Indonesia de jugadores extranjeros
La naturalización en el fútbol no es nada nuevo y, en un entorno internacional cada vez más competitivo, podría ser una estrategia inteligente en la búsqueda de títulos.
El fútbol indonesio , tanto a nivel masculino como femenino, es un excelente ejemplo de esta tendencia de construir desde arriba.

De cara a las eliminatorias de la Copa Asiática Femenina de 2026 (que comienzan a finales de este mes), la Federación Indonesia de Fútbol (PSSI) ha convocado a 13 jugadoras naturalizadas de una lista de 38, la mayoría de las cuales son de los Países Bajos y los Estados Unidos.
Se trata de una decisión audaz y decisiva, pero al mismo tiempo plantea muchos interrogantes sobre la sostenibilidad, la identidad y el desarrollo a largo plazo del fútbol nacional.
En el lado positivo, la naturalización es una forma rápida de mejorar el equipo, especialmente para países cuyo fútbol no es realmente fuerte.
En el caso de Indonesia, jugadoras como Iris de Rouw, Felicia de Zeeuw y Sydney Hopper juegan profesionalmente en Europa o Estados Unidos, aportando experiencia y habilidades mucho más allá del nivel promedio del fútbol femenino del sudeste asiático.
Estados Unidos tiene el récord de cuatro títulos mundiales femeninos, mientras que Países Bajos llegó a la final en 2019.
Su presencia puede ayudar a mejorar la calidad del entrenamiento, la táctica e incluso el espíritu competitivo del equipo.

A diferencia del fútbol masculino, la naturalización de jugadoras en muchos países es relativamente difícil y está relacionada con la cultura, la religión y los prejuicios sociales (en muchos países, las jugadoras son tratadas injustamente).
Falta de identidad, el fútbol es dependiente
Sin embargo, la desventaja de la naturalización masiva es innegable. En primer lugar, puede eclipsar las oportunidades de desarrollo de los actores nacionales.
Cuando los puestos en la selección nacional son ocupados por jugadores nacidos y criados en el extranjero, las caras jóvenes nacionales son fácilmente "cerradas" a pesar de su potencial.
En lugar de unas cuantas caras para aumentar la competitividad rápidamente, naturalizar más de un equipo principal como Indonesia puede provocar que el sistema de entrenamiento juvenil se estanque debido a la falta de motivación para desarrollarse.
En segundo lugar, la dependencia excesiva de recursos externos puede conducir a una pérdida de control sobre la dirección estratégica.
Los jugadores naturalizados, a pesar de sus raíces indonesias, crecen en una cultura y una mentalidad futbolística diferentes.
Integrarlos en la selección nacional requiere tiempo, integración y esfuerzo por parte del cuerpo técnico, algo que no siempre es fácil. Si no se gestiona bien, pueden surgir divisiones internas entre los equipos nacionales y extranjeros.

Por último, hay un aspecto que no se puede pasar por alto: la identidad y el orgullo competitivo.
Los fanáticos siempre esperan ver a jugadores que crecieron en el campo nacional representar al país.
Si el equipo es solo un grupo de "jugadores extranjeros" que juegan por el dinero comprometido por la federación, las emociones pueden desvanecerse gradualmente en el corazón del público. A partir de ahí, los aficionados pueden fácilmente darle la espalda al equipo.
El objetivo de Indonesia es un boleto a la Copa Asiática Femenina de 2026, así como un alto puntaje en la Copa ASEAN 2025 que se celebrará en Vietnam el próximo agosto ( los equipos femeninos de Vietnam, Indonesia, Camboya y Tailandia están en el Grupo A).
La estrategia de Indonesia es un arma de doble filo. A corto plazo, Garuda Pertiwi podría lograr buenos resultados, como esperaba PSSI, pero el futuro está plagado de incertidumbre y dependencia.
El fútbol nacional necesita más en términos de identidad y orgullo.
Fuente: https://vietnamnet.vn/tuyen-nu-indonesia-nhap-tich-o-at-niem-tu-hao-khong-mua-duoc-bang-tien-2411297.html
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