El 16 de junio, el Dr. Hoang Le Minh Hien, del Hospital Hung Vuong (HCMC), informó que el hospital acababa de recibir y tratar a una paciente con ETS (24 años) que fue hospitalizada debido a un condón roto y una infección grave después de tener relaciones sexuales.
En consecuencia, al momento de la hospitalización, el médico examinó, realizó pruebas y una ecografía registró mucha sangre en el abdomen del paciente, por lo que se ordenó una cirugía de emergencia.
La cirugía reveló que la cavidad abdominal contenía aproximadamente 300 ml de sangre roja oscura y maloliente; los ovarios estaban inflamados. El desgarro en el fórnix posterior medía aproximadamente 2 cm de largo y tenía bordes irregulares. Los médicos suturaron para detener la hemorragia y repararon el desgarro en el fórnix. Al continuar la exploración abdominal (ampliando la incisión a través del ombligo), se observó una gran cantidad de pus en el abdomen. La paciente recibió una transfusión de 850 ml de glóbulos rojos y 1050 ml de plasma fresco congelado.
Sin embargo, el paciente posteriormente sufrió un shock séptico, insuficiencia multiorgánica y requirió un respirador. Por lo tanto, los médicos coordinaron el tratamiento con el Hospital Cho Ray.
Después de 7 días de tratamiento intensivo, el paciente ha sido retirado del respirador, la función respiratoria se ha recuperado y los signos de infección han mejorado gradualmente.
Según el Dr. Minh Hien, la tasa estimada de sangrado después de tener relaciones sexuales en la comunidad oscila entre el 0,7 % y el 9 % y no está relacionada con el ciclo menstrual. Esta afección puede presentarse a cualquier edad y la tasa alcanza hasta el 60 % en la menopausia.
Entre ellas, la lesión vaginal, o más específicamente, el desgarro vaginal, es la urgencia ginecológica más común por sangrado poscoital. Dependiendo de su gravedad, el desgarro vaginal puede provocar complicaciones peligrosas que pueden afectar la vida.
Sin embargo, podemos detectarlo a tiempo y obtener un tratamiento oportuno o incluso prevenirlo. En concreto: prolongar los juegos previos; usar lubricantes; elegir posturas y acciones sexuales adecuadas; y limitar la introducción de objetos extraños, especialmente objetos afilados, en la vagina.
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