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Warren Buffett a los 95: El último juego y legado antes de la era de la IA

(Dan Tri) - A los 95 años, Warren Buffett concluye 60 años de dirigir Berkshire desde una fábrica textil en quiebra a un imperio de un billón de dólares, dejando la pregunta de si su filosofía de inversión resistirá la prueba del tiempo en la era de la IA.

Báo Dân tríBáo Dân trí12/09/2025

El 30 de agosto, en Omaha, Nebraska, Warren Buffett cumplió 95 años. Pero no fue un cumpleaños cualquiera. Marcó su último cumpleaños como director ejecutivo de Berkshire Hathaway, la compañía que dirigió durante 55 años. Cuando se retire oficialmente en diciembre, una gran era en la historia financiera mundial llegará a su fin.

Más que la jubilación de un director ejecutivo, es el fin de una era. Una era en la que una fábrica textil en quiebra se transformó en un conglomerado de un billón de dólares con una asombrosa rentabilidad del 5.500.000% en 60 años, casi el doble del rendimiento del S&P 500.

El legado de Buffett no reside solo en las cifras, sino en una filosofía de inversión clásica, un estilo de gestión único y una historia de perseverancia, sabiduría y humanidad.

El viaje desde niño de Coca-Cola hasta "Oráculo de Omaha"

La trayectoria de Buffett es una leyenda clásica estadounidense. Nacido en plena Gran Depresión en 1930, el joven Warren demostró su espíritu emprendedor a la edad de 6 años cuando iba de puerta en puerta vendiendo chicles.

Compró paquetes de seis latas de Coca-Cola a 25 centavos y las vendió a 5 centavos cada una, obteniendo una buena ganancia de 5 centavos. Repartió periódicos, instaló máquinas de pinball en barberías y, a los 14 años, usó sus ahorros para comprar una granja y alquilarla. A los 16 años, el joven había ahorrado 5000 dólares, el equivalente a más de 53 000 dólares actuales.

Pero el verdadero punto de inflexión llegó cuando Buffett leyó "El inversor inteligente" de Benjamin Graham. El libro le introdujo en la filosofía de la inversión en valor: comprar una empresa por menos de su valor real para crear un "margen de seguridad".

Buffett quedó tan impresionado que fue a la Escuela de Negocios de Columbia para estudiar con Graham. Más tarde trabajó para la firma de su mentor, perfeccionando sus habilidades para analizar estados financieros en busca de empresas con potencial de revalorización, es decir, compañías baratas que aún conservaban un último resquicio de valor.

Fue este enfoque el que ayudó a Buffett Partnership, que fundó en 1956, a crecer de 100.000 dólares a más de 20 millones. Pero un encuentro crucial en 1959 con Charlie Munger lo cambió todo. Munger, su confidente y futuro vicepresidente de Berkshire, convenció a Buffett de cambiar de rumbo. En lugar de comprar empresas mediocres a precios irrisorios, Munger le aconsejó que «comprara empresas excelentes a precios justos».

Esta nueva filosofía condujo a una decisión crucial: la adquisición de Berkshire Hathaway, que comenzó como una fábrica textil en declive. Buffett empezó a comprar acciones en 1962 y, tras ser rechazado por la dirección, recuperó el control total en 1965, visiblemente enfadado. Irónicamente, este "error" fortuito se convirtió en la base de un gran imperio. Buffett transformó gradualmente Berkshire en una sociedad de cartera, utilizando el flujo de caja del negocio textil (aunque en dificultades) para adquirir otras empresas.

Su gran éxito llegó en la década de 1970 cuando compró National Indemnity Insurance. Buffett reconoció el valor del "flotante" —las primas que los clientes pagaban por adelantado pero que la compañía aún no había tenido que desembolsar—.

En esencia, esto representaba una enorme fuente de capital, prácticamente gratuita, que podía invertir en otros negocios. See 's Candies (1972), Washington Post, Geico, Coca-Cola (1989), American Express... fueron captando su atención una tras otra. Todas eran empresas con ventajas competitivas sostenibles, difíciles de igualar para la competencia.

En los últimos 60 años, las acciones de Berkshire Hathaway han experimentado un crecimiento asombroso del 5.500.000%. La rentabilidad anual promedio ha sido de casi el 20%, el doble que la del S&P 500. De una fábrica textil al borde de la quiebra, Berkshire se ha convertido en un conglomerado de un billón de dólares que posee el ferrocarril BNSF, la aseguradora Geico, la empresa de baterías Duracell y participaciones importantes en Apple, Bank of America, Chevron, etc.

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La trayectoria inversora de Buffett es una leyenda clásica estadounidense (Foto: Getty).

El hombre detrás de miles de millones de dólares: "Voy a la oficina todos los días"

¿Por qué un hombre de 95 años con una fortuna de 150 mil millones de dólares sigue trabajando con tanto empeño? La respuesta no está en el dinero. Como dijo el profesor Lawrence Cunningham de la Universidad de Delaware, Berkshire Hathaway es «más que un trabajo, más que una aventura; es una vida en la que está ligado a su familia y amigos».

Para Buffett, el trabajo es su identidad. Nunca lo ha visto como una carga. Su frase característica, citada por el profesor Steve Hanke de la Universidad Johns Hopkins, es que «baila claqué para ir al trabajo» todos los días. «Al igual que yo, Buffett ama tanto el trabajo que nunca ha "trabajado" un solo día en su vida», dijo Hanke. Continuar trabajando en la vejez, según la experta Kerry Hannon, ayuda a las personas a mantener una buena salud mental y a sentirse «valoradas, necesarias y útiles».

Buffett no cree en la idea de jubilarse a los 65 años. Y esto ha resultado sumamente rentable para los accionistas. Las acciones de Berkshire se han multiplicado por 30 desde que cumplió 65 años en 1995.

Pero entonces ocurrió un acontecimiento importante. En noviembre de 2023, Charlie Munger, su socio íntimo, el genio que construyó el imperio junto a él, falleció a los 99 años. La partida de Munger pareció recordarle que nada es eterno. Según los autores Jeri Sedlar y Rick Miners, la muerte de su amigo cercano obligó a Buffett a afrontar la realidad de que su propio tiempo era limitado. «Nadie lo obligó a jubilarse, pero en el fondo sabía que había llegado el momento», comentaron.

Buffett lleva mucho tiempo preparándose para este momento. Se ha trazado un meticuloso plan de sucesión. Greg Abel, responsable del negocio no asegurador, ha sido nombrado próximo director ejecutivo, cargo que asumirá en 2021. Buffett no desaparecerá por completo. Seguirá siendo presidente del consejo de administración y, como afirmó en la junta de accionistas de mayo de 2025, planea seguir acudiendo a la oficina a diario en 2026. El Oráculo de Omaha siempre estará al servicio de Berkshire.

Su legado va más allá de las cifras financieras. En 2010, junto con Bill Gates, fundó «The Giving Pledge», una iniciativa que insta a los multimillonarios a donar la mayor parte de su fortuna a organizaciones benéficas. El propio Buffett se ha comprometido a donar más del 99 % de sus acciones de Berkshire Hathaway y, hasta la fecha, ha donado más de 60 000 millones de dólares.

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Buffett cofundó la iniciativa "Giving Pledge" con Bill Gates en 2010, comprometiéndose a donar más del 99% de sus activos y hasta la fecha ha donado más de 60 mil millones de dólares a organizaciones benéficas (Foto: Getty).

La partida final: Intuición humana contra inteligencia artificial

Con el fin de la era Buffett, una nueva fuerza emerge en el mundo de las finanzas: la Inteligencia Artificial (IA). Los fondos de inversión impulsados ​​por IA son cada vez más comunes, capaces de analizar millones de documentos en un instante, procesar datos a velocidades sobrehumanas y tomar decisiones basadas en complejos modelos algorítmicos.

Naturalmente, surge la pregunta: ¿Puede la IA reemplazar a Warren Buffett?

El propio Buffett siempre ha sido reservado. En una junta de accionistas, comparó la IA con las armas nucleares y admitió que le «aterroriza». Este escepticismo no carece de fundamento. Su filosofía se basa en cualidades muy «humanas», aspectos que los algoritmos tienen dificultades para cuantificar.

Eche un vistazo a sus lecciones de inversión:

Invierte solo en lo que entiendes: Buffett invierte principalmente en sectores tradicionales como seguros, ferrocarriles y bienes de consumo. Rara vez invierte en alta tecnología, salvo en empresas con un modelo de negocio claro y una sólida ventaja competitiva, como Apple. La IA puede procesar datos de cualquier sector, pero ¿comprende realmente el negocio y la cultura de una empresa?

Compre acciones de grandes empresas a precios justos: Buffett suele pagar como máximo 15 veces las ganancias futuras. La IA puede filtrar fácilmente las acciones que cumplen este criterio. Doug Clinton, quien administra un ETF que utiliza ChatGPT y Gemini como su "comité de inversión", afirma que su IA puede replicar el método de Buffett en el 80 % de los casos analizando indicadores financieros.

Inversión concentrada: La cartera de Berkshire está extremadamente concentrada, con sus cinco mayores participaciones representando el 70% de su valor total. Esto demuestra una confianza absoluta en su criterio, una apuesta arriesgada que AI, diseñada para diversificar y reducir el riesgo, probablemente evitaría.

El mayor desafío, admite Clinton, es ese 20% restante, el llamado “gusto” inversor. Es esa cualidad esquiva, la intuición que permite a un inversor analizar 50 empresas que cumplen los mismos criterios cuantitativos y elegir instintivamente solo dos ganadoras. Fue entonces cuando Walt Disney llevó personalmente a Buffett a recorrer Disneyland, convenciéndolo de creer en su visión. Fue entonces cuando Buffett invirtió miles de millones en Goldman Sachs y General Electric en plena crisis de 2008, no solo por las cifras sobre el papel, sino porque creía en la fortaleza y la supervivencia de las instituciones estadounidenses. La IA puede analizar el pasado, pero los humanos apuestan por el futuro.

Además, la IA carece de una cualidad fundamental: la responsabilidad. Bob Elliott, exdirector de Bridgewater Associates, señala que los inversores buscan un rostro humano. No se puede despedir a un algoritmo ni exigirle responsabilidades ante el Congreso , como hizo Buffett para salvar a Salomon Brothers en 1991.

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La IA puede ser el empleado más poderoso de la industria financiera, pero aún no es Warren Buffett (Foto: trackngrow).

Warren Buffett puede que deje el cargo de director ejecutivo, pero su legado perdura. Greg Abel heredará un sólido imperio, una máquina de hacer dinero. Pero aún más importante es una filosofía que ha demostrado su eficacia durante casi un siglo.

El mundo de las finanzas seguirá cambiando. La IA se volverá más inteligente, más rápida y se convertirá en una herramienta indispensable. Pero la historia de Warren Buffett nos recuerda que invertir, en su esencia, no es un juego de números ni de algoritmos. Es un juego de paciencia, de integridad, de comprensión de la naturaleza humana y de reconocer el verdadero valor donde otros solo ven miedo.

La nueva era de Berkshire no tendrá a Warren Buffett al mando, pero su visión permanece. Y en la larga batalla entre el hombre y la máquina, las lecciones del "Oráculo de Omaha" podrían ser la mayor ventaja competitiva que ninguna inteligencia artificial pueda replicar, al menos por ahora.

Fuente: https://dantri.com.vn/kinh-doanh/warren-buffett-o-tuoi-95-van-co-cuoi-cung-va-di-san-truoc-ky-nguyen-ai-20250830203607212.htm


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