social en el país.

ZNewsZNews21/03/2025

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En el contexto de una integración global cada vez más sólida, la selección japonesa no solo refleja el progreso del fútbol, ​​sino que también sirve como modelo de cambio social. El desarrollo de esta selección nacional es testimonio de un largo proceso de profesionalización e integración cultural, del cual, una parte importante es el aumento de la participación de la comunidad "haafu" (japoneses con un progenitor extranjero) en deportes , especialmente el fútbol.

El punto de inflexión

Japón ha tenido una trayectoria impresionante participando en la Copa del Mundo desde su primera participación en 1998. Hasta ahora, han aparecido en siete Copas del Mundo, y esta vez, la victoria por 2-0 sobre Bahréin el 20 de marzo trajo oficialmente un boleto a la Copa del Mundo de 2026 en tres países: Estados Unidos, Canadá y México, marcando la octava participación consecutiva de los "Samuráis Azules".

Este es un logro impresionante, que demuestra el continuo crecimiento y desarrollo del fútbol japonés, desde la construcción de infraestructura y el desarrollo de jugadores talentosos hasta la participación en los torneos más importantes del mundo. La selección japonesa no solo demuestra su sólido ascenso futbolístico, sino que también representa un ejemplo típico del cambio social en el país.

Su equipo cuenta con varios jugadores "haafu", una nueva generación de jugadores que aportan diversos rasgos y herencias culturales. "Puede que los jugadores provengan de diferentes orígenes, pero lo más importante es que todos juegan para Japón y trabajan juntos para alcanzar el objetivo de convertirse en los mejores del mundo ", declaró el seleccionador japonés, Hajime Moriyasu.

Estas acciones reflejan la integración y la aceptación de la sociedad japonesa hacia personas de diversos orígenes. La comunidad "haafu" es cada vez más común en el deporte japonés, no solo en el fútbol, ​​sino también en muchos otros deportes como el tenis (Naomi Osaka) y el baloncesto (Rui Hachimura).

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El equipo de Japón acaba de ganar un boleto para la Copa del Mundo de 2026.

En el campo, una de las señales más evidentes de cambio es la aparición de jugadores de origen extranjero. Estos jugadores no solo demuestran talento, sino que también contribuyen a cambiar la percepción pública sobre la diversidad cultural. Esto es un desarrollo natural a medida que Japón se convierte en una sociedad cada vez más globalizada, con la llegada de numerosos grupos de inmigrantes de Brasil, Perú, el Sudeste Asiático y África.

Uno de los factores clave que hace del fútbol un deporte popular y accesible para los niños inmigrantes y haafu es su facilidad de participación. Según el sociólogo Lawrence Yoshitaka Shimoji, el fútbol solo requiere un balón para empezar a jugar, lo que facilita la participación de los niños de familias inmigrantes, incluidos los haafu, en comparación con otros deportes como el béisbol, que requieren una gran inversión en equipamiento.

En los últimos años, el fútbol japonés ha experimentado un cambio drástico en la formación de jugadores. Los jugadores naturalizados de Brasil, el país con la mayor comunidad japonesa, han contribuido enormemente al desarrollo del fútbol japonés desde la década de 1960. Nelson Yoshimura, jugador naturalizado japonés de origen brasileño, fue uno de los pioneros en sentar las bases para los jugadores naturalizados posteriores.

El fútbol japonés también ha contado con grandes nombres, como Rui Ramos y Wagner Lopes, jugadores brasileños que disputaron la Copa Mundial con la selección japonesa. Desde entonces, los jugadores naturalizados se han convertido en parte integral de la historia del fútbol japonés, contribuyendo a impulsar a la selección japonesa a la escena mundial.

Como uno de los equipos más diversos del mundo, la selección nacional japonesa ha experimentado un aumento en el número de jugadores "haafu" a lo largo de los años. Un claro ejemplo es la presencia de jugadores mestizos en las últimas selecciones de la Copa Mundial.

Varios jugadores "haafu" han formado parte de la selección nacional, entre ellos el portero Zion Suzuki y Leo Brian Kokubo, quienes han tenido un buen desempeño en torneos internacionales.

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El equipo de Japón es diferente ahora.

La aparición de estos jugadores de "haafu" refleja un cambio en la sociedad japonesa, donde cada vez más niños nacen y crecen en Japón con padres extranjeros. Según estudios, la proporción de niños nacidos de al menos un progenitor extranjero ha aumentado significativamente con los años, lo que refleja la evolución de la sociedad japonesa hacia la apertura y la aceptación de la diversidad cultural.

Problemas

Sin embargo, no todo ha sido color de rosa. Si bien el fútbol japonés ha experimentado cambios positivos en la integración de los jugadores "haafu", aún persisten problemas de racismo y discriminación.

Los jugadores de “Haafu”, especialmente aquellos de ascendencia negra, todavía enfrentan comentarios racistas en las redes sociales y en la vida cotidiana.

Zion Suzuki, el portero japonés, habló sobre sus experiencias con el racismo cuando era niño e instó a los aficionados a dejar de enviar mensajes racistas después de los partidos. Historias como estas demuestran que Japón, una sociedad en constante cambio y más abierta, aún tiene un largo camino por recorrer para promover la plena aceptación.

Los cambios en los equipos y la sociedad japonesa son una clara demostración de integración y diversidad cultural. Los jugadores de "haafu" no solo representan a Japón a nivel internacional, sino que también son modelos para una sociedad en transformación y apertura.

Para Japón, competir en el Mundial de 2026 sería un hito no sólo en términos de logros deportivos, sino también en términos de progreso en la aceptación y el respeto de la diversidad cultural.

Mientras los "Samuráis Azules" se preparan para el gran desafío del Mundial de 2026, llevan no sólo los sueños de millones de japoneses, sino también la imagen de un país que abre sus brazos a los valores multiculturales, creando un futuro prometedor para una generación de jugadores y aficionados japoneses.


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