El paciente NTH (17 años, residente en Hanói ) tenía un buen historial de salud y fue hospitalizado repentinamente debido a desmayos y falta de apetito. Tras examinarlo, los médicos del Departamento de Trastornos Emocionales y Trastornos de la Alimentación del Instituto de Salud Mental (Hospital Bach Mai) descubrieron que presentaba los siguientes síntomas: ingesta energética limitada, percepción distorsionada y preocupación excesiva por el peso y la figura.
En tan solo 6 meses de dieta y ejercicio intenso, el paciente H. bajó de 62 kg a 42 kg. Aunque muchos le aconsejaron que dejara la dieta y se ejercitara con más regularidad, H. continuó comiendo muy poco: solo unas cucharadas de arroz blanco al mediodía y por la noche, ayunando por la mañana y consumiendo muy pocas proteínas. El paciente temía que, si no mantenía la misma dieta y ejercicio, aumentaría de peso y engordaría.
Después de ser examinado por un médico, a H. le diagnosticaron anorexia nerviosa, un trastorno alimentario peligroso, y fue tratado como paciente internado en el Instituto de Salud Mental, con un régimen que combinaba medicación, psicoterapia individual, terapia familiar y orientación nutricional.
Tras casi tres semanas de tratamiento, H. empezó a comer mejor, redujo gradualmente el ejercicio excesivo, ganó peso y estabilizó su salud. Un mes después de recibir el alta hospitalaria, H. ya no tenía el mismo miedo a engordar que antes.
El Dr. Ngo Tuan Khiem, del Departamento de Trastornos Emocionales y Trastornos de la Alimentación (Instituto de Salud Mental), afirmó que casi semanalmente y mensualmente, los médicos examinan y tratan numerosos casos de trastornos de la alimentación en adolescentes. Muchos jóvenes confunden a quienes hacen dieta moderada con quienes hacen dieta excesiva, e incluso sufren anorexia, en algunos casos atracones y vómitos autoinducidos.
Las personas que padecen esta enfermedad a menudo tienen que hacer dieta tan estricta que se sienten miserables, siempre les persigue el pensamiento de que no son bellos, tienen que ayunar, hacer ejercicio más intensamente... estos son signos de la enfermedad y es necesario acudir al médico.

El segundo caso es el de una paciente LTL (18 años, Hanói) con bulimia nerviosa. En una ocasión, la paciente perdió el control de su alimentación, llegando a ingerir hasta 1,5 kg de patatas fritas, pizza y fideos instantáneos en tan solo unas horas, para luego provocarse el vómito y tomar laxantes para mantenerse en forma.
A pesar de ser consciente de las consecuencias, L. todavía no podía detener sus antojos y se volvía cada vez más consciente e insegura sobre su apariencia.
Tras recibir tratamiento en el Instituto de Salud Mental con fluoxetina, terapia cognitivo-conductual y terapia familiar, los atracones de L. disminuyeron un 40 % y cesaron sus vómitos autoinducidos. Tras un mes de tratamiento, su peso disminuyó 6 kg y su estado mental se estabilizó gradualmente.
La Dra. Pham Thi Nguyet Nga, del Instituto de Salud Mental, explicó que los trastornos alimentarios son afecciones mentales graves que se caracterizan por alteraciones de la conducta alimentaria, así como por pensamientos y emociones relacionados. Por lo general, las personas con trastornos alimentarios desarrollan una preocupación excesiva por la comida, la altura, el peso o la figura corporal.
Hay cuatro tipos principales de trastornos alimentarios: anorexia nerviosa, bulimia nerviosa, trastorno por atracón y otros trastornos alimentarios.
La adolescencia (de 10 a 19 años) es un período de alto riesgo para desarrollar trastornos alimentarios debido a numerosos cambios biológicos, psicológicos y sociales. Muchas personas están insatisfechas con su figura y siempre tienen un fuerte deseo de perder peso, lo que les provoca ansiedad, depresión, trastorno obsesivo-compulsivo, baja autoestima, ansiedad social y presión académica. Estos son factores que causan presión psicológica en la adolescencia.
Los trastornos alimentarios en adolescentes no son una elección ni un estilo de vida, sino una afección médica grave pero tratable. Si se detectan a tiempo las señales de alerta y se lleva al niño al centro especializado adecuado, la enfermedad puede tratarse por completo y limitar las complicaciones.
Durante el tratamiento, los médicos destacan el papel fundamental de la coordinación entre familia, escuela y comunidad, y ponen énfasis en la comunicación adecuada, el apoyo a los niños durante las comidas y evitar actitudes estigmatizadoras.
Según el Instituto Nacional de Salud Mental, la prevalencia de trastornos de la conducta alimentaria en niños y adolescentes (de 11 a 19 años) oscila entre el 1,2 % (varones) y el 5,7 % (mujeres), con un aumento en las últimas décadas. El período comprendido entre mediados y finales de la adolescencia es el de mayor incidencia de trastornos de la conducta alimentaria y sus síntomas. En Estados Unidos, la prevalencia de anorexia nerviosa en adolescentes (de 13 a 18 años) es del 0,3 %.
Los expertos en salud mental advierten que es normal en el desarrollo que los adolescentes se preocupen por su apariencia e imagen corporal, pero una pérdida de peso significativa o hábitos alimenticios excesivamente restrictivos no son normales en la adolescencia. Los adolescentes que presentan este tipo de comportamiento deben ser evaluados para detectar afecciones graves, como trastornos alimentarios.
Fuente: https://www.vietnamplus.vn/canh-bao-an-kieng-qua-muc-dan-toi-benh-ly-nghiem-trong-o-thanh-thieu-nien-post1070081.vnp
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